“En estos momentos, las clases dirigentes están aplastando el horizonte por la pequeñez de sus miras” (E. Osman – Noviembre 1.997)
Unidos o dominados, profetizó un día del siglo pasado el general Perón sobre el año 2.000.
Y esta Argentina del 2008 nos encuentra divididos. Más divididos que nunca. O tan divididos como siempre. “La culpa no es del chancho…”, dice un viejo refrán.
Es que la rebeldía de los Kirchner es demasiado excluyente. Tajante. No comprende ni siquiera a la mitad del partido peronista, al que dicen pertenecer.
El “día de la lealtad peronista”, a los peronistas los encontró divididos en un montón de actos. Dispersos, con cruces verbales de todo calibre. Eso sí, en sus discursos, cada uno acusó de “desleal” al otro.
“Que Kirchner festeje el día de la lealtad, es como que Shocklender festeje el día del padre…”, gritó Chiche Duhalde desde su tribuna. Recordemos que su marido Eduardo, fue quien nos impuso la dinastía Kirchner. Chiche podría haber armado la metáfora con el día de la madre, pero tal vez no quiso sen tan “cruela”, justo en vísperas del día de la madre, que los argentinos celebremos con tanta efusividad comercial.
Ni buenos ni malos…incorregibles, enfatizó Borges sobre los peronistas, y se ganó así su cucarda gorila para siempre.
Esta semana hablé con Eise Osman, amigo y gran pensador gualeyo. Que conste que el título de “amigo”, don Eise me lo entregó en mano. Les recuerdo, por si no lo saben, que fue Eise Osman quien entrevió y predijo la caída del Muro de Berlín, y quien también entrevió y predijo el “suicidio de la sociedad por el mercado”.
Claro que si quien lo dice y lo escribe y lo publica es un intelectual norteamericano con rasgos orientales como Fukuyama, la gente lo endiosa hasta hacerlo Best Seller. Y lo consulta hasta para hacer una dieta. Pero si quien lo dice y lo escribe y lo publica es un médico de calle Belgrano, la gente dice cosas como: “¡Pero ese no puede ser muy inteligente, si vive acá en la esquina!”…
Eise me decía en la charla, que “el rebelde que excluye en su rebeldía a los demás, deja de ser un rebelde y se convierte en un resentido”. El resentido es aquél que lucha para que el otro sufra lo que él sufrió. Y yo me quedé pensando, siempre me quedo pensando cuando lo escucho a don Eise.
Y si uno lo piensa bien, ambos modelos, tanto el comunismo ultra como el capitalismo salvaje, resultan inviables por un mismo motivo de fondo: El egoísmo de la exclusión.
Cualquier modelo que excluya a los demás, se torna inviable a la larga. ¿Lo sabrán los Kirchner?
Y esta Argentina del 2008 nos encuentra divididos. Más divididos que nunca. O tan divididos como siempre. “La culpa no es del chancho…”, dice un viejo refrán.
Es que la rebeldía de los Kirchner es demasiado excluyente. Tajante. No comprende ni siquiera a la mitad del partido peronista, al que dicen pertenecer.
El “día de la lealtad peronista”, a los peronistas los encontró divididos en un montón de actos. Dispersos, con cruces verbales de todo calibre. Eso sí, en sus discursos, cada uno acusó de “desleal” al otro.
“Que Kirchner festeje el día de la lealtad, es como que Shocklender festeje el día del padre…”, gritó Chiche Duhalde desde su tribuna. Recordemos que su marido Eduardo, fue quien nos impuso la dinastía Kirchner. Chiche podría haber armado la metáfora con el día de la madre, pero tal vez no quiso sen tan “cruela”, justo en vísperas del día de la madre, que los argentinos celebremos con tanta efusividad comercial.
Ni buenos ni malos…incorregibles, enfatizó Borges sobre los peronistas, y se ganó así su cucarda gorila para siempre.
Esta semana hablé con Eise Osman, amigo y gran pensador gualeyo. Que conste que el título de “amigo”, don Eise me lo entregó en mano. Les recuerdo, por si no lo saben, que fue Eise Osman quien entrevió y predijo la caída del Muro de Berlín, y quien también entrevió y predijo el “suicidio de la sociedad por el mercado”.
Claro que si quien lo dice y lo escribe y lo publica es un intelectual norteamericano con rasgos orientales como Fukuyama, la gente lo endiosa hasta hacerlo Best Seller. Y lo consulta hasta para hacer una dieta. Pero si quien lo dice y lo escribe y lo publica es un médico de calle Belgrano, la gente dice cosas como: “¡Pero ese no puede ser muy inteligente, si vive acá en la esquina!”…
Eise me decía en la charla, que “el rebelde que excluye en su rebeldía a los demás, deja de ser un rebelde y se convierte en un resentido”. El resentido es aquél que lucha para que el otro sufra lo que él sufrió. Y yo me quedé pensando, siempre me quedo pensando cuando lo escucho a don Eise.
