"No
hagas caso, siempre los prudentes han llamado locuras a las Obras de
Dios..."
(Camino
479 - San Josemaría Escribá de Balaguer.
Fundador del Opus Dei)
Y
se fue el año nomás. Otro más dirá el optimista. Otro menos dirá el pesimista de
siempre.
Estas
fechas, que marcan el fin o el principio de algo, son propicias siempre para
hacer balances. Para hacer recuentos. Para hacer un alto y contemplar hacia
atrás de cara al futuro.
Siempre
recuerdo, familia de contadores al fin, que esta época era para mi viejo y para
mi abuelo una época frenética de trabajo. Los carteles: “Cerrado por balance”
eran las estrellas de cada fin de año. Un año que termina es un círculo que se
cierra. Una etapa si se quiere, uno de esos hitos que a los hombres nos gustan
para hacer un balance.
Así
aparecen lo bueno y lo malo del año. Lo mejor y lo peor del año. Los sucesos
del año. La noticia del año. El año en fotos. El año en noticias. El año en
palabras. Los que se fueron… los que llegaron. En fin, cada uno desde su mundo
pinta su año.
También
cada fin de año la gente entra en una carrera contra reloj difícil de explicar.
Una enfurecida carrera de locura y humores varios, como si lo que se terminara
no fuera el año sino el mundo. Pero para qué quejarse si cada año es igual… o
peor.
Correr
frenéticamente hacia el 31 a la noche, para despertarnos el 1 y ver que a pesar
del ciclo que se cerró… la vida y el mundo siguen inexorablemente iguales.
En
un anuncio escueto, la presidencia de la Nación anuncia varios temas y así como
al pasar tira la noticia bomba: la presidenta será operada el 4 de enero de un
tumor en la glándula tiroides.
El
gobierno hace el anuncio minimizando el tema, y los medios se lanzan a
desmenuzar hasta el hartazgo la noticia. Si los zarpazos del régimen hubieran
sido más certeros, para el tiempo de este anuncio hubieran ya podido manipular todos
los medios para que los títulos gritaran más la palabra “Tumor” y menos
“Cáncer”.
Pero
aún el régimen de los K no ha podido dominarlos a su antojo, a pesar del empeño
enjundioso, y todavía hay medios que resisten dando la batalla de decir en
libertad.
Argentina
tiene una larga historia de antagonismos que, a fuerza de ser sinceros, en los
últimos 70 años siempre involucraron de alguna manera al peronismo. Por eso
cada vez que aparecen este tipo de noticias, es difícil emitir opinión sin que
los peronistas remitan a las viejas pintadas en tiempos de peronismo salvaje y
gorilismo batallador. En aquellos años Evita se moría de cáncer y alguien
pintaba “viva el cáncer” en las paredes de Buenos Aires.
Siempre
Argentina se desangró en oposiciones brutales que desembocaron en tragedia la
mayoría de las veces. Poca civilización y mucha barbarie. Hasta el día de hoy
peronistas y antiperonistas, o militantes sin credo, pintan cosas peores en
paredes ajadas de espanto.
Así,
en pocos minutos cada argentino se hace oncólogo y opina y anima conjeturas sin
temor al ridículo. Es el deporte nacional. Es un poco nuestro folclore. Nos
haría falta hoy una mente brillante como la de J. B. Ambrosetti para
entendernos mejor.
Y
la noticia del cáncer, otro más en un presidente de Latinoamérica, y el
“compañero” Chávez que planta bandera y saca cuentas y hace un repaso y grita
con su discurso de siempre que él está convencido que Estados Unidos ha urdido
un plan para implantar el cáncer en los mandatarios sudamericanos.
Lugo,
¿Fidel?, Lula, Dilma, él mismo y ahora la presidenta de Argentina, perseguidos
por la enfermedad del nombre tabú. Cáncer. Y no es tan dramático que Hugo
Chávez esboce como es su costumbre alguna descabellada idea sobre el enésimo
complot… lo grave es que haya gente que lo tome en serio.
