lunes, 13 de octubre de 2008

Fin de semana feliz...

La felicidad de las simples cosas…


“Uno vuelve siempre, a esos viejos sitios, dónde amó la vida…”. Y uno vuelve como al seno de su madre.

Esperanzado en el calor único de las simples cosas.
Y para mí, volver a Gualeguay es un poco eso. Aunque uno vuelva siempre. Aunque uno nunca se haya ido. Aunque uno siempre esté de regreso.
Viajé este fin de semana con la ilusión a cuestas.
Con la emoción contenida. Pero no tanto.
Y me encontré con ese olor a tierra mojada, que en mi pueblo es olor de vida.
Me encontré con el aprecio sincero de los que no simulan.

Es sábado y alguien me invita a cenar junto al río Gualeguay. En una mesa apartada hablamos de bueyes perdidos y arreglamos mil veces el mundo hasta la dos de la mañana. El buen vino siempre predispone la charla.

Y me encontré de pronto, sin quererlo, con el reconocimiento desinhibido hacia con eso que uno hace con tanta pasión. Y me encontré mil veces diciendo gracias

Y allí está uno entre los suyos. Y allí está uno volviendo emocionado a esos viejos sitios donde amó la vida…y allí están los afectos que nunca mueren porque son sinceros.
Y están los aromas.
Y están las calles con sus esquinas.
Y están los hijos, aprendiendo cuidadosamente con el ejemplo de nosotros, los grandes.

Este fin de semana me decreté feliz. Porque en este fin de semana lo tuve todo. La sonrisa de un hijo. La mirada de mi veja. El abrazo tibio de los recuerdos imborrables, a los que encontré agazapados en cada rincón. La compañía cómplice del mate. Una imagen simple que nos revela un mundo a través de la ventana.

Mi hijo feliz con mi vieja. Su abu. Y un tata, mi suegro, feliz con su nieto.



Uno vuelve siempre a esos viejos sitios dónde amó la vida… y allí está en penumbras el cuarto de la primera juventud con sus tesoros intactos, esos que la vieja cuidó durante años para nosotros.

Un puñado de fotos que susurran tiempos tan lejanos que parecen ajenos…pero ajenos no son. Poco a poco las caras se hacen familiares y se vuelven recuerdos dulces. Y amargos.

Una foto arrugada, que ha sobrevivido a una ira juvenil y pasajera.
Otra foto, rota por alguna envidia que ya nadie recuerda.
Una foto vieja de un equipo de rugby abrazado en la cancha de Gualeguay Central, como ensañada con un destino que no fue.
Algunos que ya no están…


Y el fin de semana largo que va muriendo con desgano.
Yo vuelvo por la ruta masticando recuerdos. Detrás dejo mi tierra. Poco a poco se va haciendo chiquitita contra el horizonte…junto a mí los recuerdos se agigantan.

Me decreté feliz este fin de semana.
Lo fui completamente durante estos días.
Y con eso poco me basta.

Tal vez esté allí el secreto, ¿no?. Quién sabe.

Horacio R. Palma

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, uno es eso en definitiva.Uno vuelve a ser el que fue por más tiempo y más cosas que hayan pasado.
CC

Anónimo dijo...

Horacio, tenés más de una razón suficiente para este decreto de felicidad: el afecto incondicional de tu familia (¡hermoso tu hijo!), tu pueblo,"en el mismo lugar y con la misma gente", la charla junto al río... y no es poco.
Saludos cordiales.
SC

Manuel Baldomero dijo...

Palma, contame...dale. ¿quién es el monseñor a que refiere Maria Lilia Genta? ¿Será Basseotto?.
Me late que siiiiiiii....!!!1
Muchos y felices juicios.

horacio zaratiegui -pos mortem dijo...

Hermanito Palma, hermoso tu mensaje esperanzado. Ya van a ver esos terroristas cuando los agarremos, "el proceso" un poroto.
Seguí así pebete.

Manuel Baldomero dijo...

Queridos todos, Cari amici (aunque algunos no parecen tener talante de amigos):

Debimos, me incluyo, haber roto las p… (perdón, paciencia) de tal suerte que hasta Monseñor (que es el que primero lee los emails) un día gritó: ¡¡¡basta, no los aguanto más!!! Bueno, parece que reconsideró su actitud ¿en honor de bellos perfiles?
Si me permiten, quiero hacerles llegar algunas reflexiones.
1) Los especialistas en joder y criticar, paren la mano. A pesar de nuestros problemas el acto fue un triunfo. Esto me afirma en que la Causa es justa. Actualmente un acto tiene trascendencia cuando logra repercusión en los medios. Ninguno de los actos anteriores tuvo tanto impacto mediático. La escuché no menos de seis veces a Gabriela hablar de Horacio Fernández Cutiellos, con mucho dolor y patetismo (yo prefiero un estilo más sobrio, con menos afectividad; pero la entiendo a Gabriela; en nuestra familia la muerte de Horacio es la que nos pegó más cerca después de la de papá; además, cuando lo de La Tablada mis hijos eran adultos).
2) Todos nos equivocamos. Ni sé si recuerdan pero no somos Dios; por lo tanto, no tenemos el don de la inerrancia y todos tenemos defectos y cometemos pecados o pecadillos. ¿Alguien quiere tirar la primera piedra?
3) Lo que es intolerable es la soberbia. “Si no lo hago yo, está mal; si lo hago yo todo sale bomba”. Sobre todo eso de soplarle a los de afuera: “esto lo hice yo por eso salió bien”; “aquello salió mal porque lo hizo fulano”.
4) Por enésima vez les ruego que moderemos las antipatías personales en aras del bien común -y esto va para todos, no sólo para los soberbios-. Es una cuestión táctica, aparte de algo moralmente deseable.
5) Cuando la soberbia, la crítica despectiva y destructiva, el sacar los trapos al sol delante de extraños, etc., vienen de aquellos que pertenecen a mi misma “madriguera”, me producen más daño.
6) Mario y yo tenemos edad para ser los padres de todos; creo que nunca los hemos destratado ni intentamos imponer nuestros pareceres sino sólo sugerirlos. Será porque somos viejos, tal vez.
7) Queridos todos, mi alma “gorila” me dice que sí, que hubo menos gente pero fue porque los “peronchos” que venían con el bombo, desde lo de Rucci se alinean con los gremialistas. Era de esperar. La lucha de estos años ha conseguido mucho, muchísimo. Algún día estaremos todos juntos, pero falta mucho. Tiempo al tiempo. Por supuesto que hubo peronistas, pero son los que provienen del lado de tacuara o similar que son antes nacionalistas que cualquier otra cosa.
8) Debemos perfeccionar los temas de organización, escucharnos entre nosotros y no cortarnos solos y decirnos todo lo que concierna al acto. Me parece que en los últimos días no hubo mucha comunicación por lo menos en lo que a mí respecta; y los que hablaban lo hacían para decir algo malo de otro. Por amor o por conveniencia para la Causa tenemos que aguantarnos. Si no podemos tenernos amor (que sería lo mejor y lo deseable) por amor a nuestros muertos, a nuestros presos y, sobre todo, a la Patria. Paremos la mano o nos vamos al c…
Besos y abrazos,
Lis.

PD: No crean que soy boluda; a veces me hago por la paz.