Y si uno lo piensa bien, ambos modelos, tanto el comunismo ultra como el capitalismo salvaje, resultan inviables por un mismo motivo de fondo: El egoísmo de la exclusión.
Cualquier modelo que excluya a los demás, se torna inviable a la larga. ¿Lo sabrán los Kirchner?
NINGÚN FINAL DE LA HISTORIA
¿Y por casa?...por casa: irremediables. Ahora estamos discutiendo Wal Mart.
¿No habíamos discutido esto ya con los supermercados chinos?, ¿o fue cuando vino a Gualeguay la cadena de los Día %?... ¿lo discutiremos nuevamente cuando se instale Farmacity?, sea como sea, cada vez que alguien “cascotea el avispero” comercial de Gualeguay, cierto sector, desde las entrañas del Centro Económico pone el grito en el cielo. Y la verdad, a esta altura de las cosas, ya en estas profundidades de los acontecimientos, uno no sabe si el pataleo de algunos comerciantes es sólo una postura políticamente correcta, o es una preocupación corporativa seria y sincera.
Sobreactuación o no, digamos que la máquina de querer impedir cada vez que emerge algo en Gualeguay, está intacta.
Claro que uno entiende la preocupación lógica de los posibles afectados comercialmente. Es una inquietud humana comprensible: la inquietud del bolsillo. Ahora, también es cierto que hay una especie de selección en la protesta. Uno no se imagina a otros sectores en la misma postura. O si se los imagina, uno no imagina una ciudad dónde solo primen los intereses corporativos de unos pocos.
Yo al menos no me imagino a los médicos de Gualeguay protestando pública y airadamente para impedir que trabaje cualquier otro médico que venga de afuera. Un Zaldívar, por ejemplo. Ojo, si me imagino algunas zancadillas como “derecho de piso”…pero no una arenga pueblerina para, en aras del bolsillo propio, coartar la libertad de los demás, o el interés general.
Si cada uno de los sectores comerciales pudiera luchar para impedir la competencia, entonces los más fuertes podrían cazar en el zoológico. Pero la ciudad sería el coto de caza de unos pocos. Impedir es un lindo discurso populista, pero es pan para unos pocos hoy, y es hambre para muchos durante todos los mañanas.
¿Y por casa?...por casa: irremediables. Ahora estamos discutiendo Wal Mart.
¿No habíamos discutido esto ya con los supermercados chinos?, ¿o fue cuando vino a Gualeguay la cadena de los Día %?... ¿lo discutiremos nuevamente cuando se instale Farmacity?, sea como sea, cada vez que alguien “cascotea el avispero” comercial de Gualeguay, cierto sector, desde las entrañas del Centro Económico pone el grito en el cielo. Y la verdad, a esta altura de las cosas, ya en estas profundidades de los acontecimientos, uno no sabe si el pataleo de algunos comerciantes es sólo una postura políticamente correcta, o es una preocupación corporativa seria y sincera.
Sobreactuación o no, digamos que la máquina de querer impedir cada vez que emerge algo en Gualeguay, está intacta.
Claro que uno entiende la preocupación lógica de los posibles afectados comercialmente. Es una inquietud humana comprensible: la inquietud del bolsillo. Ahora, también es cierto que hay una especie de selección en la protesta. Uno no se imagina a otros sectores en la misma postura. O si se los imagina, uno no imagina una ciudad dónde solo primen los intereses corporativos de unos pocos.
Yo al menos no me imagino a los médicos de Gualeguay protestando pública y airadamente para impedir que trabaje cualquier otro médico que venga de afuera. Un Zaldívar, por ejemplo. Ojo, si me imagino algunas zancadillas como “derecho de piso”…pero no una arenga pueblerina para, en aras del bolsillo propio, coartar la libertad de los demás, o el interés general.
Si cada uno de los sectores comerciales pudiera luchar para impedir la competencia, entonces los más fuertes podrían cazar en el zoológico. Pero la ciudad sería el coto de caza de unos pocos. Impedir es un lindo discurso populista, pero es pan para unos pocos hoy, y es hambre para muchos durante todos los mañanas.
TRANSPLANTADO ENOJADO
Mientras voy sin apuro a tomar el colectivo a Gualeguay, me encuentro con un amigo que desde hace 7 años vive en Gualeguay. Un “transplantado”, por llamarlo de alguna manera, pero un transplantado que ha dado brote. Lo encuentro a unas pocas cuadras de la estación Retiro, que es ese barrio porteño tan especial…una especie de inmenso portal imaginario por el que día a día llegan miles y miles de viajeros. Bien, allí me lo encontré a mi amigo. Y no obstante las urgencias que impone el centro de la gran ciudad, hablamos un rato. Nos dimos un tiempo. Y en ese tiempo el tema acudió ineludible, la imbécil discusión bizantina por el Wal Mart en Gualeguay. Bueno, “Gualeguay es así”, recuerdo que le dije. Y la frase lo enojó mucho.
