martes, 12 de abril de 2016

Escupir al cielo...



Mamá siempre me repetía: "nunca escupas al cielo".
Me lo decía en un tiempo en que mis ínfulas de adolescente volaban a nivel de las nubes más altas.
Siempre intenté contar hasta diez antes de esgrimir la burla... pues la vida tiene sus vueltas, y el destino puede un día señalarte... y entonces tal vez termines siendo el burlado.
Tal vez por esto mismo aprendí a reírme de mí, antes que reírme de los demás.
Triste... un puñal en el medio del alma sentí al escuchar a Mariano Iudica, conductor de televisión, gritar: "Pero Adele, olvidate, andá a laburar lechón...olvidate", en alusión a la genial cantante inglesa.
Ni siquiera la sobreactuación en el chupamedismo hacia los cantantes del dúo Pimpinela, a los que pretendía adular el conductor, tuvo piedad ante semejante miseria de discurso.
Claro que la adolescencia es una cosa, pero las responsabilidades de adulto son otras bien distintas. Y uno se da cuenta que no hay que escupir al cielo por miedo a que nos caiga encima… sino porque cada ser es sagrado en sí mismo.
Nadie puede señalar supuestas miserias en caras ajenas, sin hacerse miserable en ese estúpido intento.
Cuando todos aprendamos a vernos iguales mirando nuestras diferencias… este mundo será un mundo mejor.
Los Iúdica deberían cerrar los ojos… escuchar la voz de Adele… luego abrirlos… y festejar la igualdad de las diferencias…

Horacio R. Palma

Escribidor contumaz...







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