domingo, 27 de mayo de 2012

Trelew: Los "fusilados" eran fusiladores

Mirta y Mónica Valenzuela, hijas del guardiacárcel asesinado por terroristas argentinos




Por Rolando Tobarez
Diaro La Jornada


La última vez se las vio con un equipo de mate en las filas más lejanas del Cine Teatro “José Hernández” de Rawson. Pero no saben si volverán. Dicen que ese día el testimonio de Alicia, la viuda de Rubén Pedro Bonet, les llenó el estómago de bronca. Parecían escuchar pacientes pero se aguantaron saltar de su butaca y gritarle de todo. Las mellizas Mirta y Mónica son hijas de Juan Gregorio Valenzuela, el guardia cárcel de la Unidad Penitenciaria 6 de Rawson, único muerto durante la fuga del 15 de agosto de 1972. 

Tienen el brillo del enojo en los ojos. Esperaban el juicio por la Masacre de Trelew por si alguien decía algo sobre la muerte de su papá. Pero nada. “Ellos dicen que hace 40 años que esperan justicia, ¿y nuestra familia?”, se quejan. Juan Carlos, otro hermano, es el más dolido y prefirió no hablar. El cuarto, Enrique, falleció, igual que Ramona, su madre. “Cuando a mi papá lo mataron, ella murió con él y no quiso saber más nada”, dicen. 

Todos hablan de los 19 fusilados del 22 de agosto. El caso Valenzuela es el costado incómodo de la historia, mezclado con las banderas de los Derechos Humanos que invaden Rawson desde que las audiencias comenzaron. “Todo empezó en la U-6 y a mi papá le costó la vida. Pero de eso nadie dice nada”.

La tarde de ese 15, Valenzuela hacía guardia en la puerta junto con Justino Galarraga y un tercero, Montenegro. Vieron venir a decenas de guerrilleros vestidos de penitenciarios. El penal ya estaba tomado. Según sus hijas, su papá tardó en reconocer que esos no eran sus compañeros. Dio la voz de alto pero le pidieron que se entregue. Ni loco, pero se tocó la cartuchera y no tenía la pistola. Cuando la buscó sobre la mesa fue tarde para defenderse: una ráfaga lo acribilló. “Tenía el cinturón como un colador”, aseguran sus hijas. 

Su versión es que Ana María Villarreal de Santucho ya se iba de la cárcel. Pero volvió sobre sus pasos y lo remató en la cabeza. Fueron 13 disparos más el tiro de gracia. “Eso me contó Galarraga entre llantos. Lo fui a ver a Misiones –relata Mirta-. En la entrada mi papá los tenía muy encima cuando se da cuenta de que ese tropel no eran sus compañeros. Cuando grita ´¡Alto, ¿quién vive!” recibe la ráfaga. Maldigo la hora en que no se entregó. Nunca pensaron que se iban a encontrar con Valenzuela ni que los iba a enfrentar”. 

“Galarraga no me reconoció hasta que le dijeron de quién era hija. Me miraba y no caía. ¡Cómo lloraba ese hombre! Le dije que si él podía, quería escuchar su versión”. Le relató esos minutos entre llantos. Que aguantó la respiración y se hizo el muerto; que en el piso la mujer de Santucho le patea las costillas y la escucha decir “Este no respira, está muerto, vamos”. El guardia salvó su vida en el hospital. 

Juan Carlos tenía 12, Enrique 10 y las mellizas, 9. Caía la noche y Gregorio no volvía. “Mamá nos dice que algo debe haber pasado y se va hasta una esquina a ver qué sucedía. Volvió transformada”. Era un amontonamiento de patrulleros, ambulancias y penitenciarios corriendo. Penetrante, la sirena de la U-6 llamaba a todos a presentarse de urgencia, hasta los de franco. “Nunca me olvido que iban en patas por la calle, poniéndose los pantalones y los borceguíes “. 

