Desconfío de esas historias contadas con mentiras,
que en la feria de la “conveniencia política o económica” se ofrecen en los
escaparates de las “verdades”. Prefiero que me digan que es un cuentito lindo,
bien armado, narrado amenamente… pero cuentito al fin.
Así que, desconfiado, paso delante de estas
historias con el entrecejo fruncido y una mueca en la boca que dice: “mmmmmm”
Y conste que tampoco soy devoto del “ver para creer”.
Puedo creer a ciegas si es necesario. No es ese el punto. El punto es otro.
La violencia desatada
asquerosamente en Argentina desde finales de los 60 hasta casi los 90 por las
organizaciones terroristas, es un tema al que le he dedicado mucha vida. He
gastado ojos, tiempo, dinero, corazón y alma
en hurgar en la delirante “revolución” del terrorismo internacional que
encontró en Argentina una generación inteligente, lúcida, valiente y militante…
y la convirtió, vaya a saber por qué, en desalmados asesinos hijos de puta.
Recorrer la historia de
las verdaderas Víctimas de aquella violencia es andar los abismos de un
infierno que no tiene explicación. María Guillermina Cabrera Rojo voló por los
aires de su casa en La Lucila un 12 de marzo de 1960. Dos paquetes de
galletitas con explosivos puestos por terroristas hicieron “revolución” cargándose
la vida de una nena de 3 años. Y Cristina Viola, también de 3 años aportó sin
elegir, con su vida y un balazo en la cabeza, al cuentito de los que venden en
la feria de la “conveniencia política o económica” una mentira en el estante de
las verdades.
Y Juan Barrios,
acribillado en brazos de su mamá… y Paula Lambruschini, desmembrada vida de 15
años por una bomba inmensa de odio, furor y delirio. Y la lista de verdades
muertes es tan grande como las mentiras del relato que pretende esconder la Historia
violenta de sangre espesa de la Argentina de ayer nomas, en los rencores del
aquí nomas.
Yo podría llenar estas
páginas con fotos de cuerpos de argentinos mutilados, acribillados, colgados de
ganchos, descocidos a balazos, cortados en pedacitos… de argentinos secuestrados
y torturados, confinados en un pozo de mala muerte debajo de alguna casa de “gente
de bien” con una bandera terrorista o del Che, que es lo mismo, como prueba de
vida para que el secuestro abone millonarios frutos a las arcas de los sembradores
de terror y alentadores de demonios, o mostrar personas que hoy afrontan su
vejez sin piernas, sin brazos, sin ojos, sin hijos, sin padres, sin hermanos,
sin esposos, o con la mitad del cráneo reconstituido… y mostrar así, con lo
irrefutable, de lo que fue capaz de hacer aquella generación que hoy se vende “revolucionaria,
idealista y maravillosa” de los Kunkel, de los Vaca Narvaja, de los Firmenich,
de los Argemí, de los Puigjané, de los Walsh, de los Verbitsky, de los Perdía,
de las Arrostito, de las “LauRita Carlotto”, de las Daleo, de las Lucias
Révora, de las Osterheld… y debo decirlo con dolor, de nuestra presidenta que
si bien sabemos nunca tuvo los “ovarios” de las armas, esas culpas le dieron “ovarios”
para sobreactuar venganza y dolor treinta años después, haciendo política de
Estado la apología del terrorismo.
¿Servirían de algo las
fotos? Agregarían más dolor al dolor. Más bronca a la bronca. Más mierda al
gran pozo de mierda en el que nos hundieron los que ayer mataron en nombre de
un mundo mejor, y hoy viven impunes en una vida mejor… a costa de un Estado
corrupto de corruptos que premió la sangre y el terror y la muerte, con
indemnizaciones desbocadas, monumentos vacuos y placas inmensas de miserias
chiquititas.
Algunas fotos siempre
publico, porque una imagen vale más que un millón de palabras. Y a las
consecuencias horribles de violencia a veces es necesaria verla descarnadamente,
para curarse del espanto.
La foto carnet en
blanco y negro de la hija terrorista de Estela Barnes, viuda de Carlotto con su
verdad, esconde la cara asesina del terrorismo para mentir la verdad que resta.
Digan lo que digan, el
demonio anduvo a sus anchas por Argentina y encontró de quién vestirse. La
guerra desatada por el terrorismo en nuestro país tuvo tanta saña y supo de
tanta crueldad, que resulta imposible no creer en el demonio vestido de rojo
con boca de fuego y sangre en las manos. Aunque hoy ande en un Audi blindado y
lea Página 12 en Palermo Soho. La mentira siempre ha sido el ardid preferido del
demonio.
Cuentan los terroristas
argentinos arrepentidos, que tras perder la guerra de las armas, aunaron
inteligencia y criterio en el dorado exilio. Se reunían en Francia para
estudiar la manera mejor de aprovechar políticamente los restos tibios de tanta
sangre. Ensayaron el libreto para los juicios de venganza, y juntaron con
algunas verdades, la mentira de los hijos robados en los jardines del infierno.
