No creo recordar una noche más larga en mi infancia,
que la víspera de Reyes.
No había mañana más feliz para mí que la mañana del
6 de enero.
Una tarde, un compañero de segundo grado lanzó su
puñalada artera. Sonó profunda, en la inmensidad del aula del Colegio San
Carlos, junto al Convento de San Lorenzo.
Con solo unas pocas palabras, tal vez sin quererlo,
Sergio quebró aquél día, irremediablemente, mi fantástica ilusión: “¿Vos
todavía creés en los Reyes Magos?”.
¡Más vale que creía! No había ilusión más grande, y
no había un día que yo esperara con mayor ansiedad, que el día de los Reyes.
Con mis hermanos teníamos un pacto. Que era de
honor. El que se despertaba primero, despertaba a los demás. Ninguno podía ir a
buscar los regalos sin despertar la los otros. Y ninguno, nunca, osó violar ese
pacto.
La noche de Reyes siempre se hacía eterna. Mis
hermanos y yo nos desvelábamos comentando historias remotas de padecimientos
increíbles que habían sufrido aquellos chicos que habían querido espiar la
llegada de los Reyes Magos. Así pasábamos horas elucubrando sobre historias de
Camellos enojados, y Reyes que pasaban de largo por las casas de los chicos que
intentaban la vigilia. Pero al final, siempre nos vencía el sueño. Y llegaba
entonces la mañana, y uno que se despertaba primero, y correr a despertar a los
demás. Y después era bajar con sigilo la escalera, y buscar por toda la casa
los regalos.
Es que en casa, los Reyes Magos nunca se cansaron de
contenernos la ilusión.
Y año tras año se tomaban el trabajo de escondernos
los regalos, para que nosotros nos desesperemos en la búsqueda emocionada.
La noche de Reyes despierta aún en mis huesos
cansados de hombre, la ilusión niña de que lo mágico existe...que los sueños se
cumplen, y aunque ya hay cosas en las que no creo, sin embargo en las noches
como éstas... sucede siempre el milagro hermoso de poder acariciar los
recuerdos de mi infancia hasta sentirlos reales.
Allí están mis hermanos bajando conmigo las
escaleras en puntas de pié, mis padres en su cuarto haciendo como que duermen,
y mi corazón palpitando de emoción como aquél niño feliz... vísperas de Reyes,
que se cumplan tus sueños...
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