LA TIERRA, FURIOSA BAJO LOS PIÉS
Dionisio Pulido nunca imaginó que esa tarde, la tierra se abriría furiosa bajo sus pies.
El volcán Paricutín decidió brotar desde las entrañas de la tierra, el 20 de febrero de 1.943 a las cuatro en punto de la tarde.
El volcán Paricutín decidió brotar desde las entrañas de la tierra, el 20 de febrero de 1.943 a las cuatro en punto de la tarde.
Sí, aunque suene extraño, aunque a usted le cueste creerlo, este volcán tiene fecha y hora exacta de nacimiento, pues nació no hace mucho, y en las narices de un pequeño pueblo distraído.
Las precisiones sobre sus datos de nacimiento, se le deben especialmente a Dionisio Pulido, que aquella tarde estaba arando, como tantos otros días, su pequeña parcela de tierra para sembrar maíz. Y de pronto, la tierra empezó a temblar bajo sus pies. El mismo Dionisio contó luego que quedó atontado en un primer momento ante el fenómeno. Imaginemos, la tierra exhalando humos con hedores de azufre; escupiendo fuegos de rojos incandescentes; y arrojando piedras con maravillosa furia en el medio de su terreno. A Dionisio Pulido le llevó varios minutos poder reaccionar, unos instantes quedó paralizado hasta que sus músculos pudieron vencer al espanto, y salir corriendo en busca de su familia. Los vecinos de los pueblos cercanos, al ver el humo, pensaron en un primer momento que se trataba de un incendio en el pinar. Pero al llegar la noche, ya pocos eran los que dudaban sobre lo que estaba ocurriendo en sus narices. La estela de lava con el que el volcán avisaba su parto, se divisaba a varios kilómetros de distancia. Una herida inmensa, desangraba la oscuridad profunda de la noche.
En las primeras 24 horas, el furioso Paricutín se levantó siete metros sobre el nivel del campo de maíz en que nació. El de Dionisio Pulido. A los siete días, la montaña de lava alcanzaba ya los 50 metros de altura. Hoy, el volcán es un pacífico y gigantesco cono de roca negra que alcanza los 600 metros de altura. A esa altura llegó tras la última erupción, en 1955.
El pueblo mexicano de San Juan Parangaricutiro, que estaba a unos kilómetros, acabó inundado y petrificado por el río de lava que se abalanzó hirviendo, se derramó lento y también lentamente se escurrió por sus calles…hasta terminar convirtiéndose en negra roca. Sólo la torre de la vieja iglesia sobresale hoy, de entre el mar espeso de roca negra en el que ha quedado convertido el pueblo viejo.
Lo maravilloso del Paricutín, es que la erupción ocurriera en una época en la que se pudo filmar todo lo ocurrido; y que lo hiciera tan lentamente, que nadie muriera por la erupción.
Lo curioso de los pobladores, es que nunca le dieron importancia a los varios cráteres y rajaduras en la tierra, con los que durante meses, avisó su furia el Paricutín.
Las precisiones sobre sus datos de nacimiento, se le deben especialmente a Dionisio Pulido, que aquella tarde estaba arando, como tantos otros días, su pequeña parcela de tierra para sembrar maíz. Y de pronto, la tierra empezó a temblar bajo sus pies. El mismo Dionisio contó luego que quedó atontado en un primer momento ante el fenómeno. Imaginemos, la tierra exhalando humos con hedores de azufre; escupiendo fuegos de rojos incandescentes; y arrojando piedras con maravillosa furia en el medio de su terreno. A Dionisio Pulido le llevó varios minutos poder reaccionar, unos instantes quedó paralizado hasta que sus músculos pudieron vencer al espanto, y salir corriendo en busca de su familia. Los vecinos de los pueblos cercanos, al ver el humo, pensaron en un primer momento que se trataba de un incendio en el pinar. Pero al llegar la noche, ya pocos eran los que dudaban sobre lo que estaba ocurriendo en sus narices. La estela de lava con el que el volcán avisaba su parto, se divisaba a varios kilómetros de distancia. Una herida inmensa, desangraba la oscuridad profunda de la noche.