Pero
más allá de la cantinela Chavista o de los eufemismos de la corporación mediática
kirchnerista, la vida es así. Si mi abuelita viviera, ella que hasta último
momento vivió abrazada a la foto de santa Evita, diría que “nadie tiene la
salud comprada”.
Uno
cree tener la solución de todo, de todos y de todas, y de pronto brota un problema
inesperado en el momento menos pensado. Es ese zamarreo de vida que nos vuelve
al mundo. Es ese llamado de atención que nos recuerda que somos mortales. Que
estamos todos de paso. Todos.
Paradoja
uno, en el momento en que el kirchnerismo veía como enemigos a las grandes
corporaciones, resulta que deben pelear contra células de 7 micrones. Así es la
vida. Una de cal y otra de arena. Una mala noticia en medio de la fiesta del
54%, y los mismos que hasta ayer defendían esa historia novelada donde el
mandamás del grupo Clarín aparecía hablando con dificultad por su cáncer de
garganta, esos mismos ahora impugnan opiniones en nombre del respeto. Ahora,
los que ayer aplaudían la personificación de Magnetto enfermo de cáncer, piden respeto reverencial ante la noticia triste de la enfermedad de nuestra
presidenta….otra vez la vida. Otra vez el destino. Otra vez la realidad con su
impronta.
Y
más allá de los discursos eternos dichos con brillantez en cadena nacional, esa
necesidad brutal que aparece con su cara de hereje. Paradoja dos. Justo allí, donde
con el discurso rebuscado se pretende embaucar a la realidad. Los discursos
bien dichos convencen la incredulidad de los desprevenidos. Atontan a los que
cómodamente se sientan a creer lo que se dice más allá de la realidad que se
ve.
Ya
en épocas de don Néstor, mucho antes de sospechar el dantesco Mausoleo, cuando
el discurso populista bautizado nacional y popular asomaba con cierta timidez
al ridículo, nos presentaban las bondades del hospital público con tanta
seguridad, que daban ganas de largar todo e internarse en esa sala modelo de
ese hospital del barrio de la Boca en la ciudad de Buenos Aires, que se
anunciaba como referente presidencial.
Obviamente
ningún presidente volvió a pisar aquella sala después de la inauguración.
Néstor batalló duro contra sus males en distintos sanatorios privados hasta que
su destino dijo basta allá en su Patagonia, donde ahora todo quiere bautizarse
con su nombre menos los hoteles de la familia presidencial y sus pisos de
Puerto Madero.
Otra
vez la necesidad con su cara de hereje. Que cuando las papas queman, nada de
hospital público y mucho menos ponerle cara de culo a la oligarquía ni a la
iglesia “oscurantista”. Cristina elige el Hospital Austral, el Hospital que el
Opus Dei construyó con aportes de Goyo Pérez Companc.
Y
a mí me parece bien. Porque es la presidenta, y porque con la salud “no se
jode”, como decía mi otra abuela.
Sé
lo que es el cáncer y sé lo que es ver sufrir a un enfermo. Sé lo que se sufre
teniendo un ser querido enfermo. Y sé que la enfermedad cambia al hombre, pues
le pone en perspectiva lo importante y lo banal. Festejo que la presidenta del
discurso de convicciones firmes, haya dejado de lado los pruritos y haya
elegido el Austral del Opus Dei y de Pérez Companc.
Mis rezos por su
salud… y mis deseos para que, más allá del discurso “correcto”, la presidenta
deje de lado los antagonismo estériles… después de todo, parte de la “oligarquía”
y las “corporaciones”, estarán el 4 de enero salvándole la vida.
Horacio R. Palma
El Dia de Gualeguay
4 comentarios:
Te lo digo una vez mas a ver si lo entendés: SE-GUÍ SAN-GRAN-DO - POR - LA - HE-RI-DA - DEL - OR-TO !!!
Para que ponés la estupidez que dice este tipo? Una cosa es permitir la opinión de todas las corrientes de pensamiento pero este con le herida ésa, no dice nada y es desagradable. Es mi humilde opinión.
CHUPITO EL PAME!!!
y la gente del autral del opus dei y demas contentos de tratar a la presidente eso para que veas palmita como es la mano cada vez mas solos estan ustedes
Publicar un comentario