sábado, 20 de diciembre de 2008

Había una vez...un demonio

Testimonio de Clotildo Isaac Barrios, sí señora...existe. Y su hijo, existía.
Y la historia de su asesinato a manos de Montoneros, (de Raúl Mórtola y su pareja, una de las hijas del creador del Eternauta, la misma jóven idealista que, además de matar al hijo de Barrios de 3 años, quemó vivo al policía que custodiaba el banco Provincia), estaba escondida bajo las siete llaves de la propaganda de los derechos de algunos humanos.
Poco a poco, paso a paso... lento pero firme, los medios atienden ciertas súplicas...y va aflorando la Memoria Completa.
Este viernes, Clotildo Barrios escribió su testimonio para el diario La Nación...leed
El dolor de las víctimas del terror
Clotildo Isaac Barrios
Para LA NACION
"EL 6 de diciembre de 1977 mi vida y la de mi familia cambiaron para siempre. Ese día me fui a trabajar, en la fábrica donde era obrero metalúrgico. Con muchas horas de esfuerzo, trataba de proveer a mi familia de una vida digna. No nos sobraba el dinero. Eramos muy jóvenes, teníamos un hijito chico y tratábamos de subsistir como podíamos.
Pero desde ese 6 de diciembre, tuvimos que luchar para sobrevivir y no caer en la locura. Ese día una pareja de terroristas montoneros asesinó a mi hijo, Juan Eduardo, de tres años.
Su vida, que fue corta, llena de recuerdos mis días hasta el presente. Todos los días recuerdo su manito agarrando la mía cuando me esperaba en la puerta de casa al regresar del trabajo. Sabía que le traía una golosina y me ilusionaba volver a casa para verlo. También recuerdo cuando estaba en el cajón mientras lo velábamos. Su cuerpito no hubiera debido estar ahí.
Vivir en aquella época era difícil. Todos en el barrio recordábamos los tiros del ataque al regimiento de Monte Chingolo, las bombas, los secuestros. Pero yo no tenía militancia política. Sólo me dedicaba a trabajar duro.
Acaban de cumplirse 32 años del asesinato de Juan Eduardo y todavía sigo esperando justicia. Todavía estoy esperando que el Estado se acuerde de que nosotros también somos ciudadanos con derechos humanos. Quise contar mi historia para que no sigamos siendo ignorados, para que no se nos sigan poniendo motes: somos personas inocentes que perdieron todo; en mi caso lo más valioso que tenía, que era mi hijo, por culpa de los terroristas.
Desde el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas trabajamos por todos los que sufrieron el mismo dolor que yo. Queremos justicia, queremos saber quiénes fueron. No puedo seguir viendo la cara de mi hijito y saber que sus asesinos nunca pagaron su deuda con la sociedad.
Si alguien sufrió lo mismo que yo, o lo que los padres de los diez conscriptos asesinados en Formosa el 5 de octubre de 1975, o los hijos del sindicalista Kloosterman, o la viuda y los hijos del juez Quiroga, o los hijos del agente Yanotti, que vio cómo asesinaban a su padre en su propia casa, les pido que se sumen, que tratemos de que nuestro dolor sea la semilla de la justicia, verdad, reparación y paz que la Argentina necesita. "

El autor es miembro del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Seguí sangrando por la herida del orto.