¿Chau
Tabú?
¿Ahora
es correcto hablar de los presos políticos?
María Lilia Genta
El
artículo de Omar Bello en la Revista Noticias,
la posterior carta de Cecilia Pando, el programa que dirige Eliaschev en Radio
Mitre con la entrevista al prestigioso médico forense Mariano Castex, las
declaraciones del ex fiscal Strassera, el libro de Fernández Meijide y las
diversas opiniones de algunos ex montoneros y/o erpianos, apuntan, al parecer,
a un giro favorable que pronostica, quizás, un cambio en la inhumana e
intolerable situación de nuestros presos políticos. Todo esto me ha llevado a
reflexionar largamente sobre el tema.
Es
muy posible -esto no da para más- que muy lentamente la condición de los actuales presos se vuelva más humana,
tal vez como lo fue, sin duda, la de quienes fueron juzgados en épocas de
Strassera y a los que luego amnistió Menem.
Quizás
todos los amigos de mi generación pasen a prisión domiciliaria, como permite la
ley. Quizás los que tienen alrededor de sesenta años comiencen a gozar de
buenos tratamientos médicos y se les vaya dando los privilegios de salidas como
tienen los presos comunes, por ejemplo los violadores.
Todo
esto es posible y me alegraré (más bien me aliviaré) cuando algún entrañable
amigo de mi adolescencia vuelva a la “domiciliaria”, y con él muchos otros.
Por
supuesto estoy segura de que por debajo de la mesa, en absoluto sigilo
(costumbre eclesiástica de todos los tiempos) la Iglesia esté haciendo lo suyo
en este sentido. No me cabe la menor duda de que el mismísimo Francisco esté
actuando e inspire estas silenciosas y discretas gestiones. Siempre hay, sin
embargo, excepciones al sigilo y al secreto; y aquí se distingue la meritoria labor pública de Monseñor Lona,
Obispo Emérito de San Luís, quien se dirigió por carta al Papa, hace unos
meses.
La
situación actual de nuestros presos se está volviendo un oprobio ante el mundo.
Rivalizamos con Venezuela.
Todo
esto pienso. Pero, después de cavilar y reflexionar llegué a la siguiente
conclusión. No sólo Cecilia -si se diera el cambio esperado- será considerada
un “extremo incorrecto”. ¡Cuidado con abrazarse con ella! Casi todos aquellos
que desde hace años luchan de una manera u otra por la causa de los presos
también, quizás, sean considerados “incorrectos”.
Me
asalta una duda cruel: ¿qué pensarán los “políticamente correctos”, aún algunas
de las familias de nuestros presos, de esta gente incorrecta que durante años
lo expuso todo, particularmente la tranquilidad, para ayudar y confortar a
presos y familias?
Por
ejemplo, el informe que el doctor Hugo Esteva elaboró sobre la “sanidad” en las
cárceles, después de recorrerlas casi todas, es mucho más amplio y detallado
que el del mismo Castex (tengo entendido que el informe de Esteva fue entregado
en mano al Papa Francisco integrando el pormenorizado dosier de la Asociación de Abogados por la Justicia y la
Concordia). Me dirán: bueno, pero Castex
es Castex. Sin duda, lo reconozco; pero Hugo Esteva, reconocido no hace
mucho como Maestro de la Medicina Argentina,
siendo muy joven hizo el primer reimplante, en Argentina, de un brazo en
una pequeña ciudad del interior y desarrolló después una brillante carrera de
cirujano en el Hospital de Clínicas. Claro, Hugo Esteva fue y es políticamente
incorrecto… Será por eso que me lo crucé más de una vez en la vida.
Recuerdo,
también, a la Unión de Promociones, a Uno América, a la ya mencionada
Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia y a los hijos de los
muertos de los setenta que tocaron las puertas de obispos y políticos para
llamarles la atención sobre la situación de los presos y sus familias. Esto
último siempre me pareció muy bien porque la sangre derramada por los nuestros
debía servir ahora a las nuevas víctimas que pueblan las cárceles
kirchneristas.
Como
ya soy vieja y la piel se me fue endureciendo desde que nací (soy hija de mi
padre), creo que estoy preparada para escuchar cosas como: “¡Esto sí que sirve!
¡Esto sí es eficaz!”. Y hasta quizás alguno se atreva a decir que todo lo
anterior fue una pérdida de tiempo y consideren que los libros valientemente
escritos por Acuña, Yofre, Massot, Díaz Araujo, Márquez y otros tantos, también
fueron tiempo perdido. Espero que no sean muchos los que así piensen.
Por
supuesto que este recuerdo mío de los viejos luchadores que no tuvieron la
ventura de hacerse escuchar no quita que me haya emocionado, hasta llorar,
escuchar a Castex por una radio de gran alcance e invitado por un periodista
“de pro”. Espero que si cambia la mano, no se olvide demasiado pronto lo que les
costó a Cecilia y a su familia las vueltas a la Pirámide en la Plaza de Mayo y
tantas patriadas. Ella fue pionera de la noble causa de los presos.
Si
te sirve de algo, Cecilia, yo sí te abrazo.
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