No.
No tenía las zapatillas último modelo.
Ni la ropa de marca.
Ni la pelota oficial.
Ni la zurda de Maradona.
Ni un jardín inmenso donde jugar.
Pero era feliz.
La terraza, de baldosas impecables gracias a la vieja, era mi mundo.
No puedo no recordarme feliz, en ese mundo fantástico que fue mi infancia.
Entre esta foto y este hoy, hay un abismo de 35 años.
De lo que en ella veo, ya no queda nada…ah, sí, perdón: Mi felicidad queda.
Está intacta.
No tenía las zapatillas último modelo.
Ni la ropa de marca.
Ni la pelota oficial.
Ni la zurda de Maradona.
Ni un jardín inmenso donde jugar.
Pero era feliz.
La terraza, de baldosas impecables gracias a la vieja, era mi mundo.
No puedo no recordarme feliz, en ese mundo fantástico que fue mi infancia.
Entre esta foto y este hoy, hay un abismo de 35 años.
De lo que en ella veo, ya no queda nada…ah, sí, perdón: Mi felicidad queda.
Está intacta.
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