jueves, 10 de marzo de 2016

Olivia Newton-John en la Argentina



Cara triste. Porque la vida es injusta y a mí me gusta quejarme de las injusticias de la vida: no pude ir a verla. Snif. Cara triste con lágrima.
Un amigo para colmo me cuenta que fue genial. El, como yo... somos nostálgicos sin remedio.
A mí la música me cura tanto como la sonrisa. Antes, ahora… y supongo que siempre.
A veces pienso que el dinero sí da cosas parecidas a la felicidad. Pero luego veo alguien durmiendo en la calle, y ya no me quejo ni envidio ni reniego de lo que podría haber sido y no es.
Somos nosotros y las circunstancias nuestras de cada día de la vida.
Lo acepto con una sonrisa que se parece mucho a la resignación, pero no lo es.
Mi amigo me cuenta que se curó de todo en esas dos horas de nostalgia. La dulce voz de la rubia debilidad, hoy con 67 años, le hizo olvidar el mundo.
Y comprobar que esos ojos celestes que en los 70 veíamos solo en tapas de discos y en las enormes pantallas del cine del pueblo...existen y brillan… le devolvió vida a los años gastados y le descubrió lágrimas dulces que había olvidado.
No es solo la música, ni el color de una voz, ni los recuerdos de aquellos años de aquellas nuestras canciones, ni el cobrar vida la cara del póster que colgaba en la pared de nuestro cuarto de adolescentes… es todo eso conjugado lo que produce algo muy parecido a la magia. Y lo es.
Los nostálgicos sin remedio lo entendemos sin palabras…Magic!
Gracias Olivia Newton-John por la música.
Carita feliz… y punto.

Horacio Ricardo Palma
Escribidor contumaz...



1 comentario:

Ana Maria Grossi dijo...

COMO NO TE VOY A ENTENDER, EN LA NOSTALGIA, Y EN LA TRISTE REALIDAD DE LOS QUE CARECEN DE TODO, IMPOSIBLE NO ENTENDER.