sábado, 22 de diciembre de 2012

Deseos de fin de año...


El despertador sonó a las cuatro de la mañana. Por la ventana, la noche no parece tan noche en ésta madrugada de verano recién estrenado.


Uno dos tres… arriba. Nada de remolonear que es el día y la hora por la que esperé toda la semana… y buena parte del año.
Así que a vestirme de buena gana, un poco de agua bien fría en la cara aún hinchada de pesada noche y de sueño cortado de cuajo. El espejo desvergonzado que me avisa muchas cosas en mi cara de cada mañana, cosas que yo espanto enseguida arrastrando el pensamiento hacia lejos de las arrugas y de las canas.
Emprendo el camino hacia la tierra donde estás mis muertos y donde me reencuentro con mis vivos. La ruta ya recibe la luz de un sol bien madrugador.
No hay mucho tránsito, pero sí hay un paisaje inquietante a cada paso. Gendarmería y policía desplegadas escenográficamente a lo largo de la ruta.
Es que en estos días, como en aquellos días de finales de 2001, varios grupos de delincuentes se volcaron a las calles a saquear comercios en varios lugares del país.
Los relatores del relato se apuran a decir que ésta Argentina no es la Argentina del 2001. Y eso es verdad. En el 2001 en Argentina había una democracia y había instituciones.
Los relatores del relato se apuran a decir que estos saqueos están organizados. Efectivamente, y de la misma manera en que el peronismo organizó los saqueos del 2001, cuando minó al gobierno del Dr. De la Rua.
En eso tienen razón, los saqueos son tan iguales a los del 2001 que es imposible no pensar en que están organizados por el mismo partido político.
Las radios hablan poco del tema. En una democracia hubiera sido distinto. Los canales de televisión muestran un poco. Funcionarios enriquecidos hasta lo obsceno, con patrimonios imposibles de justificar en diez vidas, critican a marginales que aprovechan el operativo tierra de nadie, para robarse un plasma de 32 pulgadas. Los funcionarios no tienen cara…
En Bariloche, donde comenzaron los saqueos, la policía intenta dispersar a los delincuentes con gomeras. Sí, con gomeras!. Mientras una horda de salvajes vacía un supermercado, la policía los corre con la misma “arma” con que los gurises cazan pajaritos. En Rosario los delincuentes tuvieron menos suerte y acusaron dos bajas. Un muerto de bala y una mujer desangrada entre las góndolas de los fideos por un corte profundo. Argentinos descartables del modelo “nacional y popular”.
No es casual que los delincuentes enfrenten a la policía sin miedos ni miramientos. Después de todo, el Modelo kirchnerista milita cada día y se esfuerza cada día en dotar de más y mejores derechos a los delincuentes, en desmedro de los derechos de los ciudadanos decentes y civilizados.
Unos días antes de los saqueos en tierra de nadie, la  ministra Nilda Garré había anunciado la firma de un convenio entre el ministerio de defensa y el Congreso, a fin de instruir a la policía en “la utilización racional de la fuerza”. Luego de firmar el acuerdo, la ministra dijo: “Nuestra idea es nunca abatir al delincuente. Que la policía utilice la fuerza de manera excepcional y en su mínima expresión". Unas semanas antes, la misma ministra había descabezado parte de la policía federal, al ver en Crónica que un delincuente detenido en flagrancia, había estado esperando el acta bajo la lluvia y no en un lugar más resguardado.
No digo que esté bien ni digo que esté mal. Digo que esta es la política del gobierno. Legislar derechos para los delincuentes. Lo sabe la policía, que está de manos atadas.
Y lo saben los delincuentes, que a sus anchas se florean por las calles.
Si los que protestan en las calles del país están bien vestidos y no pisan el pasto… el gobierno dice que están pagos por Clarín. Si los que saquean supermercados son marginales de barrios devastados por la indigencia y la droga sin control… el gobierno afirma por cadena nacional que son pagados por Moyano. Es el Modelo del gran bonete.
Así que entre gendarmes y policías y depósitos saqueados por desaforados, anduve la ruta. Viaje agridulce. Triste por una violencia social y política que va en aumento. Feliz porque son fechas especiales de familia, de amigos y de reencuentros.
Estas fechas, cómo negarlo, son fechas especiales en la vida de cada uno.
No solo de uno hacia afuera sino también de uno hacia adentro. Asumirlo o no es otro cantar… pero llegan estas fechas y cada uno de nosotros se mira y se piensa.
No hace falta ser un filósofo… ni puntear apuntes en una pequeña libreta, como aprendí en La Obra de San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, para seguir prolijamente mi examen de conciencia. Ni siquiera hace falta sacar turno en el analista, para que sentado junto a nosotros con lápiz y papel, hurgue en los adentros de los abismales “yoes” a doscientos mangos la hora, en busca de esas culpas que nunca han de venir.
No señor, nada de eso hace falta… ya el almanaque interno se conjura con el almanaque de la calle,  y nos avisa con pequeños detalles. Un arbolito de navidad en la vidriera de un negocio una tarde de fines de noviembre, o una guirnalda de luces cruzando la calle, o un árbol torcido de luces blancas a un costado de la plaza, qué se yo, mil cosas pueden ser los disparadores tempraneros de nuestras alarmas de fin de año.


Y ese detalle que es como la campana de la última vuelta en que los corredores que venían regulando la marcha de pronto enloquecen para correr en los últimos metros todo lo que antes no corrieron, da paso a la locura desenfrenada hacia el 31 de diciembre.
Y ahí uno, después de la locura desatada de compras y de gastos, de a poco entra sin querer en un balance un tanto melancólico de su vida. Se mira al espejo, o cierra los ojos… o solo vuela con su pensamiento y cae en la cuenta de que es otro año que se va. Y es otro nuevo año que se viene.
Y entonces ese ejercicio casi involuntario de raspar un poquito debajo de la cáscara con la que nos cubrimos para vivir sin que la vida nos lastime profundo, en busca de respuestas, de presagios, de preguntas. Llega fin de año y uno se piensa desde lo que arrastra en vida, en recuerdos, en penas, en alegrías, en felicidades, en tristezas…en ausencias. En culpas.
Porque uno llega a este mundo con más o menor fortuna, pero con las esperanzas intactas. La vida se encarga luego de cambiar las cosas. De ponerlas en su lugar.
Los Cristianos tenemos en la Navidad, la fiesta de la Esperanza. La que poco a poco el esnobismo va queriendo convertirla en un gastadero absurdo de plata.
Y todos tenemos en el año nuevo una fiesta de esperanza renovada. De promesas de sueños por cumplir.
En un país que se repite en dramatismo y no se cansa de ahogarse en violencia, mis deseos serán en éstas fiestas, los deseos de una Argentina en paz.
Claro que mis deseos, tienen el pequeño gran escollo de un gobierno inescrupulosamente corrupto, al que le gusta coquetear con la violencia.
No importa, yo rezaré más fuerte.

Horacio Ricardo Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tb rezaré por ellos y sus Familiares....!

Jorge, El Francés
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