“Aunque papá tanto no contaba, mi mamá decía que se sabía que algo raro pasaba porque de repente empezaron a dejar entrar cosas que antes no se permitían y se dejaron de hacer requisas: un auto sí, el otro no”. Al fitito rojo del cura Nicola nadie lo tocaba aunque cargaba armas.

“Les llevó 6 meses estudiar la vida de todos los penitenciarios y concluyeron que uno de ellos, Carmelo Facio, era un jugador empedernido. Lo ´chuparon´ y fue quien entregó la Unidad”. Parece que hubo 5 mil pesos de la época para que ese guardiacárcel ayudara a los guerrilleros: primero 2.500 y el resto si se concretaba. Otros dicen que fueron 10 millones. “La mujer de Facio trabajaba en la Unidad y ese día se retira descompuesta porque sabía de la fuga”, dicen las mellizas.

Maldicen haber sido tan chicas ese día y haber entendido tan poco el revuelo alrededor. “De tan inocentes ese día hasta fuimos a la escuela y nadie nos dijo que no. Hubiésemos golpeado puertas mucho antes”, aseguran. Mirta hizo un intento años después con abogados locales. Era tarde: el caso prescribió y no se puede reclamar ni indemnización. Lo de Valenzuela no fue lesa humanidad. A la melliza se le prende una esperanza cuando ve el caso de Claudia Rucci, la hija de José, el gremialista asesinado. “Ella reabrió el caso pero según mi marido, tiene la suerte, entre comillas, de que los que mataron al padre están vivos. Me anima a golpear puertas pero están cerradas. No te dan bola, ya pasó”

14 comentarios:

capitan futuro dijo...

la frase final encierra juntamente la paradoja de la impunidad que genera la desaparición forzada de personas: los responsables no están vivos. O fueron fusilados ilegalmente por un gobierno ilegítimo e ilegal como el que regía el país o fueron desaparecidos por la última dictadura. háganse cargo

Memoria dijo...

capitán futuro, tenés el cinismo propio de tus camaradas subversivos muertos. Ellos de alguna forma murieron peleando: pero vos sos un completo inútil que hace la revolución detrás de una PC y escribiendo boludeces por dos mangos. Das lástima, revolucionario de cartón!

Anónimo dijo...

En Neuquén los organismos mal llamados defensores de los DDHH plantaron 14 arbolitos, en recuerdo de los camaradas caídos. No se por qué 14 si ahora dicen que son 19, debe ser la inflación.
Los arbolitos duraron poco tiempo, al día siguiente los prendieron fuego los vecinos de la zona.
En el interior, esta propaganda no surte tanto efecto como en los centros urbanos.

Anónimo dijo...

Palmeta, seguí sangrando por la herida del orto.

Anónimo dijo...

Sr. Horaci Palma:
Según usted, en los años setentas hubo una guerra. Y siempre según usted toda guerra es cruel y en ella hay "bajas de combate". También, en toda guerra, y siempre según usted, los enemigos se enfrentan violentamente y es lo normal la muerte violenta.
Bueno, haga una cosa: tómese la muerte de este militar como una de las tantas bajas de combate que existe en toda guerra...siempre según usted.
Verá como todo se le hace mas fácil de entender. O no.

Anónimo dijo...

Hace tiempo, habíamos empezado a desarrollar con el amigo Horacio Zaratiegui, la teoría de que los jefes guerrilleros, en Trelew, habían conformado su huída, sea como fuere, contra la entrega de los 19 que quedaron. De modo tal, que los seis que lograron huir habían comprado con sangre (ajena) su libertad.
Alguien debe tener idea de esta teoría.
Rosalía

Anónimo dijo...

Hace tiempo, habíamos empezado a desarrollar con el amigo Horacio Zaratiegui, la teoría de que los jefes guerrilleros, en Trelew, habían conformado su huída, sea como fuere, contra la entrega de los 19 que quedaron. De modo tal, que los seis que lograron huir habían comprado con sangre (ajena) su libertad.
Alguien debe tener idea de esta teoría.
Rosalía

Arturo Blas dijo...

