martes, 30 de junio de 2009

Invierno gualeyo...

Específico Pérez, hombre manso salvo el día en que su nieto rompe en llanto, caminaba por la orilla del río que lo vio nacer. Caminaba Específico Pérez en el mediodía tibio del invierno recién amanecido. Todavía los colores ocres del otoño quedan en la orilla, pintados en millones de hojas secas. El sol ha encendido el agua quieta, con un color naranja indescriptible que el rio sabe que es prestado. Y el cielo es tan celeste en este mediodía entrerriano, que parece recién estrenado. Los árboles silban arrullos de vientos altos, lejanos… y los pájaros cantan la fiesta de un invierno todavía timidón.

Específico Pérez toma todo el aire que le cabe en una sola bocanada, y piensa que si hay en la tierra una muestra gratis del paraíso prometido, es precisamente el Parque de su pueblo en cada mediodía, junto a la orilla del río que lo vio nacer….

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