En esa cabeza gacha, está el peso insoportable de la conciencia.
¡Ay de los traidores!
Adentro, las entrañas se remueven mil veces por cada uno de los muertos que uno ha traicionado.
Uno agacha la cabeza. Luego esconde la mirada. Pero es inútil, desde adentro, el grito silencioso de los muertos que nos reclaman memoria, no se puede callar.
Ese es el momento preciso en que el cargo de la conciencia ha venido a saldar sus cuentas: Cuando nos damos cuenta que no podemos sostener la mirada.
Y ya es tarde.
Le pasó a Judas hace 2.000 años. Y él, hasta intentó devolver las monedas de plata, cuando las sintió bañadas con la sangre tibia. Ya era tarde. Agachó la cabeza, luego escondió la mirada. Y al final, el peso insoportable de la conciencia lo arrastró hasta el árbol y le puso la soga al cuello. La historia se encargó de su memoria. Hizo justicia.
¡Ay de los traidores que han traicionado a sus muertos! Que se han arrastrado cobardemente ante los asesinos de los suyos, o han vendido su memoria por 30 monedas de plata.
¡Ay, de los que han osado pisotear la memoria de los que dieron la vida, para que vivamos nosotros!
Primero agacharán la cabeza. Luego esconderán la mirada…pero al final, el peso insoportable de la conciencia los arrastrará hasta el árbol. El escarnio de los suyos le pondrá la soga al cuello. Los gritos de los muertos traicionados, harán el resto…
2 comentarios:
Es vergonzoso e inédito en toda la Historia de la Patria, el comportamiento complaciente de los mandos militares.
Fundamentalmente admitiendo el desarme criminal de la Patria. Desconociendo a los camaradas perseguidos por la vindicta del régimen de los terroristas, que hoy se han hecho, con dudosa legitimidad, del poder.
Pero lo más indignante es que se han dejado corromper, de manera tal que la desvergüenza de los almirantes, brigadieres y generales ni siquiera les deja un resquicio de dignidad para saber cuándo es el momento propicio de pegarse un tiro por haber sido sorprendidos en pleno latrocinio, caso del general Montero, el Jefe II Inteligencia, desleal para con su uniforme, antes que con la Garré.
Los generales que no conducen dejan de merecer ostentar el mando. Sun Tzu decía en "El Arte de la Guerra" que para derrotar a un país poderoso había que comprar al comandante en jefe de sus fuerzas armadas.
... Y aquí se han vendido por treinta monedas.
Excelente artículo. Horacio de Palma es uno de los grandes periodistas del momento.
Estimado Horacio:
Lo dicho precedentemente me releva de todo comentario. ¡Ay Patria mía! dijo Belgrano en su último suspiro...
Dios no permita que terminemos como nuestros vecinos indigenistas del cono sur.
Carlos
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