“La vida te da sorpresas… sorpresas te da la vida. Sí señor…”, cantaba hace muchos años Rubén Blades al final de su Pedro Navaja.
Bueno, también lo sigue cantando en nuestros días, y lo seguirá cantando hasta que muera porque se lo seguirán pidiendo hasta en el último suspiro. Y el famoso Pedro Navaja, el de “la mano siempre dentro el gabán…”, seguirá escuchándose allende la vida de su autor, pues don Rubén será recordado casi exclusivamente por ese tema.
Son los misterios insondables entre algunos éxitos de los artistas y el inefable gusto de ese inefable público que somos todos nosotros.
Y en verdad la vida nos da sorpresas. Sorpresas propias y extrañas sorpresas. Y claro que debe ser duro el golpe. Claro que la estantería se balancea como amenazando la debacle. Claro que el mundo pareciera venírsenos encima. Como si un abismo insondable se abriera inexplicable ante nuestros pasos.
Y el hablar omnipotente se vuelve entonces hablar sombrío. Y el andar de súper poderoso se vuelve andar cauto. Y el decir eterno se vuelve terrenal decir.
A diferencia del cuidado estricto, del esmerado recelo que ponemos para cuidarnos de ciertas fechas de vencimiento en productos perecederos… poco recordamos que nuestros huesos también caminan los caminos de este mundo con fecha de vencimiento.
Porque hablar increpando desde el púlpito del Poder soberano con el rigor de un todopoderoso, da una cierta sensación de ensueño. Allá arriba, señor de las vidas y de las muertes. Señor de los destinos de todos y el mismísimo destino de uno. Cuatro horas de diatribas a los gritos. De recitados místicos y de conjuros de eternidad terminan fatalmente por convencer eternidad al más terrenal de los seres.
Yo, El Supremo, o el caos. Yo, el Supremo… o el abismo. Yo, El Supremo, el indispensable. Yo, Yo y sólo Yo.
“Que el cementerio, ahíto está de indispensables” decía mi abuelita que murió creyendo que sería peronismo de Perón y Evita todo el peronismo que vendría después. Pobre abuela, por suerte murió antes de ver el “peronismo posmoderno” que es una especie de peronismo travestido donde entran “todos y todas” “chorras y chorros” “biblias y calefones” “sables sin remaches y locos remachados”… que de haberlo visto, mi abuelita se habría cortado las venas con alguna de las joyas millonarias y exclusivas de su santa patrona Evita.
Pero la historia de los Supremos latinoamericanos tiene este tipo de ribetes caricaturescos.
Los caudillos de la “América profunda” como gustan llamar al subdesarrollo los falsos progresistas latinoamericanos, son Caudillos muy caudillos parados frente al espejo engañero, ese que presta un ego tan grande como las mentiras tiranas, que arengan a refundar la historia o morir en el intento.
Pero del otro lado está la realidad. Está el destino mortal e inexorable. Está la fecha de vencimiento que no repara en linajes ni protocolos. A la señora dama ésta, antipática entre las antipáticas, le da lo mismo llevarse un tirano que un santo. Un genio que un imbécil. Ella llega puntual, a la hora en que nadie la espera y se lleva a todos. Nos lleva a todos.
Recuerdo a Roa Bastos, Augusto de nombre y escritor augusto. Don Roa Bastos fue emblemático escritor de la América profunda… sí, como gustan llamar a ciertos lugares de América los falsos progresistas latinos enamorados del subdesarrollo. Don Roa Bastos fue quien inmortalizó la vida del abogado dictador y tirano paraguayo: Gaspar Francia.
También varias novelas del genial escritor paraguayo fueron filmadas por Armando Bo y actuadas “estelarmente” por los pechos enormes e hipnóticos de Isabel Sarli… pero eso es otro costado de la historia.
Porque hay historias que se entrecruzan en los laberintos de la Historia. Los Supremos caudillos de estos pagos no empezaron con los Castro ni con Hugo Chávez. No señor. Gaspar Francia, el dictador paraguayo que gobernó con mano de hierro en la primera mitad del siglo XIX. Fue poderoso entre los poderosos. Señor de las vidas y de las muertes. Pero un día encontró él mismo su debilidad. Su talón de Aquiles. El miedo a la muerte. Así el tirano paraguayo tomó prisionero a Amado Bonpland. Aimé Bonpland, médico y botánico francés estaba trabajando para otro Supremo, el Supremo Entrerriano. Don Pancho Ramírez lo tenía trabajando en las plantaciones de yerba mate. El Supremo paraguayo se enteró de las intenciones de El Supremo Entrerriano y mandó su gente a cruzar el río, quemar las plantaciones y secuestrar al médico francés de envidiable reputación. Lo hizo traer a su lado y lo obligó a ser su médico personal. Fue Amado Bonpland así, el primer preso político de los tiranos que abundan en la “América profunda” estancada de falso progresismo.
