domingo, 29 de diciembre de 2013

Sobre la Noche de los Lápices

NOTA PUBLICADA POR HORACITO ZARATIEGUI EN 2.006



La farsa de “La Noche de los Lápices”
En la La Plata, en los días previos y posteriores a lo que después se bautizó con el nombre “La Noche de los Lápices”, el terrorismo -principalmente montoneros- asesinó a 33 personas (8 de ellas personajes públicos y/o personalidades), e hirió a otras 150 en atentados varios. La Plata era una ciudad en guerra. Del lugar y la época, dice el libro que dio comienzo a la farsa: “La subversión se refugiaba en las facultades y los colegios secundarios… los montoneros se hallaban divididos y algunos sectores de estudiantes peronistas se sentían traicionados por Perón. Entre ellos, la Juventud Guevarista, la juventud Socialista, la Federación Juvenil Comunista (uno de cuyos dirigentes era Aníbal Ibarra), la Juventud Franja Morada de la Cordinadora Radical (sí, Nosiglia, Storani, Becerra y otros conocidos), y el grupo de Estudiantes Socialistas Antiimperialistas que respondían a la UES (Unión de estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata).” (María Seoane y H. Ruiz Nuñez, “La Noche de los Lápices”).

Libro histórico ¡minga!

La llamada “noche de los lápices” se transformó en el símbolo de la supuesta represión militar contra los estudiantes. Los hechos presuntamente ocurridos en aquella oportunidad fueron narrados en el libro homónimo de María Seoane (montonera, directora del suplemento Zona, de Klarín), y Héctor Ruiz Nuñez, que está basado en el testimonio del supuesto UNICO sobreviviente de los hechos (según su propia declaración), Pablo Alejandro Díaz.
El libro fue terminado en junio de 1986, MUCHO después de que testimonios de terroristas, escuchados en el juicio a las juntas militares, desmintieran la mayoría de las afirmaciones que la Seoane o Ruiz Núñez escribieran… lo que no les impidió publicarlo.
Las mentiras de Seoane y Ruiz Núñez sob descaradas. Una cómplice de los terroristas cuya historia falsea el libro, dijo en una entrevista en 18/9/05): “…me pasó con María Seoane que cuando ella me pidió que escribiera mi testimonio yo acepté pero le pedí leer el borrador del libro. Seoane se negó a dármelo y entonces yo y mi padre no escribimos. A partir de ahí viene el castigo en el libro y después en la película. Ni siquiera menciona la existencia de otros sobrevivientes…” (Emilce Moler, montonera -hoy coordinadora del programa de la Secretaría de Políticas Universitarias del estado-, de quien veremos otras declaraciones más adelante).

Película documental ¡minga!
En el libro mencionado arriba se basa la película “La Noche de los Lápices”, de Héctor Olivera, director criticado por las tergiversaciones históricas que presenta otra película suya, “Ay Juancito”, de la que expresó La Nación (13/6/04) “…Héctor Olivera y José Pablo Feimann tergiversan su historia…”, agregando luego “…a las películas pretendidamente históricas nunca hay que tomarlas al pie de la letra…puesto que no hay nada que a directores y guionistas les entusiasme más que deformar los hechos para hacerlos más espectaculares y taquilleros…”. Héctor Olivera se ha caracterizado siempre por deformar hechos históricos por motivos supuestamente creativos… y comerciales.
Quien vea “La noche de los lápices” (de exhibición obligatoria en los colegios secundarios de la ciudad de Buenos Aires; una idea de Aníbal Ibarra…), terminará convencido de que lo mostrado es “… la historia verídica de un grupo de simpáticos jovenzuelos que bregaban por una inocente y enternecedora rebaja en el boleto estudiantil y sus picardías más atrevidas eran cantar canciones de Sui Generis y soñar con un mundo más justo, igualitario, solidario, etc. Luego, un grupo de militares feos y malos se enojaron porque sí, los maltrataron por “pensar distinto”, los ultrajaron “por tener un “corazón altruista”, encarcelaron por “tener sensibilidad social” y los mataron por placer; punto.”. (Nicolás Márquez, “La otra parte de la verdad”, pág. 169).

La realidad es que la historia plasmada en el libro y principalmente en la película es una burda mentira, y que Pablo Díaz y sus secuaces no eran ingenuos chicos de barrio, sino montoneros, ni luchaban por el boleto estudiantil. Y varios terroristas -no únicamente Díaz- sobrevivieron a los hechos.