Si el resabio
terrorista asegura que buscan 500 niños apropiados, no se entiende porqué el
Banco Nacional de datos Genéticos, que maneja el mismísimo resabio terrorista
de los 70, no tiene muestras recolectadas ni para la mitad de 500. Bueno sería
tener la información, pero siempre la información sobre cualquier causa que
incluya terroristas de los 70, es reservada y de imposible constatación.
“Apropiadores” de
primera y “apropiadores” de segunda. Unos presos de por vida, otros a salvaguarda
de las malas lenguas… Roberto es un ex miembro del grupo terrorista Montoneros
a quien una vez entrevisté. Vive en México, donde frecuentemente se reúne con
ex cumpas de balas y bombas. Me contó entonces que ellos llevaban un control
minucioso de datos: Nombres, alias, encuentros, si volvían o no volvían, si
morían o eran ejecutados por delatores. También llevaban un control estricto de
hijos de terroristas que quedaban a cargo de “familias de confianza” cuando los
papás salían a poner bombas, a matar por la espalda o a ejecutar compañeros con pocos huevos para la lucha
armada. Montoneros tenía una guardería para hijos de terroristas en La
Habana, donde los chicos quedaban a cargo de los lavadores de cabezas y
encantadores, mientras las serpientes padres salían a poner sus huevos.
Estela Barnes, ahora
viuda de Carlotto, en los 70, mientras sus hijas jugaban la guerra y la
revolución matando gente, hacía personales gestiones por la vida de ellas a su
amiga de trabajo, hermana del General Bignone. Estela hoy, con huesos de
persona mayor, con platinado de mil pesos por quincena y con auto alemán, lo dice de manera poética: “Admiro
la lucha de mis hijas…”, pero en los 70 tenía otro discurso y pedía favores
para sacarlas de “esas cosas raras”.
Por eso, ni bien su
hija Laura cayó muerta en un enfrentamiento con las fuerzas del Estado que
combatían al terrorismo, el cuerpo le fue entregado inmediatamente tras
gestiones del General Bignone. Siempre es bueno tener, palenque ande ir a
rascarse dice el Martín Fierro, y Estela lo sabe.
Luego lo del nieto, lo
de convertirse en Abuela que busca realizarse en lo que no pudo con sus hijas
terroristas, tal vez. Lau“Rita”, Estela y ahora Guido. Tres generaciones
emparentadas con nuestra historia reciente. Unidos para un cuentito ofrecido en
el estante incorrecto.
Miro ahora a la Estela
combativa de “genocidas y apropiadores”… está con cara buena en todos los
medios. Cuánta extraña bondad hay en Estela de Carlotto para con los
"apropiadores" de su "nieto" por taaaantos años!!!
Tal vez.. algún día
alguien se anime o se atreva a meter la nariz en la historia de los chicos de
la guerra, debidamente anotados en aquella libretas de Montoneros… guardados
misteriosamente en las casas de los viejos cumpas, y que por esos designios
apuntados en la mesa cómoda del exilio dorado, van a apareciendo
convenientemente según los vaivenes políticos… y los “apropiadores buenos” que
se pierden en las oscuras cuevas a las que nadie tiene acceso… ¿no?
Horacio R. Palma
Escribidor contumaz
6 comentarios:
Cuanta verdad en sus palabras y cuanta impotencia tanta que me costaba continuar leyendo, diabolico realmente diabolico lo que pasa con estas lobas que ahora se disfrazan de corderas.. permitame un comentario que puede ser fuera de lugar y si quiere borrelo pero viendo sus fotos ud es un churro barbaro :-)
Muy cierto. Comparto! Hay que derrocar a estos montoneros terroristas.
No puedo agregar nada mas, usted lo a dicho todo,con bronca como la que yo tengo y muchos de los argentinos.
Lo felicito. y muestre mas fotos,de gente inocente muertos por los Montoneros,se ve que hay gente que le molesta.
Lo saludo atentamemte,
Fresia Robinson
Excelente y todo verdad!!!. Me sumo a lo que expresas en el último párafo con un OJALA!!. Felicitaciones!!
Excelente¡ yo como hija de militar tuve q padecer situaciones de llamadas anonimas en esos años y hasta qla directora de laescuela a la cual concurria me acompañe al transporte escolar x miedo a q me secuestren los montoneros.Eso no se borrara en mi vida,la sensacion de miedo con seis añitos de edad.Agradezco tu escrito.
UN RELATO ABSOLUTAMENTE CIERTO, OBJETIVO ,HISTÓRICO Y VALIENTE DEL ATAQUE TERRORISTA A LA REPUBLICA ARGENTINA.SU FUNDAMENTO FUE EL ODIO ATEO Y SU CARACTERISTICA LA COBARDIA EN SUS ACCIONES,(PONIAN UNA BOMBA ,POR LA QUE MORIRIAN DESCONOCIDOS Y HUIAN).CONFÍO QUE ALGÚN DÍA SERÁN JUGADOS ESTOS ASESINOS Y HONRADAS SUS VICTIMAS.
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