En las primeras 24 horas, el furioso Paricutín se levantó siete metros sobre el nivel del campo de maíz en que nació. El de Dionisio Pulido. A los siete días, la montaña de lava alcanzaba ya los 50 metros de altura. Hoy, el volcán es un pacífico y gigantesco cono de roca negra que alcanza los 600 metros de altura. A esa altura llegó tras la última erupción, en 1955.
El pueblo mexicano de San Juan Parangaricutiro, que estaba a unos kilómetros, acabó inundado y petrificado por el río de lava que se abalanzó hirviendo, se derramó lento y también lentamente se escurrió por sus calles…hasta terminar convirtiéndose en negra roca. Sólo la torre de la vieja iglesia sobresale hoy, de entre el mar espeso de roca negra en el que ha quedado convertido el pueblo viejo.
Lo maravilloso del Paricutín, es que la erupción ocurriera en una época en la que se pudo filmar todo lo ocurrido; y que lo hiciera tan lentamente, que nadie muriera por la erupción.
Lo curioso de los pobladores, es que nunca le dieron importancia a los varios cráteres y rajaduras en la tierra, con los que durante meses, avisó su furia el Paricutín.
CRÁTERES DE LA SEMANA
No se por qué razón recordé la historia del volcán mexicano esta semana. Tal vez el presentir varios cráteres pequeños bajo los pies, de un gobierno decidido a horadar las bases mejores de la sociedad argentina. Un gobierno ocupado a tiempo completo en sembrar la discordia, avivar el resentimiento estéril sobre un pasado que es inútil e irreversible. Todos los días desde hace años, este gobierno pone su cuota de odio y de resentimiento en una sociedad que ya estaba en paz con muchas de sus heridas. Y azuzó los juicios mentirosos sobre los 70. Embistió con todo el poder de los fondos ilimitados contra la historia, a la que intenta reescribir con parcialidad absurda. Tal vez a Kirchner, el haber ganado su presidencia con un mísero 22%, lo haya acomplejado. Tal vez a eso, a su complejo, se deba la patética sobreactuación de su soberbia.
Y ahí anda el gobierno entonces, con su ira, su complejo y su resentimiento, intentando socavar los cimientos fuertes, queriendo desesperadamente cortar esas raíces profundas que nuestra sociedad tiene para con la defensa de la vida. Y entonces puso proa y medios y ganas y tiempo para legalizar el aborto. El gobierno de Néstor Kirchner, vaya a saber por qué, está empecinado en controlar la natalidad. Con políticas impuestas totalitariamente, este gobierno se ha convertido en un eficaz agente del control demográfico. Este gobierno está abocado al auto-exterminio de la población, con apoyo económico de los organismos de las Naciones Unidas. La “píldora del día después”, que con aire festivo reparte a los cuatro vientos el Ministro de Salud de la Nación, es un poderoso abortivo farmacológico que elimina seres humanos. El “campeón de los derechos humanos” está abocado a la “insigne” tarea de aniquilar seres humanos, a los que no se les reconoce su dignidad. Y viola así la normativa vigente en Argentina, que tiene rango constitucional, que exhorta a defender la vida desde su concepción. Este gobierno está abocado a la tarea de transmitir disvalores, utiliza a la juventud para experimentar drogas que no están suficientemente controladas. Lanza una campaña dudosa de vacunación masiva contra la Rubéola Congénita, con vacunas sospechadas y denunciadas mundialmente por los peligros de esterilización…y justo en la semana de San Ramón nonato, al Ministro de Salud se le ocurre repartir pastillas abortivas en un campus universitario. Y desde allí, criticar