Murió el ex Almirante Emilio E. Massera

"Cuando se apaga el fragor de la guerra... los muertos que quedan son de todos"

Se apagó como una se apaga una vela... muy pero muy de a poco hasta decir basta.

En el piso 6 del Hospital Naval, en una habitación modesta con un ventanal enorme y marinero hacia el Parque Centenario, finalmente la muerte le ganó la batalla a Emilio E. Massera, el Almirante que fuera jefe de la Armada Argentina en los violentos años 70.

No voy a hacer aquí una reseña de su vida. Tampoco voy a caer en ninguno de los lugares comunes que inundan hoy los diarios y los medios que siempre tomaron partido por el terrorismo que asoló nuestro país en los años 70. Vaya a saber porqué, al periodismo nacional siempre les resultó más “simpático” los asesinatos de Firmenich, Santucho, Perdía, Vaca Narvaja, Abal Medina, Arrostito, Quieto, Osatinsky y esa runfla, que los que los combatieron desde el Estado.

Nada de eso ahora, estas palabras son apenas, o intentan serlo, unas pinceladas de sensaciones íntimas.

El otrora poderoso Almirante, ausente de este mundo por varios accidentes cerebrovasculares, recostado en un metro cuadrado de sábanas blancas.

¡Qué paradoja! nuevamente la muerte ha venido a poner las cosas en su lugar. A decir, y a decirnos que estamos de paso... si el Hombre viviera comprendiendo su finitud en lugar de creerse inmortal, el mundo sería otra cosa.

Una mejor cosa.

Es raro ver hoy a Massera con su uniforme en las tapas de todos los diarios, después de saberlo tan poca cosa en una cama de hospital a sus 84 años. Obviamente el hombre que murió no es el que aparece hoy en los diarios. Seguro que no.

Un subordinado de él, me dejó esta nota en mi correo ante la noticia de su muerte… “Me quedo con la idea que el Almirante murió hace mucho tiempo, cuando sus enfermedades le impidieron enfrentar al adversario y continuar en la defensa de los hombres, ayer murió el hombre cuyo cuerpo resistió hasta el máximo y lo obligó a convertirse en un despojo del hombre que fue.”

Es verdad, ayer murió el hombre… el Almirante había muerto mucho antes. Tal vez el mismo Massera lo enterró tras su alegato en el Juicio a las Juntas, un alegato escrito y dicho para el bronce.

Abro los mail, y curiosamente la “propia tropa” ha guardado silencio. Intuyo que debe andar en ese complejo mar de sensaciones encontradas entre al Hombre y el Soldado. Entre la persona y la figura.

El hombre que murió, es el de la anécdota de aquél guardiamarina al que la muerte de su padre lo encontró embarcado en su viaje en la Fragata Libertad, y al que Massera como Comandante de ese viaje le dispuso el traslado urgente para que el joven marino pudiera acompañar a su madre en tan difícil momento. Pero es ese hombre sensible, ese Comandante que vela por sus subordinados… y es todo lo demás.

Tengo la impresión que su tropa, la misma que lo admiraba como soldado, tuvo siempre profundos reparos en varios aspectos de su persona. Supongo que sus ambiciones políticas desbocadas tuvieron mucho que ver en esta visión.

El de los aciertos y los desaciertos. Sí, pues estoy convencido que muchos de los uniformados argentinos que combatieron al terrorismo en la década del 70, son perseguidos por la política de hoy debido a los aciertos y desaciertos políticos de hombres como Massera, quien batalló duro para erradicar al terrorismo que asolaba el país, y también pretendió redimirse en la política soñando ser algo así como un nuevo Perón.

Va pasando el tiempo, siempre tan cruel pero siempre tan claro en sus conclusiones, y con su crueldad va cerrando los capítulos que el Hombre no puede. O no quiere. O no sabe.

Otra vez la muerte con sus fundamentos, nos hace reflexionar a los argentinos sobre el tiempo de la Reconciliación. Del Perdón. De amigarnos con Nuestra Historia, para pensar un País con todos.

Un reconocido periodista de uno de los diarios más importantes del país, me llamó ayer y tuvimos la oportunidad de hablar largo. Es un periodista que respeto mucho, a pesar de las diferencias profundas que tenemos en este punto de la historia argentina. La de los violentos años 70, digo.

Tanto lo respeto, que cuando a las cuatro de la tarde supe fortuitamente la noticia antes que nadie de la muerte del ex Hombre Fuerte de la Armada y del país, decidí llamarlo a él y no a otros periodistas "del palo".

Sí, ya sé que soy un tipo raro... pero soy así. Le confirmé la noticia a un periodista y a un medio que piensan distinto. Muy distinto. Tan distinto, que muchos de mis mejores amigos creen que son enemigos… pero cuando apoyé la cabeza en la almohada a la noche, supe que hice lo correcto. Aún aunque su nota en el diario de hoy diga cosas que yo no comparto, esa conversación extensa tras la publicación de la noticia, me dice que hice lo correcto.

Me pasa todo el tiempo, de las diferencias más profundas, suelo encontrar las sensaciones más sinceras.

¿Por qué no entonces con nuestra Patria?... sueño con hacerla grande desde las diferencias de cada uno.

Y cada vez que el tiempo cruel, nos recuerda con maestría los dolores de nuestra tragedia setentista... más convencido estoy de la necesidad de una Reconciliación definitiva.

Ha muerto el Massera hombre… que su alma descanse en paz.