El
lunes es 1 de julio. Siempre recuerdo el primero de julio del 74. De 1974.
Mis
esperanzas intactas vivían en la ciudad de San Lorenzo, en la provincia de
Santa Fe.
Es ley que uno valora mejor las cosas
cuando las pierde. Cuando ya no las tiene para valorarlas. Cuando ya valorarlas
es al cuete, digamos. No es verdad que uno “aprende a valorarlas cuando no las
tiene”. No señor, uno no aprende nunca.
Y el Hombre es eso. Esencialmente eso. Tropezador
de las mismas piedras.
Digo esto, pues ahora que recuerdo aquella
Ciudad a la distancia del tiempo y a la distancia de los kilómetros, o cada vez
que vuelvo a la ciudad de San Lorenzo y paseo las calles que cobijaron
entrañablemente aquellas, mis esperanzas intactas, durante tantos años… tomo
real dimensión del lugar hermoso en el que vivía. Y del lugar Histórico por el
que andaba.
El colegio San Carlos, al que fui hasta
4to. grado, estaba pegado al “Histórico Convento”, tal lo inmortalizara la
Marcha de San Lorenzo. Y para ir desde allí hasta casa, debía pasar por la
esquina del Campo de la Gloria, lugar donde San Martín tuvo el bautismo de
fuego en tierras patrias con sus gloriosos Granaderos. Cristiandad y Milicias
en los albores de la Historia Grande. Muros y tierra que olían a Historia. Que
huelen a Historia.
Lugares que hablaban de Gloria. Que
hablan de Gloria.
Recuerdos de hombres que lo dieron todo
sin pedir nada. Que fueron Grandes con el ejemplo de la humildad. Y que lo son
aún.
Por suerte nunca, a un San Martín o a un
Belgrano se les apareció alguien en sueños para clamarles por otra década
ganada.
Ninguno soñó con eternizarse.
Precisamente por eso los argentinos los hicimos eternos y los pusimos en el
bronce.
No sé si alguno de ustedes conoce la
Ciudad de San Lorenzo… recomiendo una vez en la vida llegarse hasta allí, tomar
por el Boulevard Sargento Cabral hasta frente al Convento de San Lorenzo y
caminar dentro de esos muros, caminar las entrañas del Convento donde los
bravos Granaderos prepararon la batalla, compusieron sus heridas, cerraron los
ojos a sus muertos heroicos. Desandar despacio el césped del Campo de la Gloria
donde aún resuenan ruidos de corceles y de aceros, y de gritos desgarrados de
dolor y de muerte y de victoria. Y bajar luego por el paseo costanero y admirar
el río por donde llegaron los Realistas, y asombrarse ante la barranca tan imponente
como la Historia.
La Historia grande vibra potente en ese
lugar, donde comenzó a forjarse la Patria grande, tan desinflada en los tiempos
que corren.
Aquél día en San Lorenzo hacía frío.
Como casi siempre en julio. Pero el sol tibio brillaba con esplendor. Cuando
pasé por el Campo de la Gloria, una brisa fresca extendía su caricia desde la majestuosa
barranca que se hunde como una garra gigante hasta las entrañas del río Paraná.
Era un día como otros tantos.
Estábamos en clase como un día
cualquiera. Como un día más, estábamos en el aula y de pronto, la directora
llamó a la puerta. La seño nos pidió silencio y nosotros obedecimos, algo tan
normal y tan raro. Luego puso cara de preocupación. No era usual que la
directora apareciera en clase. Hablaron en un aparte unas pocas palabras y
después de un hasta luego chicos, la directora cruzó el pasillo del Colegio San
Carlos hasta el aula de enfrente. Yo estaba sentado en el pupitre más cerca de
la puerta. La seño cerró el picaporte con cuidado y se quedó unos segundos con
sus manos sobre él, de espaldas a nosotros.
Vi su cara reflejada en el vidrio. Cerró
los ojos unos instantes, como pensando en algo. Luego se arregló el cabello y
giró sobre sus talones y volvió al centro del aula.
Su gesto era un gesto adusto. Puso cara
de circunstancia y anunció que se suspendían las clases pues había muerto el
presidente de la Nación.
No sé cómo serán las cosas en otros
países, pero en éstas pampas cualquier excusa es buena para un fin de semana
extra largo, un feriado puente o para dejar de trabajar.