Jóvenes inocentes ¡minga!

Más abajo veremos que el mismísimo Pravda/12 (verdadero refugio de ex terroristas devenidos en denunciadores mediáticos -desde su fundación por Jorge Lanata- y/o asesores presidenciales en esta era K.) confirma la pertenecia al terrorismo montonero de los “inocentes” estudiantes recordados cada septiembre por Kirchner y demás. Pero un testimonio de mayor -y extraordinaria- relevancia que contradice contundentemente la versión mostrada en la película de Olivera y el libro de la montonera Seoane y su socio, es el del hermano de María Claudia Falcone (montonera sobre cuya historia pivotea toda la narración falaz del filme). En el libro “Montoneros, Soldados de Menem”, de Viviana Gorbato, en la página 96, Jorge “Chiqui” Falcone expresa: “Mi hermana no era una chica ingenua que peleaba por el boleto estudiantil. Ella era toda una militante convencida. Ni mi hermana ni yo militábamos por moda. Nuestra casa fue una escuela de lucha.”

El diálogo con la periodista continúa de la siguiente manera (pág. 97/98):

- ¿Tu hermana y vos eran montoneros convencidos? – le pregunto.
- Sí. Nadie nos usó ni nadie nos pagó. No fuimos perejiles como dice la película de Héctor Olivera, que yo mismo asesoré hasta donde pude. Nadie nos escribió los libretos. Fuimos a la conquista de la vida o la muerte.
- ¿Vos sentís que la película no muestra eso?
- En el departamento donde cayó mi hermana se guardaba el arsenal de la UES de La Plata. Mi hermana no cayó solamente por el boleto secundario (solloza), sino por una patria justa, libre y soberana. La compañera María Clara era su responsable. No se agarraron a tiros con el pelotón que las fue a buscar por no hacer mierda a los vecinos en un edificio de departamentos. No porque no querían o no podían.
- Esto es algo que en general no queda claro – le comento extrañada.
- Era algo difícil de decir en la transición democrática. Cuando se dio la película, yo fui llevado en andas con Pablo Díaz, el sobreviviente, del cine al Obelisco. Allí le dije que mi hermana estaba en la clandestinidad con documento trucho, que respondía a una orgánica nacional revolucionaria. Eso puso a todos nerviosos. No querían escuchar esas cosas. Mi hermana no era una Caperucita Roja a la que se tragó el lobo, aunque tampoco tengo la intención de convertirla en una guerrillera heroica. Era una militante revolucionaria.
- ¿Qué cargo tenía tu hermana dentro de la organización?
- Era miliciana. El miliciano era un tipo que podía revolear una molotov en un acto relámpago gritando: ‘Perón o muerte’. También podían hacer una acción de apoyo a un acto militar de mayor envergadura sin saberlo, como cuando participamos en una serie de actos relámpago que sirvieron de cerco (nos enteramos después) en agosto del ’75 para el hundimiento de la Fragata Santísima Trinidad. La gente que tenía conducción en un colegio secundario no se chupaba el dedo. Tenía práctica política y militar” (Viviana Gorbato, “Montoneros – Soldados de Menem- ¿Soldados de Duhalde?”).

En su propio libro, “Memorial de Guerralarga”, Falcone cuenta cosas como estas:

- “Caminaba con María Claudia por la Avenida 7, charlando sobre la necesidad de prever el contragolpe enemigo a la hora de planificar campañas de sabotaje en su contra…”.
- “…María Claudia y María Clara retornaban abatidas al peligroso 586 de la calle 56, con la frustración de no haber encontrado otro albergue… El portero contó que fueron intimadas a rendición por parte de un grupo de civiles armados que irrumpió violentamente en el hall. Las chicas corrieron escaleras arriba amenazando a los intrusos con abrir fuego…”.
- “…buscaron refugio en casa de la tía “Tata”… los matones tumbaron la puerta, encerraron a la sobresaltada dueña de casa en su habitación y redujeron a ambas dirigentes de la UES para encaminarse, acto seguido, al baño del departamento. Retirando la tapa plástica del botón del inodoro, recogieron un gancho del que pendía una bolsa de polietileno que protegía varias armas cortas y algunas pepas** pertenecientes a la agrupación…”.