“Ustedes los gualeyos se hacen mala fama, ¡y eso es lo peor que pueden hacer!”.
Nos despedimos, y también me quedé pensando en lo que me dijo este amigo “transplantado”. Sí, tal vez los gualeyos seamos en cierto modo los asesinos de nuestro destino. Quién sabe. Yo ya estoy en el micro. Y mientras miro por la ventanilla la fastuosa villa 31, vuelvo a recordar la frase que Eise Osman escribió en Gualeguay hace más de 10 años cuando avisaba la inviabilidad del capitalismo salvaje: “En estos momentos, las clases dirigentes están aplastando el horizonte por la pequeñez de sus miras”.
Yo miro por la ventanilla. Ahora es el fastuoso Río de la Plata quien la inunda. En unas horas estaré entrando a Gualeguay, y ya sé que lo encontraré igual que desde hace 25 años. Y sí, tal vez Eise ha dado en la tecla. A Gualeguay le ha faltado esa visión estratégica de los grandes dirigentes. Esa visión estratégica de plantear y planear el camino. Y esa decisión de hacerlo. Y la perseverancia de seguirlo.
Pero no, Gualeguay todavía sigue atrapada en la pequeñez de esos egoísmos chiquititos. Esmerados estamos en impedir. Como el perro del Hortelano, que no comía ni dejaba comer. El laberinto cruel y egoísta de cuidar nuestra quintita.
Y mientras tanto, el mundo nos va pasando por arriba.
¿Cuál fue el último gran dirigente que pensó a Gualeguay? ¿En qué siglo fue?
Ahora, por la ventanilla del colectivo florece la fastuosidad de los campos entrerrianos.
Como en cada viaje a mi tierra, viajo con la ilusión a cuestas. Y con la emoción contenida, pero no tanto. Y a pesar de los pesares, cada vez que vuelvo a Gualeguay me decreto feliz.
Es que Gualeguay es así…y nosotros también.
Mientras voy sin apuro a tomar el colectivo a Gualeguay, me encuentro con un amigo que desde hace 7 años vive en Gualeguay. Un “transplantado”, por llamarlo de alguna manera, pero un transplantado que ha dado brote. Lo encuentro a unas pocas cuadras de la estación Retiro, que es ese barrio porteño tan especial…una especie de inmenso portal imaginario por el que día a día llegan miles y miles de viajeros. Bien, allí me lo encontré a mi amigo. Y no obstante las urgencias que impone el centro de la gran ciudad, hablamos un rato. Nos dimos un tiempo. Y en ese tiempo el tema acudió ineludible, la imbécil discusión bizantina por el Wal Mart en Gualeguay. Bueno, “Gualeguay es así”, recuerdo que le dije. Y la frase lo enojó mucho.
“Ustedes los gualeyos se hacen mala fama, ¡y eso es lo peor que pueden hacer!”.
Nos despedimos, y también me quedé pensando en lo que me dijo este amigo “transplantado”. Sí, tal vez los gualeyos seamos en cierto modo los asesinos de nuestro destino. Quién sabe. Yo ya estoy en el micro. Y mientras miro por la ventanilla la fastuosa villa 31, vuelvo a recordar la frase que Eise Osman escribió en Gualeguay hace más de 10 años cuando avisaba la inviabilidad del capitalismo salvaje: “En estos momentos, las clases dirigentes están aplastando el horizonte por la pequeñez de sus miras”.
Yo miro por la ventanilla. Ahora es el fastuoso Río de la Plata quien la inunda. En unas horas estaré entrando a Gualeguay, y ya sé que lo encontraré igual que desde hace 25 años. Y sí, tal vez Eise ha dado en la tecla. A Gualeguay le ha faltado esa visión estratégica de los grandes dirigentes. Esa visión estratégica de plantear y planear el camino. Y esa decisión de hacerlo. Y la perseverancia de seguirlo.
Pero no, Gualeguay todavía sigue atrapada en la pequeñez de esos egoísmos chiquititos. Esmerados estamos en impedir. Como el perro del Hortelano, que no comía ni dejaba comer. El laberinto cruel y egoísta de cuidar nuestra quintita.
Y mientras tanto, el mundo nos va pasando por arriba.
¿Cuál fue el último gran dirigente que pensó a Gualeguay? ¿En qué siglo fue?
Ahora, por la ventanilla del colectivo florece la fastuosidad de los campos entrerrianos.
Como en cada viaje a mi tierra, viajo con la ilusión a cuestas. Y con la emoción contenida, pero no tanto. Y a pesar de los pesares, cada vez que vuelvo a Gualeguay me decreto feliz.
Es que Gualeguay es así…y nosotros también.
2 comentarios:
"Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos" (Martin Luther King)Entonces, quizás, desde una esquina de la calle Belgrano, -aunque no se lo endiose-, quien piensa bien y se expresa, puede ser justamente valorado.
Saludos cordiales.
En esas estamos!!!, me gustaría que los dirigentes les abran los oídos a los que bien piensan.
Un abrazo
Horacio
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