Las caras de los adultos de entonces,
estaban divididas. Tanto como ahora.
San Perón, a mí me tocó en la escuela.
El Peronismo sin Perón lleva casi 40
años sobreviviéndolo con suerte diversa. Los peronchos de un lado, los gorilas
del otro. Ellos o nosotros. Pocas veces un Todos. Y así desde hace 39 años.
Ahora, el régimen que nos gobierna va
dejando de lado las apariencias y va sembrando su propia religión: San El.
Muerto el Rey… viva el Rey. Chau Perón, hola Néstor.
Yo les hablo del lunes. Pero hoy es
domingo recién y yo estoy escribiendo un sábado. Misterios de un Semanario de
domingo. Y en éste sábado los cristianos festejamos la fiesta de San Pedro y de
San Pablo, dos Santos importantísimos de nuestra Iglesia.
Cada 29 de junio, en la solemnidad de
San Pedro y San Pablo, apóstoles, se recuerdan a estos grandes testigos de
Jesucristo y, a la vez, los Católicos hacemos una solemne confesión de fe en la
Iglesia que para nosotros es “una, santa, católica y apostólica”.
“Ante todo es una fiesta de la
catolicidad. Pedro, el amigo frágil y apasionado de Jesús, es el hombre elegido
por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia” (Mt 16,16). Pablo, el perseguidor de Cristianos que se convirtió
en Apóstol de los gentiles, es un modelo de ardoroso evangelizador para todos
los católicos porque después de encontrarse con Jesús en su camino, se entregó
sin reservas a la causa del Evangelio”.
Y como es San Pedro, es también el día
del Papa. Y mientras escribo estas líneas, la presidenta publica en una red
social la carta que le enviara al Papa Francisco en su día.
La carta es tan ridícula, está tan mal
escrita y es tan poco seria, que los medios nacionales tardaron en publicarla.
Estuvieron más de dos horas chequeando si era cierta, a pesar de que Cristina
la había publicado en su propia cuenta de Twitter.
“La verdad es que es la primera vez que
le escribo a un Papa. Y ni que hablar por felicitarlo por el día del Pontífice.
Ni idea…bla bla bla… Hasta siempre y cuídese. Tome mate. Usted me entiende…”.
Un poco en sorna… y una sorna que ningunea. Que falta el respeto.
Una Argentina que gira y gira sobre su
propia impotencia a través de la historia. Una casta política que insiste en
alejarse de los Valores que hicieron grande a nuestro País. Los valores que nos
hicieron Patria.
Cada vez más relegada la familia, la
religiosidad, el respeto a la vida y la importancia del trabajo. Cada vez más
diezmadas las instituciones. Los Valores “no garpan”.
Contrariamente a lo que cuente el
relato, la Patria no la hizo solo Perón ni la hizo sólo Néstor ni nació con
Cristina. La historia sopesará los laureles de cada uno. Allí veremos.
Mucho antes de aquél 1 de julio del 74,
otros habían luchado a brazo partido por hacer Patria. Yo ese día salí del
colegio y caminé junto a los muros del Histórico Convento, donde San Martín y
sus bravos habían dado su sangre por nosotros, cobijados por los Franciscanos
que curaron las heridas de los Patriotas. Esa sangre aún está en las enormes
mesas usadas como camillas. Cristiandad y milicias haciendo Patria.
Cuidado. Renegar de la Iglesia y renegar
del Ejército, es renegar de los que hicieron Grande a esta Patria. Y Patria
somos todos, aunque a algunos les pese.
Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios
1 comentario:
Sr. Palma: Un recuerdo con Historia y que relata con lujo de detalles.El día que falleció el General Perón, pensamos que por respeto a su memoria los peronistas se comportarían con algún reparo.Pero el los formo y la violencia en sus términos y sus discursos eran de impulsar a atropellar al contrincante. No soy peronista y se notará, pero guardo reparo a su memoria.Que ponen de voluntad, sus seguidores en 65 años de pensamientos recalcitrantes y destructores de todo Gobierno que no sea de su color.Cuando un prócer decida Gobernar esta amada Patria que es de todos, que viva para ella y no de ella y no quede un solo Peronista, este país se arregla solo.
Lo saluda cordialmente Matilde del Carmen Masats
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