“…Termino cada
día, empiezo cada día - pensando en
mañana, fracaso hoy...”
(Presente – Vox
Dei)
El
jueves me junté con mi amigo Gonzalo. Habíamos quedado en encontrarnos cerca de
Tribunales, en la ciudad de Buenos Aires. Más precisamente en la estación de
subte que lleva ese mismo nombre: Tribunales.
No
fue un capricho juntarnos ese jueves 8 de noviembre. Obvio. Ni fue casual
encontrarnos cerca del Obelisco.
Hacia
allí voy en un subte que avisa retraso por problemas en el suministro de
energía eléctrica. Y sí, hace dos días que los cortes de luz están a la orden
de la bronca social en Capital Federa y en el conurbano bonaerense. No fue un
huracán, ni una tormenta tropical ni siquiera un terremoto, ni Magnetto… dos
días de calor intenso bastaron para hacer colapsar el sistema eléctrico de El
Modelo.
El
calor sofocante parece un gigante invisible paseando por la ciudad, dedicado
con maldad a pisar la manguera planetaria del aire fresco. Mucha gente joven
viaja en el subte con banderas argentinas y carteles de colores con
inscripciones de protesta. Esperanza.
Llego,
subo la escalera de la estación hacia la tarde. Cientos de Miles en las calles,
como sabiendo que van a ser artificies de una gesta grande. Un distintivo
sobresale entre la muchedumbre que camina hacia distintos puntos: La bandera
argentina.
Cuando
a finales de los años 70 el Dr. Horacio Pavón Ezpeleta nos explicaba en las
aulas de la vieja Escuela de Comercio Celestino Marcó lo que era la Democracia,
yo me la imaginaba así. Cientos de miles de ciudadanos manifestando en las
calles en absoluto orden… y en paz.
El
8N caminé más de cien cuadras por el centro de la Ciudad de Buenos Aires.
Estuve en el Obelisco y estuve en Plaza de Mayo, y estuve en Avenida Santa Fe y
estuve en Avenida Cabildo. Un mar de gente agolpada sin siquiera un solo
empujón. Cada uno con un cartel más o menos producido… jubilados que reclamaban
por el 82% móvil y los juicios que Anses no paga, vecinos del gran Buenos Aires
rogando justicia por sus muertos, los muertos asesinados por la “sensación” de
inseguridad, familiares de la tragedia de Once pidiendo justicia… por más que
el gobierno y todo el séquito que lo rodea intente ningunear las manifestaciones
de la gente, y por más que subestimen a las redes sociales, y por más que hagan
la lectura de que la protesta de los caceroleros se agota en sí misma, a decir
de ellos: “en la misma protesta”, lo cierto es que al escuchar, al ver, y al
leer los reclamos… el gobierno sabe perfectamente que el millón de personas que
se manifestó el 8N en Argentina y en el mundo, están reclamando, con distintos
matices, contra el gobierno de Cristina.
Y
esto los kirchneristas lo saben perfectamente, precisamente por eso se hacen
los boludos.
“Si
así no lo hiciera… que Dios, la Patria y El me lo demanden….”. Así juró hace
apenas un año nuestra presidenta su segundo mandato presidencial. Y así está
siendo nomás… El no sé, pero Dios y la Patria se lo están comenzando a
demandar. Democracia.
El
gobierno intenta desmerecer las protestas, diciendo que los protestadores
carecen de un líder: “Armen un partido político y preséntense a las elecciones”
gritan a los cuatro vientos los cada vez menos ultramontanos kirchneristas.
Hay
algo que le indigna al gobierno que se autoproclama “nacional y popular”. Y es
que las protestas sean masivas y en paz… y que la mitad de los que salen a la
calle sean menores de 30 años.
Que
la gente que protesta está bien vestida, que no pisa el pasto de las plazas,
que no rompe cosas, que las cacerolas son de teflón o que se comunican con
celulares de alta gama… todas estas banalidades han dicho los funcionarios de
primera línea del gobierno.
Se
equivoca el gobierno K y se equivocan sus funcionarios. Los caceroleros no son
la oposición, son el FUTURO. Y eso es lo que más le duele al régimen, no haber
podido adueñarse de la juventud a su antojo.
Hablo
de juventud y del futuro… sonrío. Escucho a Coti Miranda… Constanza en
realidad. Sus amigos la cargan por ser “la chica del momento”. Coti habla con
voz suave, pero firme. Habla con una naturalidad que asombra, y con una
claridad notable. Coti tiene 16 años, es de Gualeguay y salió con su alma ante
los medios a protestar contra la prepotencia de un gobierno que insiste en
hacer oídos sordos.
Con
buenos modales, sin soberbia, con claridad, explica y levanta la voz hablando
suavemente contra la idea de expropiación del campo de sus familiares, campo
donde está el balneario Paso de Alonso. El régimen le habla de los recuerdos de
cuando bañaban las patas en esas playas, como si los recuerdos de la infancia
estuvieran por encima de los derechos de la propiedad privada. El régimen habla
de que expropiar no es apropiar… como si fuéramos imbéciles. Hablan de
“utilidad pública” para expropiar un campo con balneario que queda justo junto al
campo donde se estudia hacer un complejo termal.
“Un
lugar histórico que estuvo cerrado durante 13 años” sostiene públicamente el intendente
Luis Erro, sin avisar al lector desprevenido que es una propiedad privada que
no tiene la obligación de abrir las puertas públicamente.
Coti
habla y escribe y junta firmas. Y se las lleva a sus representantes. La
democracia de los libros. Sus representantes ni siquiera la reciben y votan
entre gallos y media noche de “interés público” la expropiación del campo de
sus familiares. La sesión de concejales tuvo notas de color. La versión
taquigráfica aún no se publicó… la democracia del régimen.
Coti
ha crecido de golpe desde sus 16 años. Cree en el sistema y en sus
representantes y dice públicamente y con respeto lo que piensa. Pero de a poco
Coti va chocando contra la pared dura de la realidad. Una cosa es la democracia
que los libros y otra bien distinta la democracia real, manejada por los que se
sirven de ella. De los que sin escrúpulos están agazapados, y decididos hasta
para dar el golpe más bajo.
Coti
crece de golpe. Cívicamente reclama, y sus mayores no tienen miramientos. El
intendente desde su programa de radio, como un día antes lo hiciera en las
redes sociales, hace como que le piden leer una carta. Araceli Manso obedece y
lee. Richard Manzor asiente. Para eso está. La carta es de una mujer que le reclama
una supuesta paternidad… justo al ex dueño de Paso de Alonso, que ya está
muerto
¿Lo
que son las “casualidades” no?
Curiosamente…
o no, el abogado de la mujer que reclama la paternidad es, Freire, uno de los Concejales que votó a favor de la expropiación.
La
veo y la escucho a Coti desde sus 16 años, y los veo y los escucho a los de mi
generación que sin miramientos utilizan hasta al golpe más bajo para sus
intereses políticos, y me da vergüenza pertenecer a ella.
De
todos modos, asisto a la lucha de Coti Miranda, y veo a la juventud masivamente
en las calles de Argentina y del mundo protestando en paz y educadamente, pero
con firmeza contra la corrupción y la prepotencia del gobierno, y me esperanzo
en el Futuro.
Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios
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