Que al Hombre la tragedia fresquita, en carne viva digamos, le hace perder la ecuanimidad, es algo que se sabe de memoria.
¡¡¡Es tan comprensible!!
Como cuando los cronistas hacen foco en la reciente víctima de alguna tragedia de placa roja, y micrófono en mano preguntan sin apiadarse del dolor ajeno. O lo que es peor, y cuando digo “peor” resalto lo reprochable del caso, se regodean con el amarillo intenso que tendrá la nota hecha desde el mismísimo lugar de la tragedia.
¿Usted qué piensa de lo que pasó? ¿Cómo se siente? ¿Qué haría con los que hicieron esto? ¿Qué le diría a las autoridades?... uf, si es larga y cruel la lista de preguntas elaboradas puntillosamente en un escritorio donde se piensan las ventas, para sacar lo peor del ser humano dolorido hasta los huesos.
¿Qué va a decir una madre que acaba de perder a su hijo? ¿Qué va a pensar un hijo que acaba de perder a su padre? ¿Qué puede pensar del gobierno alguien que acaba de perder un familiar en un hecho de inseguridad?...
Claro que en todos lados de cuecen habas, como dice el viejo refrán que nuestras abuelas repetían con mueca pícara. Bueno, al menos mi abuela sí lo hacía.
Se cumple un nuevo aniversario del atentado a las Torres Gemelas, el noveno aniversario de aquél espectáculo espeluznante que vimos un millón de veces desde todos los ángulos en vivo y en directo, y en varios canales volvieron a pasar los muchos documentales que se han hecho sobre aquella tragedia.
Es un buen ejercicio escuchar, así, con el tamiz del tiempo, lo que la gente puede llegar a decir en ese momento de trágico dolor. Lo que cada uno de nosotros puede llegar a justificar ante los cuerpos todavía tibios que claman venganza.
Así, en todos los documentales se escucha a gente del común gritar cosas temerarias… “tenemos que ir ya a la guerra”, “Hoy mismo tenemos que matar a todos los responsables”, “Debemos ir y borrarlos de la faz del planeta”.
Algo parecido ocurre cuando uno vuelve a ver los videos en crudo del día en que un grupo terrorista entró al Cuartel de La Tablada en la provincia de Buenos Aires durante el gobierno de Alfonsín, acribillando a soldados de guardia. También se escucha la venganza gritar por boca del dolor reciente en esos videos.
Que ante el dolor profundo y la tragedia viva el ser humano desborda primitivismo, es algo que sabemos todos. Lo deplorable es que sabiendo esto, algunos lo utilicen como negocio, o remuevan y aviven el dolor con fines políticos.
Desde siempre he militado en el partido del “contexto”. Estoy convencido que es imposible analizar seriamente los hechos si se los quita de su contexto. A veces se hace por ignorancia, pero la mayoría de las veces la cosa y la causa es mucho más grave… porque se hace por conveniencia. Por eso me hierve la sangre y se me disparan los dedos sobre el teclado y se me quita el sueño en esas horas donde casi todo el mundo repara su cansancio en el mundo de ojos cerrados, o en el otro mundo peor del “yonomemeto”, cuando con mucha liviandad se cuentan las cosas sin siquiera detenerse a pensar en el contexto que sirvió de marco para esa “cosa”.
¡Vamos!, que es muy fácil sentarse hoy con el mate y la compu en el escritorio de un mundo “casi perfecto” a despotricar contra lo que hizo y dijo Domingo Faustino Sarmiento en una época que nosotros ni sospechamos.
Y conste que no pongo “porquesí” el ejemplo de Sarmiento. Hoy es sábado 11 de Septiembre, y además del aniversario del atentado terrorista en el Word Trade Center, por estas tierras tan afín a la necrológica, festejamos el día del maestro al conmemorarse su muerte. Y siempre para esta fecha están los detractores de todo, negando la genialidad del sanjuanino mayor, por algunas de sus obras o de sus dichos de entonces.
Los detractores baratos del genial Sarmiento abusan del “Que ninguneaba la sangre de gauchos”, “que admiraba al gran país del norte”, “que trajo docentes yankees”… hablan y despotrican con una liviandad, como si Sarmiento hubiera convivido con Bush en su rancho de Texas. Ay de los “revisionistas” más histéricos que históricos.
Maniqueos… sí, así somos en general los argentinos. Vemos blancos y negros. No distinguimos los grises. O sí, pero no nos importa.
El periodista y profesor cordobés Claudio Fantini lo describió así ésta semana en el diario La Voz: “La dictadura genocida impuso un relato totalizador. El poder militar defendía “la familia y los valores cristianos” amenazados por una “subversión apátrida”. El resto se dividía entre los cómplices y los “idiotas útiles”, también funcionales a la “subversión apátrida”, y los argentinos que eran “derechos y humanos”.
Raúl Alfonsín reemplazó el relato político por la argumentación jurídica del pluralismo garantizado en el Estado de derecho. La etapa menemista vació la democracia de contenido jurídico y de ideales, y llenó ese vacío con un cóctel idiotizante de exitismo y frivolidad. ¿El objetivo? Prolongar el poder personal, apoyándose en los beneficiados de la concentración económica construida con base en corrupción estructural y desmesura privatizadora. La actualidad muestra la continuidad del poder personalista, apuntalado en una concentración de riqueza con diferentes dueños, pero la misma corrupción.
El cóctel de exitismo y frivolidad fue reemplazado por un relato épico poco creíble, pero inyectado en sobredosis, en el que los enemigos han cometido crímenes de lesa humanidad o son cómplices de esos criminales en masa.
Si críticos y opositores siguen trenzados con los señuelos, en lugar de librar el verdadero debate, un dogma binario terminará de moldear en su matriz autoritaria esa cultura que, parafraseando a André Maurois, quedará cuando hayamos olvidado todo lo que tan traumáticamente nos enseñó la historia.”
Claro que el periodista cordobés arranca desde el 76. No es ningún boludo en eso revisar la historia con histeria.
Cuando lo de las torres gemelas, mientras medio mundo no concebía tanta muerte sin sentido y tanta violencia en cinematográfico atentado, doña Hebe Pastor, ex del arquitecto Bonafini se despachó con un: “por fin le pasaron la boleta a Estados Unidos”. Hebe es la profesora de derechos humanos del matrimonio que nos preside.
Quienes ostentan el poder y el garrote en Argentina, están convencidos que pueden reescribir la historia de Argentina fuera de contexto. Maniqueos en su máxima expresión, los Kirchner dan su batalla cultural intentando disfrazar de hadas a los terroristas que desde finales de los años 50 mataron sin piedad para hacerse del poder. Alientan el primitivismo humano de la venganza. Desalientan adrede la grandeza posible del perdón.
Tal vez algún día esta Argentina se haga más derecha y más humana. Eso sucederá el día que deje de estar en manos de los maquiavélicos de ayer, de hoy… de siempre.
3 comentarios:
"Desalientan adrede la grandeza posible del perdón"
Pregunto: ¿a quién hay que perdonar? o mejor dicho ¿Debe el gobierno impulsar un perdón a los militares detenidos o en juicio?
Pero...si según Ud. los militares argentinos que reprimieron no hicieran nada que malo, nada que debiera ser perdonado. Palma, usted se ha cansado de decir que los desaparecidos están en Francia,todos.
Siguiendo con los refranes de abuelitas: "el pez por la boca muere"
ya se que se escapa de la linea del articulo, pero rindo homenaje a Salvador Allende en un nuevo aniversario de su cobarde derrocamiento.
Jah! Otro más que sigue boludeando... los muertos, bien muertos están. Que descansen en paz.
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