sábado, 6 de octubre de 2012

En una esquina de Flores....





La lluvia es insistente. Pertinaz.
El agua cae contundente… “llueve a cántaros”, como decía mi abuelita cuando la lluvia se desataba estrepitosa. Pobre abuela, que murió convencida de que Perón había sido el nuevo San Martín.
El agua se escurre por enormes bocas de tormentas de a borbotones. Corre furiosa junto al cordón calcando las formas desparejas de un adoquín acerado. Llega a la esquina, hace una extraña pirueta en arremolinadas formas y se desbarranca hacia un abismo en las entrañas de la inmensa avenida.
Las luces mortecinas, como si imaginaran una ciudad triste, dibujan muecas extrañas en las veredas… y se deshacen camino a las calles.
Estoy en una esquina del barrio porteño de Flores. Hay gente que corre a buscar refugio en una heladería paqueta que espanta a los clientes con un cartel de lujo que avisa a 100 pesos el kilo de helado premium.
Recién en Flores me entero que hay helados tan refinados como las naftas de alta gama. Los dos mangos del boleto del 113 que me trajo desde barrancas ya están justificados.
Es que sin avisar llegó esta vez la lluvia. Ni siquiera un aviso de trueno. Nada. Una brisa fresca sin mucho espamento… y el chaparrón desatado y la gente que corre y los autos que apuran esa canción única de las ruedas sobre una calle mojada.
Por buscar refugio no escuché que el teléfono había llamado. Dos llamadas perdidas me avisa una pantalla de azul tenue. Las dos son de Eduardo, uno de los HOMBRES con quien he quedado en encontrarme este viernes para cenar. Las mayúsculas obviamente son adrede.
Es viernes y es 5 de octubre. Y llueve. Los televisores de las vidrieras tienen puesto el canal del fruto prohibido. Vaya a saber si es casualidad o antikirchnerismo subliminal. Al menos esto aún no está prohibido… mañana quién sabe.
Un taxista estaciona del lado incorrecto para que baje una pasajera que parece viene dándole a la charla duro y parejo. El taxista ya estiró dos veces la mano para conseguir su pago, pero la señora está más concentrada en protestar contra el gobierno que en pagar el viaje. Al fin paga, le grita al taxista que se quede con el vuelto. Se baja, y azota la puerta con tanta fuerza que el taxista desde la ventanilla le grita: “señora, ¿seguro que no se olvidó de cerrar la puerta?”.
No sé si la señora entendió el sarcasmo, porque ya estaba en carrera franca hacia una marquesina para no mojarse: “qué tiempo loco”, me dice al pasar sin esperar una respuesta.
Otro mensaje en el teléfono celular. Otra vez Eduardo. Me avisa que están demorados en el tránsito caótico de una avenida incompatible con la lluvia.
Yo sigo bajo el techito de la vidriera de los muchos televisores con imágenes calcadas.
La noticia estelar en el canal del fruto prohibido, es la protesta salarial de los suboficiales de la Prefectura y la Gendarmería. Hay un señor uniformado, perfectamente peinado, un tanto regordete que micrófono en mano enumera los puntos del reclamo. En la imagen, el canal sobreimprime su nombre: Raúl Maza. Y lo presenta como vocero de la protesta. Me llama la atención la insistencia del hombre por aclarar que los de la protesta “son 100% democráticos.”  “…No buscamos desestabilizar a nadie. Amamos la democracia y la queremos cuidar. Además, no conocen mi historia… nosotros somos cien por ciento democráticos…” repite una y otra vez Raúl Maza, quien pelea por un básico de $ 7.000


Desde que el gobierno buscó el conflicto salarial en las fuerzas armadas y de seguridad con el Decreto 1307/2012, firmado por la presidenta, Nilda Garré y Juan Abal Medina (todos Montoparientes) que, como globo de ensayo se aplicó primero en Prefectura y Gendarmería para la liquidación de los sueldos del mes de Setiembre de 2012, ya se sabía que la nueva liquidación iba a suponer disminuciones de hasta 60% del haber neto percibido por el personal, especialmente suboficiales y tropa, respecto al mes de agosto 2012.
Lo que el gobierno no supuso, es que los suboficiales se iban a animar a protestar. Y desatada la protesta, el gobierno se calzó el disfraz que mejor le queda: hacerse la víctima ante actitudes “golpistas”.