a jueces y funcionarios entrerrianos que están peleando para defender la vida. En Paraná, la madre de una mujer discapacitada de 19 años, pidió la interrupción del embarazo de su hija. Denunció, 4 meses después, que su hija había sido violada. El embarazo lleva cuatro meses, y los médicos del hospital afirman que tanto la madre como el niño, están en perfecto estado de salud. Pero claro, para un gobierno abocado a la tarea de instalar la legalización del aborto, y decidido al mandato mundial de bajar a cualquier precio las tasas de natalidad, una defensora como María Marcela Piterson, quien ante este caso presentó una medida cautelar por “los derechos de la persona por nacer”, y una jueza de Menores como Claudia Salomón, que hizo lugar a dicha presentación, por lo cual el aborto no prosperó, para este gobierno, digo, estos funcionarios son los blancos sobre los que hay que disparar. Porque son los funcionarios que le impiden al gobierno llevar a cabo su plan siniestro. Hasta la esposa del mil veces gobernador de Entre Ríos, titular del Instituto provincial de la Discapacidad, Cristina Cremer, se despachó en contra de la decisión de la jueza: “No soy partidaria del aborto, pero…”, dijo, con una verba contradictoria, digna los políticos que nos merecemos. Por cómodos. Por pusilánimes. El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, encabezó la misa principal en homenaje al patrono de las embarazadas, San Ramón Nonato. En su homilía, el cardenal lanzó un mensaje contra el aborto, e instó a las personas a "no creerse dueños de la vida de los demás, se debe vivir con humildad. Los que más tienen, más humildes deben ser. Los que se creen dueños de la vida, no pueden convivir en la sociedad", sostuvo Bergoglio. De aquí, a la cita de Basseoto hay un tris. Y sí debe ser. Y nosotros tampoco debemos callar. Porque si callamos, comos cómplices. Pero este gobierno no solo se cree dueño de la vida. Sino de todo. Observe el ticket…en este país en serio, uno va al supermercado y puede elegir entre la papa gob. Que es la papa que el gobierno intenta vender a 70 centavos el kilo. Y la papa de todos, que cuesta más de 4 pesos el kilo. Porque el gobierno no solo pretende manejar la inflación tomando por asalto el Indec, sino que además intenta controlar el mercado de los combustibles, y entonces las principales petroleras del mundo levantan sus cosas y se van, y pretende manejar la vida y la obra de cada uno de nosotros.
Y entonces, una fisura aquí. Una pequeña explosión por allá. Bolas de fuego más allá… ¡Ah sí!, ahora recuerdo porqué se me vino esta semana a la cabeza, la historia de aquel volcán que, de pronto, explotó bajo los pies de un pueblo…distraído.
No se por qué razón recordé la historia del volcán mexicano esta semana. Tal vez el presentir varios cráteres pequeños bajo los pies, de un gobierno decidido a horadar las bases mejores de la sociedad argentina. Un gobierno ocupado a tiempo completo en sembrar la discordia, avivar el resentimiento estéril sobre un pasado que es inútil e irreversible. Todos los días desde hace años, este gobierno pone su cuota de odio y de resentimiento en una sociedad que ya estaba en paz con muchas de sus heridas. Y azuzó los juicios mentirosos sobre los 70. Embistió con todo el poder de los fondos ilimitados contra la historia, a la que intenta reescribir con parcialidad absurda. Tal vez a Kirchner, el haber ganado su presidencia con un mísero 22%, lo haya acomplejado. Tal vez a eso, a su complejo, se deba la patética sobreactuación de su soberbia.
