viernes, 30 de diciembre de 2011

Los caminos de la vida...


"No hagas caso, siempre los prudentes han llamado locuras a las Obras de Dios..."
(Camino 479 -  San Josemaría Escribá de Balaguer. Fundador del Opus Dei)


Y se fue el año nomás. Otro más dirá el optimista. Otro menos dirá el pesimista de siempre.
Estas fechas, que marcan el fin o el principio de algo, son propicias siempre para hacer balances. Para hacer recuentos. Para hacer un alto y contemplar hacia atrás de cara al futuro.
Siempre recuerdo, familia de contadores al fin, que esta época era para mi viejo y para mi abuelo una época frenética de trabajo. Los carteles: “Cerrado por balance” eran las estrellas de cada fin de año. Un año que termina es un círculo que se cierra. Una etapa si se quiere, uno de esos hitos que a los hombres nos gustan para hacer un balance.
Así aparecen lo bueno y lo malo del año. Lo mejor y lo peor del año. Los sucesos del año. La noticia del año. El año en fotos. El año en noticias. El año en palabras. Los que se fueron… los que llegaron. En fin, cada uno desde su mundo pinta su año.
También cada fin de año la gente entra en una carrera contra reloj difícil de explicar. Una enfurecida carrera de locura y humores varios, como si lo que se terminara no fuera el año sino el mundo. Pero para qué quejarse si cada año es igual… o peor.
Correr frenéticamente hacia el 31 a la noche, para despertarnos el 1 y ver que a pesar del ciclo que se cerró… la vida y el mundo siguen inexorablemente iguales.
En un anuncio escueto, la presidencia de la Nación anuncia varios temas y así como al pasar tira la noticia bomba: la presidenta será operada el 4 de enero de un tumor en la glándula tiroides.
El gobierno hace el anuncio minimizando el tema, y los medios se lanzan a desmenuzar hasta el hartazgo la noticia. Si los zarpazos del régimen hubieran sido más certeros, para el tiempo de este anuncio hubieran ya podido manipular todos los medios para que los títulos gritaran más la palabra “Tumor” y menos “Cáncer”.

Pero aún el régimen de los K no ha podido dominarlos a su antojo, a pesar del empeño enjundioso, y todavía hay medios que resisten dando la batalla de decir en libertad.
Argentina tiene una larga historia de antagonismos que, a fuerza de ser sinceros, en los últimos 70 años siempre involucraron de alguna manera al peronismo. Por eso cada vez que aparecen este tipo de noticias, es difícil emitir opinión sin que los peronistas remitan a las viejas pintadas en tiempos de peronismo salvaje y gorilismo batallador. En aquellos años Evita se moría de cáncer y alguien pintaba “viva el cáncer” en las paredes de Buenos Aires.
Siempre Argentina se desangró en oposiciones brutales que desembocaron en tragedia la mayoría de las veces. Poca civilización y mucha barbarie. Hasta el día de hoy peronistas y antiperonistas, o militantes sin credo, pintan cosas peores en paredes ajadas de espanto.
Así, en pocos minutos cada argentino se hace oncólogo y opina y anima conjeturas sin temor al ridículo. Es el deporte nacional. Es un poco nuestro folclore. Nos haría falta hoy una mente brillante como la de J. B. Ambrosetti para entendernos mejor.
Y la noticia del cáncer, otro más en un presidente de Latinoamérica, y el “compañero” Chávez que planta bandera y saca cuentas y hace un repaso y grita con su discurso de siempre que él está convencido que Estados Unidos ha urdido un plan para implantar el cáncer en los mandatarios sudamericanos.
Lugo, ¿Fidel?, Lula, Dilma, él mismo y ahora la presidenta de Argentina, perseguidos por la enfermedad del nombre tabú. Cáncer. Y no es tan dramático que Hugo Chávez esboce como es su costumbre alguna descabellada idea sobre el enésimo complot… lo grave es que haya gente que lo tome en serio.
Pero más allá de la cantinela Chavista o de los eufemismos de la corporación mediática kirchnerista, la vida es así. Si mi abuelita viviera, ella que hasta último momento vivió abrazada a la foto de santa Evita, diría que “nadie tiene la salud comprada”.
Uno cree tener la solución de todo, de todos y de todas, y de pronto brota un problema inesperado en el momento menos pensado. Es ese zamarreo de vida que nos vuelve al mundo. Es ese llamado de atención que nos recuerda que somos mortales. Que estamos todos de paso. Todos.


