sábado, 21 de junio de 2008

AY, PATRIA MÍA...

LA IMPORTANCIA DE LOS SÍMBOLOS

“Hubo un señor que alguna vez dijo: la historia siempre se repite, primero como tragedia y después como comedia…" (Cristina Fernández de K)
Pocas canciones como Aurora, me disparan tantos recuerdos de mis años en la escuela. Yo escucho hoy su marcial solemnidad, y mis recuerdos vuelan instantáneamente hacia aquella escuela de mi infancia. Con esa canción izábamos la bandera cada día. En el medio del patio, el mástil se convertía en altar reverencial cada mañana. Y nosotros, desde las enormes galerías que rodeaban el mástil, asistíamos orgullosos al sencillo acto de sentirnos todos uno, frente a nuestra bandera.
Desde los enormes y pesados parlantes negros, la voz de una soprano implacable luchaba en lucha desigual para abrirse paso entre los molestos ruidos de frituras, re normales ante el uso infinito del disco de pasta negra, la le soprano daba marco emotivo al acto matinal de cada día… “Es la bandera, de la patria mía. Del sol nacida…que me ha dado Dios…”
No ha pasado tanta vida entre aquella Argentina de mi infancia, y esta Argentina de hoy a la mañana, que es la Argentina de la infancia de mis hijos.
Hoy escucho Aurora y recuerdo emocionado aquella hermosa bandera gastada de la escuela de mi infancia. En aquella Argentina, cada mañana la maestra nos recibía con una media luna tibia que ella misma repartía antes de empezar su clase…
“A mi estas cosas me emocionan”, me dice Hugo con lágrimas en los ojos. Hugo es encargado de un edificio vecino a la escuela donde concurren mis hijos. Hugo no tiene hijos ni nietos ni conocidos en esta escuela, pero cada acto del día de la bandera, pide permiso para estar, el necesita emocionarse con los símbolos de esa patria, a la que honra cada día laburando de sol a sol.
Es viernes, y es 20 de junio, y estamos todos apiñados en el gimnasio de la escuela escuchando Aurora. “Alta en el cielo un águila guerrera, audaz se eleva en vuelo triunfal…” Por supuesto que lo entiendo a Hugo. La bandera es, junto con el himno, el símbolo más fuerte de un país. Nos une. Nos hace uno. Con su celeste y blanco borra nuestras diferencias más profundas. Bajo su manto, somos una sola cosa: “AR…GEN…TI…NOS”.
“La bandera nos representa a todos, y es un símbolo de tolerancia, respeto y unidad…”, dijo hoy viernes 20 de junio la presidentA en el acto del día de la bandera que el Intendente Acuña organizó en su municipio: Hurlingham. Y tiene razón la presidentA. Los símbolos patrios son un poco eso, y por eso nos unen en lo más profundo. Lástima que ella no predique con el ejemplo. También ella debería representarnos a todos, y ser un símbolo de tolerancia, respeto y unidad. En fin…
Por eso mismo me apeno al ver que conforme pasa el tiempo, se le van restando importancia a esos símbolos que nos unen y nos hacen fuerte en la unidad. Se les va restando importancia pues se les falta el respeto y se los ningunea con actitudes y políticas mezquinas, muy pero muy alejadas de las virtudes que en cada acto se les destacan a los hombres de indiscutida honorabilidad, como Manuel Belgrano.
Digo, porque hoy es viernes, y es 20 de junio, y estamos apiñados en el colegio celebrando el día de la bandera, que se conmemora en la fecha en que murió su creador, Manuel Belgrano. Y así como nosotros estamos en este colegio, el acto se repite hoy en cada colegio del país, y en cada plaza de cada pueblo seguramente hay alguna autoridad representativa elogiando a Manuel Belgrano y homenajeando a ese símbolo único que es la bandera. Sí, todo bien, pero resulta que el país tuvo ya su feriado por el día de la bandera el lunes pasado. Creo que fue el 16 de junio, pero recuerdo la fecha sólo porque coincidió con un impresionante cacerolazo de protesta nacional, tras el discurso intolerante del gobierno que se miente popular.
Y el “feriado” nacional de los viernes, se pasa para un lunes con la excusa mezquina de la motivación turística. Es que los argentinos hemos descubierto que los fines de semana largos que incluyen el viernes, “rinden” menos, turísticamente hablando, que los fines de semana largos que incluyen el lunes. “Mucha gente trabaja los sábados”, suelen justificarse los funcionarios para defender semejante vejación al almanaque.
Y entonces el feriado se trasladó en el almanaque, pero como el país vivía ese fin de semana la intolerancia, la incomprensión y la desunión, tampoco el feriado nacido tras la violación de las fechas, sirvió de mucho para el turismo. Casi nadie salió de paseo ese fin de semana largo, pues 300 cortes de rutas y una crítica falta de combustibles, lo desalentaron irremediablemente. Es lo que hay…