Y ahí anda el gobierno entonces, con su ira, su complejo y su resentimiento, intentando socavar los cimientos fuertes, queriendo desesperadamente cortar esas raíces profundas que nuestra sociedad tiene para con la defensa de la vida. Y entonces puso proa y medios y ganas y tiempo para legalizar el aborto. El gobierno de Néstor Kirchner, vaya a saber por qué, está empecinado en controlar la natalidad. Con políticas impuestas totalitariamente, este gobierno se ha convertido en un eficaz agente del control demográfico. Este gobierno está abocado al auto-exterminio de la población, con apoyo económico de los organismos de las Naciones Unidas. La “píldora del día después”, que con aire festivo reparte a los cuatro vientos el Ministro de Salud de la Nación, es un poderoso abortivo farmacológico que elimina seres humanos. El “campeón de los derechos humanos” está abocado a la “insigne” tarea de aniquilar seres humanos, a los que no se les reconoce su dignidad. Y viola así la normativa vigente en Argentina, que tiene rango constitucional, que exhorta a defender la vida desde su concepción. Este gobierno está abocado a la tarea de transmitir disvalores, utiliza a la juventud para experimentar drogas que no están suficientemente controladas. Lanza una campaña dudosa de vacunación masiva contra la Rubéola Congénita, con vacunas sospechadas y denunciadas mundialmente por los peligros de esterilización…y justo en la semana de San Ramón nonato, al Ministro de Salud se le ocurre repartir pastillas abortivas en un campus universitario. Y desde allí, criticar a jueces y funcionarios entrerrianos que están peleando para defender la vida. En Paraná, la madre de una mujer discapacitada de 19 años, pidió la interrupción del embarazo de su hija. Denunció, 4 meses después, que su hija había sido violada. El embarazo lleva cuatro meses, y los médicos del hospital afirman que tanto la madre como el niño, están en perfecto estado de salud. Pero claro, para un gobierno abocado a la tarea de instalar la legalización del aborto, y decidido al mandato mundial de bajar a cualquier precio las tasas de natalidad, una defensora como María Marcela Piterson, quien ante este caso presentó una medida cautelar por “los derechos de la persona por nacer”, y una jueza de Menores como Claudia Salomón, que hizo lugar a dicha presentación, por lo cual el aborto no prosperó, para este gobierno, digo, estos funcionarios son los blancos sobre los que hay que disparar. Porque son los funcionarios que le impiden al gobierno llevar a cabo su plan siniestro. Hasta la esposa del mil veces gobernador de Entre Ríos, titular del Instituto provincial de la Discapacidad, Cristina Cremer, se despachó en contra de la decisión de la jueza: “No soy partidaria del aborto, pero…”, dijo, con una verba contradictoria, digna los políticos que nos merecemos. Por cómodos. Por pusilánimes. El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, encabezó la misa principal en homenaje al patrono de las embarazadas, San Ramón Nonato. En su homilía, el cardenal lanzó un mensaje contra el aborto, e instó a las personas a "no creerse dueños de la vida de los demás, se debe vivir con humildad. Los que más tienen, más humildes deben ser. Los que se creen dueños de la vida, no pueden convivir en la sociedad", sostuvo Bergoglio. De aquí, a la cita de Basseoto hay un tris. Y sí debe ser. Y nosotros tampoco debemos callar. Porque si callamos, comos cómplices. Pero este gobierno no solo se cree dueño de la vida. Sino de todo. Observe el ticket…en este país en serio, uno va al supermercado y puede elegir entre la papa gob. Que es la papa que el gobierno intenta vender a 70 centavos el kilo. Y la papa de todos, que cuesta más de 4 pesos el kilo. Porque el gobierno no solo pretende manejar la inflación tomando por asalto el Indec, sino que además intenta controlar el mercado de los combustibles, y entonces las principales petroleras del mundo levantan sus cosas y se van, y pretende manejar la vida y la obra de cada uno de nosotros.
Y entonces, una fisura aquí. Una pequeña explosión por allá. Bolas de fuego más allá… ¡Ah sí!, ahora recuerdo porqué se me vino esta semana a la cabeza, la historia de aquel volcán que, de pronto, explotó bajo los pies de un pueblo…distraído.
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