Por eso Maza da tantas explicaciones. Y en sus miedos, o en su ignorancia, da a entender que los oficiales y suboficiales que en otros años combatieron al terrorismo en Argentina “no eran democráticos”. Muy equivocado está don Maza. O mal informado, o lo que es peor, le han lavado la cabeza. En los años 70, los oficiales y suboficiales fueron democráticos y subordinados, y por eso hoy están pagando las consecuencias con persecución e injustos encarcelamientos.
Pero ya lo empieza a entender mejor don Maza. Es que la historia se repite en parodia. Los decretos que en los 70 ordenaban “aniquilar al terrorismo”, fueron firmados por el gobierno peronista de entonces. Como los decretos salariales que hoy han desatado la indignación de los suboficiales… y así, los uniformados de ayer están presos por haber cumplido las órdenes y haber defendido las instituciones. Y los de hoy están pasados a disponibilidad, por osar protestar ante un régimen que necesita generar temor.
Estertores del régimen. Los gendarmes y los agentes de la Prefectura que ahora cuidan las villas y los barrios del conurbano con más esmero oficial que las fronteras sin radar por las que pasan los narcos, han perdido la carrera o la están por perder, sólo por pedir un básico de 7000 pesos. Por luchar para que el gobierno del régimen no les pague el 50 por ciento de los sueldos en NEGRO, como viene haciéndolo desde hace una década… mientras tanto, el “vocero” todo terreno Aníbal Fernández, es fotografiado viajando en la Primera Clase del Vuelo  Alitalia AZ 680 Roma -  BA. Un pasaje que cuesta la friolera de 8000 euros.


Un bocinazo me saca del pensamiento y me desvía la vista del televisor de la vidriera. Eduardo está estacionando. Es que hoy es 5 de octubre, y es el día nacional de las Víctimas del terrorismo de Argentina. Un 5 de octubre un grupo terrorista denominado Montoneros, entró al regimiento de Formosa una siesta, y fusiló a los conscriptos que se estaban bañando: “Acá no se rinde nadie mierda!!” gritó el soldado Hermindo Luna, que murió acribillado pero comenzó con su grito la resistencia. Y yo me junto a cenar con varios conscriptos del cuartel de La Tablada, también atacado por un grupo terrorista, pero en 1989, durante el gobierno de Alfonsín. Ceno hoy con Eduardo Navacués quien, a los 18 años, los terroristas lo sorprendieron en calzoncillos, lo pusieron como escudo humano, simularon fusilarlo. Eduardo Navascués sobrevivió a ése infierno. Pero el infierno siguió, seis meses después de La Tablada, le pegaron un tiro en la espalda cuando iba a declarar. La bala tenía el sello del Movimiento Todos por la Patria.
Yo sé que usted no conoce la historia de Eduardo Navascués, ni la de ninguno de los otros 8 conscriptos que hoy cenan en esta esquina porteña del barrio de Flores.
Es que el régimen que nos gobierna ha elegido olvidar a los argentinos como Navascués, y ha elegido ensalzar a los terroristas que una mañana de enero, le arruinaron la vida a muchos Navascués.
Pero yo no.

Horacio Ricardo Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios

1 comentario:

Carlos_T dijo...

Así es Horacio, este gobieorno que dice no tener dinero para solucionar el legítimo reclamo salarial de los gendarmes y prefectos si lo dispone para aumentar un 40% los gastos del congreso a partir del próximo año, o los 2 millones de dolares diarios que se vuelcan en Aerorruinas.