Padre de Carlos Marreira

SÍMBOLOS Y TRAGEDIA
El lunes 16 de junio (que fue feriado nacional, por el día de la bandera que fue el viernes 20 de junio), una multitud de argentinos salió con banderas a las calles a golpear sus cacerolas. La protesta se hizo espesa tras la detención de Alfredo De Angeli. Y la masividad de las cacerolas, hizo que la presidentA tuviera un súbito ataque de democracia, y se acordara que había un Congreso de la Nación. Hacia allá mandó las retenciones. Pero el ruido de las cacerolas, además, alertó el miedo institucional de este gobierno que se miente popular, e hizo que la presidentA fogoneara con más ahínco su enésimo acto en Plaza de Mayo. Y así ocurrió que el miércoles 18, una multitud de gente movilizada por el aparato partidario del peronismo, más el empujoncito del asueto bancario y de la administración pública, llenara la mitad libre de la Plaza de Mayo.
Miles de banderas argentinas embanderaron la plaza con los nombres de los dirigentes oficialistas. Pero el viento, tal vez haya sido gorila el viento ese día, se complotó con una farola quizás, gorila también. Y una enorme bandera argentina atada a un farol de la Plaza convocó la tragedia. La bandera hizo ceder la farola, la farola cayó y le reventó la cabeza a Carlos Marreira, un joven tucumano de 21 años. Carlos Marreira había llegado a la Plaza de Mayo con un trato: Presencia por trabajo. Le pagaron 200 pesos por ir a la Plaza. El día anterior, en otro discurso de nuestra oradora perpetua, Cristina había dicho: “Hubo un señor que alguna vez dijo que la historia siempre se repite, primero como tragedia y después como comedia…". Símbolos y tragedia. Nunca imaginó Cristina que un día después, sus palabras se volverían realidad en su Plaza de Mayo. Pero la tragedia y la muerte no son escollos para el gobierno que se miente popular, y que necesita disipar sus miedos con la puesta en escena. Miles y miles de militantes llenaron la Plaza de Cristina, donde horas antes un farol le había robado la vida a Carlos Marreira. Cientos de funcionario y dirigentes atestaron el palco en la Plaza de Mayo el día que Carlos Marreira murió. Solo un puñado de vecinos acompañaron sus restos bajo la lluvia, en el cementerio de Lules. Símbolos, tragedia y comedia.
“Espero que la muerte de mi hijo no haya sido en vano y que la presidenta Cristina de Kirchner se deje de joder con estos actos, en los que se arrea a los jóvenes como si fueran ganado. Ella debe dejar de prometer, y dar trabajo a los jóvenes para que nunca más vuelvan a suceder estas cosas. Si la muerte de Carlos sirve para eso, quizás algún día encuentre la resignación. No sólo mataron a mi hijo, también me mataron a mí”, dice Rubén Marriera, padre de Carlos, que acaba presentar una denuncia contra Néstor Kirchner, titular del PJ. Lo dice junto a un montículo de tierra. Allí acaban de enterrar los huesos de su hijo. Pero sus huesos no son escollo para este gobierno que se miente popular…son los “daños colaterales” del clientelismo. Y hoy es el día de la bandera, y lejos del desconsuelo de los Marreira, ella besa unos chicos en un acto de Hurligham. Hubo un SEÑOR que alguna vez dijo: “¡Ay, patria mía!”. Lo dijo, y murió.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo felicito. Me trajo recuerdos y me hizo pensar y hasta emocionarme.
Saludos cordiales
R:S