Paradoja uno, en el momento en que el kirchnerismo veía como enemigos a las grandes corporaciones, resulta que deben pelear contra células de 7 micrones. Así es la vida. Una de cal y otra de arena. Una mala noticia en medio de la fiesta del 54%, y los mismos que hasta ayer defendían esa historia novelada donde el mandamás del grupo Clarín aparecía hablando con dificultad por su cáncer de garganta, esos mismos ahora impugnan opiniones en nombre del respeto. Ahora, los que ayer aplaudían la personificación de Magnetto enfermo de cáncer, piden respeto reverencial ante la noticia triste de la enfermedad de nuestra presidenta….otra vez la vida. Otra vez el destino. Otra vez la realidad con su impronta.
Y más allá de los discursos eternos dichos con brillantez en cadena nacional, esa necesidad brutal que aparece con su cara de hereje. Paradoja dos. Justo allí, donde con el discurso rebuscado se pretende embaucar a la realidad. Los discursos bien dichos convencen la incredulidad de los desprevenidos. Atontan a los que cómodamente se sientan a creer lo que se dice más allá de la realidad que se ve.
Ya en épocas de don Néstor, mucho antes de sospechar el dantesco Mausoleo, cuando el discurso populista bautizado nacional y popular asomaba con cierta timidez al ridículo, nos presentaban las bondades del hospital público con tanta seguridad, que daban ganas de largar todo e internarse en esa sala modelo de ese hospital del barrio de la Boca en la ciudad de Buenos Aires, que se anunciaba como referente presidencial.
Obviamente ningún presidente volvió a pisar aquella sala después de la inauguración. Néstor batalló duro contra sus males en distintos sanatorios privados hasta que su destino dijo basta allá en su Patagonia, donde ahora todo quiere bautizarse con su nombre menos los hoteles de la familia presidencial y sus pisos de Puerto Madero.
Otra vez la necesidad con su cara de hereje. Que cuando las papas queman, nada de hospital público y mucho menos ponerle cara de culo a la oligarquía ni a la iglesia “oscurantista”. Cristina elige el Hospital Austral, el Hospital que el Opus Dei construyó con aportes de Goyo Pérez Companc.
Y a mí me parece bien. Porque es la presidenta, y porque con la salud “no se jode”, como decía mi otra abuela.
Sé lo que es el cáncer y sé lo que es ver sufrir a un enfermo. Sé lo que se sufre teniendo un ser querido enfermo. Y sé que la enfermedad cambia al hombre, pues le pone en perspectiva lo importante y lo banal. Festejo que la presidenta del discurso de convicciones firmes, haya dejado de lado los pruritos y haya elegido el Austral del Opus Dei y de Pérez Companc.

Mis rezos por su salud… y mis deseos para que, más allá del discurso “correcto”, la presidenta deje de lado los antagonismo estériles… después de todo, parte de la “oligarquía” y las “corporaciones”, estarán el 4 de enero salvándole la vida. 

Horacio R. Palma
El Dia de Gualeguay

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Te lo digo una vez mas a ver si lo entendés: SE-GUÍ SAN-GRAN-DO - POR - LA - HE-RI-DA - DEL - OR-TO !!!

Anónimo dijo...

Para que ponés la estupidez que dice este tipo? Una cosa es permitir la opinión de todas las corrientes de pensamiento pero este con le herida ésa, no dice nada y es desagradable. Es mi humilde opinión.

Anónimo dijo...

CHUPITO EL PAME!!!

Anónimo dijo...

y la gente del autral del opus dei y demas contentos de tratar a la presidente eso para que veas palmita como es la mano cada vez mas solos estan ustedes