De poco valieron las exigencias para que Gaspar Francia liberara al médico y botánico francés que hiciera Simón Bolívar, que había conocido a Bonpland en los burdeles de París.
Solo una década más tarde Gaspar Francia dejó ir a Bonpland… cuando ya le había arruinado la vida y deshecho un par de familias.
Y en éstas anda ahora don Hugo Chávez Frías. Con entrecortada voz, copete caído, semblante cetrino y ceño más que fruncido. No es para menos. En verdad lo compadezco.
Debe ser duro y debe ser triste estar en sus zapatos. Hace unos días peleando por la re re re elección eterna, ahora peleando contra una enfermedad que no perdona.
Debe doler y mucho ese mamporro de realidad en la cabeza dura de los hombres Supremos bañados de dorada inmortalidad, pero con entrañas del mismo terrenal barro que cualquier hijo de vecino.
La fecha de vencimiento que avisa desde las entrañas. La ficha que cae. El aviso. Lo compadezco desde lo profundo del corazón. Imagino sus pensamientos atormentados arremolinándosele en estampida. Presos y perseguidos y tantas luchas infames con la inmortalidad como aliada… y de pronto esto. Y el porqué rondando la cabeza.
La omnipotencia de El Supremo abrumada por un puñado de células voraces. Lo inconmensurable, despeñado por lo microscópico. Así de simple.
Tener que esconder su orgullo en una isla comandada por otro Supremo también aporrado de mortal realidad. Un día aparecer omnipotente y otro día aparecer con la cabeza gacha para decir lo que todos sabemos, que es tan mortal como cada uno de nosotros.
La enfermedad pone blanco sobre negro nuestras cosas. Lo importante y lo urgente se trastoca en un abrir y cerrar de ojos. La perspectiva cambia radicalmente.
Es una oportunidad única para rever ciertas cosas. Para replantearse la vida ante uno y ante los demás. Para abrazarse a la humildad y despojarse de esa pátina falsa de dorada inmortalidad. Para poner los pies sobre la tierra. Par bajarse del pedestal. Para el recogimiento y la introspección. Para hacerse Hombre… pero de verdad.
La enfermedad es el tiempo de las acciones valientes, antes que los discursos valientes. Es una oportunidad dorada asumirse mortal y actuar en consecuencia.
El tirano Hugo Chávez tiene ahora su oportunidad. Aprovecharla, sólo depende de él.
8 comentarios:
"Yo, El Supremo, o el caos. Yo, el Supremo… o el abismo. Yo, El Supremo, el indispensable. Yo, Yo y sólo Yo."
Me hace acordar a los comunicados de la junta de comandantes o a las explicaciones de por que dieron la cantidad de golpes de estado en el siglo XX
totalmente de acuerdo, capitan trucho! por fin acordamos en algo! Y este es el gobierno que admira tu querida Krishtina, y a lo que quiere llegar.jajaja. Acá la suprema es eshaaaaaaaaaa, es iguaaaaaaaaaaaaalllll
¡Oid Mortales el Grito Sagrado:
Libertad,
Libertad,
Libertad,
Continuad sangrando por el orto!
Os quedan solo 110 días... seguid sangrando por el orto.
Yo nunca dije en este foro que sea kirchenerista. Mas alla de eso parece que no se acaba en 110 dias la cosa...
"Viva el cáncer"
"Viva la muerte"
Dos eructos fétidos que parecen repetirse siempre en la siempre inmunda boca de la derecha fascista.
¿la reconciliación?...bien, gracias.
esas son palabras de hebe, no de la derecha facista.por que no decis nada de las barbaridades que dice este engendro de humanoide?O cuando lo dice ella son palabras lindas? ella festeja cada atrocidad que se hace en contra de los que no piensan como ella y todos los KK la aplauden rabiosamente, ascooooo me dan!
No se a que se refiere el orteño con los 110 dias? lo puede explicar, querido proctologo?
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