Gloria y honor a los héroes que nos salvaron del trapo rojo!
Arturo Blas

Anónimo dijo...

Rosalía, esa idea que usted expone no es descabellada, en lo absoluto. Muchos analistas piensan igual. De hecho, los jerarcas escaparon sanos y salvos en un avión que los estaba esperando y el resto tuvo que arreglárselas por su cuenta. Incluyendo a la esposa embarazada de Santucho. Divorcio a lo zurdo.
En cuanto al señor (señor?) que dice que el guardiacárcel fue una baja de la guerra, está muy bien, pero ustedes acepten que la empezaron, eligieron las armas, el lugar, el terreno y perdieron en su propia ley. No se puede estar de los dos lados del mostrador.

capitan futuro dijo...

Los asesinados en trelew y los que luego fueron desaparecidos, no murieeron peleando. Unos cayeron acostados bajo las balas de unas ametralaldoras, otros desduso y atados en una cama de metal.
¿Donde está en enfrentamiento en la base aérea Zar?

Anónimo dijo...

Ese muchacho deberia tener un monumento...al candado pelotudo.
Saludos
AVOMPLA
pd: como se estas entregando entre Uds...a Don Jorge no lo podemos hacer callar.

Anónimo dijo...

Hay que contestarle a ese Capitan Futuro (que es como el Capitán Piluso, de tan iluso)oara que se calle de una vez para siempre:

Transcribo declaraciones de Martín CAPARROS, que dijo ante la periodista de Clarín, Ana Laura Pérez, lo siguiente:(22/11/1998) Había reconocido que “durante muchos años todos, incluso los organismos de derechos humanos y los familiares de las víctimas de la dictadura, tendieron a decir que los muertos en el 70 eran muchachos muy buenos que estaban en la casa mirando la tele, vinieron los militares, que eran muy malos, muy malos, muy malos, y se los llevaron y les hicieron cosas horribles. Como si decir que militaban en organizaciones que tenían que ver con Montoneros y el ERP justificara que los militares los secuestraran y asesinaran. El no decir quiénes eran, qué habían hecho, el no decir por qué los militares los mataron, equivale de alguna manera a suscribir el discurso militar. Contra eso está hecha “La Voluntad”… Al no contar su historia de militantes y contarlos sólo como objeto de esas torturas, secuestros y asesinatos lo que se hacía, se hizo y se sigue haciendo, es desaparecer a los desaparecidos”
Estas declaraciones, Caparrós las reafirmó el 24 de Mayo pasado, en la causa "Larrabure".-

Rosalía

Anónimo dijo...

Hay que contestarle a ese Capitán Futuro (que es como Capitán Piluso, de iluso que es).

La querella en el caso "Larrabure", este 24 de Mayo pasado, le recordó a Martín CAPARROS que ante la periodista de Clarín, Ana Laura Pérez, él (Caparros)había el 22/11/1998 reconocido que”“durante muchos años todos, incluso los organismos de derechos humanos y los familiares de las víctimas de la dictadura, tendieron a decir que los muertos en el 70 eran muchachos muy buenos que estaban en la casa mirando la tele, vinieron los militares, que eran muy malos, muy malos, muy malos, y se los llevaron y les hicieron cosas horribles. Como si decir que militaban en organizaciones que tenían que ver con Montoneros y el ERP justificara que los militares los secuestraran y asesinaran. El no decir quiénes eran, qué habían hecho, el no decir por qué los militares los mataron, equivale de alguna manera a suscribir el discurso militar. Contra eso está hecha “La Voluntad”… Al no contar su historia de militantes y contarlos sólo como objeto de esas torturas, secuestros y asesinatos lo que se hacía, se hizo y se sigue haciendo, es desaparecer a los desaparecidos”.

A ver si te callas, Capitán Futuro, que tus dichos no tienen firmeza, ni sustancia.

Rosalía

Anónimo dijo...

A me olvidé..saludos a Chiarello.
AVOMPLA