jueves, 26 de junio de 2008

¿VALDRÁ LA PENA?

Desde el primer minuto en que tuve a mi primer hijo en brazos, me pregunté lo mismo: ¿valdrá la pena?
Recuerdo que me lo pregunté aquella mañana de marzo, en esa pequeña sala de la Clínica Médica de Gualeguay, una Clínica que “clavó guampas” varias veces. Una, por cada crisis económica del país, aunque sus prósperos médicos nunca se inmutaron…
¿Valdrá la pena?
Es que uno, uno con uno, digo… con uno mismo, no tiene pruritos ni muchos miramientos. Pero con los hijos de uno la cosa es distinta.
Uno mira a su hijo y piensa en ese ser tan indefenso, y mira luego el mundo tan cruel que lo rodea, que parece estar esperando agazapado para comérselo crudo, y entonces uno duda y se pregunta. En este país al que uno ha traído ese hijo, ¿será mejor educarlo por “derecha”…o por “izquierda”?
Y no, no hago aquí disquisiciones ideológicas de esas “derechas” ni de aquellas “izquierdas”, sino que me refiero a la legalidad, las normas y las buenas costumbres.
Cuando llegué a la Clínica, la cosa era así. No había habitaciones individuales…pero si uno hacía un “esfuerzo”, recuerdo que me dijo la delegada de mi Obra Social, ese “inconveniente” se podía “solucionar”.
Puta, cuando mi viejo se moría en el Hospital Italiano, recuerdo, no me conseguían una habitación simple, hasta que una hermana mía consiguió un “contacto”…y ese “tocar a la persona indicada”, fue la fórmula mágica para que apareciera una habitación a las dos de la mañana.
En este país, ¿hacer lo correcto, o hacer lo que me conviene?...esa es la cuestión.
Los lugares en un restaurante o en un teatro, ¿esperar en la ruta o emprender por la banquina?, ¿esperar el turno…o colarse con algún amigo? ¿Poner un negocio con todas las de la ley, o tirar una lona en la vereda y vender en la clandestinidad de las leyes? ¿Sacar entradas en el corsódromo en última fila, o “tocar” a alguien de la comisión para conseguir zona preferencial?... la lista sigue hacia el infinito.
Es que este país, mí país, su país, Argentina, se mueve en esa dualidad. Están los “vivos”, que caminan cómodos los caminos populosos de la marginalidad, que beben las mieles del acomodo, o que sacan provecho de los buenos contactos para evitar las normas. Y estamos los otros… los “giles” que tenemos el prurito de la culpa, y hacemos lo que es “correcto”, y vamos siempre por “derecha”. Hasta que nos hartamos.
¿Ser un “gil” que con su batata 93 paga patente por adelantado y tiene el seguro al día….o ser el “vivo” que no tiene hecha ni la transferencia de su súper deportivo?
Uno mira a sus hijos chiquitos y se lo pregunta….y llega ese día en que los chicos crecen y ven. Y escuchan. Y lo viven. Y nos lo preguntan. Ese día que uno debe dar explicaciones… ¿Pá, por qué ellos entraron antes que nosotros si nosotros llegamos hace una hora? ¿Pá…por qué no le das 10 pesos así nos dejan seguir el viaje?... ¿Pá, cómo que no hay más entradas si recién empezaron a venderlas…? ¿Papá, por qué estamos hace dos horas parados en la ruta?
Y claro, porque por más que uno tenga los principios bien plantados, siempre está esa primera vez en la duda. Es esa primera vez que uno se siente un reverendo boludo.
A mí me pasó por primera vez muy chico. A los 14 años había ido tres horas antes a un recital de Los Abuelos de la Nada en San Bernardo. La vigilia era para buscar un buen lugar. Entramos, y agarramos un asiento en una de las primeras filas. Luego el lugar se llenó, y a la hora de empezar el show, se apagaron las luces, se escuchó un estruendo y yo sentía gente que corría a mi alrededor…cuando las luces se encendieron, todos habían revoleado las sillas y se habían mudado hacia delante. Yo quedé en una de las últimas filas. Y sentado en medio de una marea de pie. Fue la primera vez que me sentí un reverendo boludo.
Y pensaba esto en esta semana en que a Cristina Fernández “Vuittón” de Kirchner le agarró el ataque súbito de democracia y mandó las retenciones agropecuarias al Congreso. Y junto con la discusión se mudaron los protestadores.
Alfredo De Angeli, uno de los líderes de la casi centenaria Federación Agraria, propuso levantar una carpa en la Plaza de los dos Congresos. Y siguió el camino que en Argentina siguen los “giles” que van por “derecha. El camino correcto. Comenzó el trámite ante el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para pedir el permiso correspondiente. Sin embargo, la ciudad amaneció al otro día con seis carpas adictas al gobierno que ocuparon sin permiso (de “cayetano”, como decimos los de por acá) todo el frente de la Plaza…los “vivos” que marchan por “izquierda”.
La Argentina que premia y se banca la avivada de la ilegalidad…que hace primero la trampa, y discute después sus argumentos.
Es la Argentina de los argentinos que aún no entienden que todo lo chiquitito que ganan para ellos en esa Argentina de las “avivadas”, se pierde luego con creces en la Argentina de todos.
¿Valdrá la pena en éste país ir por “derecha”... sabiendo que uno lleva siempre todas la de perder…? tal vez esa pregunta se respondieron los chacareros que tomaron hace poco las rutas, ante el enésimo atropello. ¿Valdrá la pena?


Horacio Palma

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