(Un dato interesante y no muy conocido. El 16/5/85, en testimonio brindado en el juicio a las juntas militares, la falsa abuela Estela Carlotto declaró que “…en realidad la represión se desató contra su grupo familiar el 16 de setiembre de 1976, con el secuestro de María Claudia Falcone, adolescente de La Plata, hermana de su yerno”. Ansina es, nomas: Jorge “Chiqui” Falcone, el terrorista montonero cuyo testimonio sobre su inocente hermanita acabamos de ver, estubo casado con Susana Estela Carlotto, hija de la falsa abuela. “Dios los cría…”, dicen).

Hay una escuela de la Capital (Malabia 2148), que lleva el nombre de la terrorista desaparecida: “María Claudia Falcone”, otra barbaridad que expresa a las claras las intenciones verdaderas de adoctrinamiento y desinformación de los apologistas del terrorismo para con las nuevas generaciones de argentinos. Anteriormente, esa escuela se llamaba “Blas Parera”. Así, por ley N° 237 de la ciudad, firmada por De la Rúa el 1/10/99, se logró “erradicar” nada menos que el nombre de uno de los autores de nuestro Himno Nacional, para reemplazarlo por el de una terrorista…

El 3/9/03, por iniciativa de un grupo proterrorista (la “agrupación peronista “María Claudia Falcone” – Montoneros – La Plata”), se aprobó la ordenanza municipal que designó con los nombres de los seis terroistas desaparecidos en la fantasiosa “La noche…” a las calles donde cada uno de ellos vivieron. Esa misma “agrupación”, en un comunicado fechado el 16/9/03, reconoce la pertenecia de los “inocentes estudiantes” a la banda terrorista:
“…en el marco de la llamada “Noche de los Lápices” desaparecían, en la ciudad de La Plata, seis militantes secundarios pertenecientes a la UES encolumnados en MONTONEROS… les fueron violados sus derechos, también es cierto que fueron militantes populares, pero el aspecto central del relato que permanentemente se viene obviando, es que fueron, son y serán MILITANTES PERONISTAS MONTONEROS, y que fueron reprimidos, torturados y asesinados porque encarnaron un proyecto político revolucionario, que como nunca antes en la historia jaqueó el poder de la minoría oligárquica…”.
Más adelante, señala específicamente: “Que nuestros compañeros fueron militantes consecuentes con una causa y no idiotas útiles “mandados a la muerte”, que es el peor de los insultos imaginables”… O sea que los mismos montoneros NO QUIEREN que se vae a sus cómplices como “pobres inocentes”.

Visto y considerando que los mismos protagonistas desacreditan categóricamente la veracidad de la película, vale recordar que tanto la delictiva UES montonera como otros grupos terroristas estudiantiles – “Acción Revolucionaria 8 de Octubre” (que atacó con bombas molotov una dependencia del Ministerio de Educación), o los “Comandos Estudiantiles Socialistas (que colocó bombas en el Palacio de tribunales)- fueron parte integrante de la denominada “juventud maravillosa” siempre estereotipada y adulada en cuanto filme o libro haya al respecto. ¡Retorcido idealismo el de aquella adolescencia sensible!. (Nicolás Márquez, “La otra parte de la verdad”, pág. 171).

Boleto escolar ¡minga!

La bandera y la lucha estudiantil de la UES sí fue, en su momento, para conseguir el “boleto estudiantil popular”. Después de una serie de alternativas, el 16 de septiembre de 1975, el gobierno reglamentó gratis el BES (boleto estudiantil secundario), requerido por los estudiantes. Este hecho deja en evidencia la falsedad del reclamo por el cual, según la película de Olivera, los inocentes estudiantes son detenidos, ya que el beneficio ya había sido otorgado por las autoridades constitucionales un año antes de los supuestos hechos (Mario Laprida, “Hay verdades que duelen”, pág. 130).

Lo que es más, los mismos montoneros reconocen esta farsa: Emilce Moler, cómplice de los terroristas desaparecidos y una de las sobrevivientes (que se autoexilió en Mar del Plata luego de ser liberada por la policía “genocida”) inexistentes para Olivera, la Seoane, Kirchner y Magneto, fue entrevistada DOS veces por el pasquín oficialista Pravda/12. He aquí parte de sus declaraciones sobre el mentiroso asunto del “boleto”:

Página/12, 15/9/98:

Emilce Moler: “Teníamos un proyecto político, en relación con los desaparecidos de los secundarios de La Plata. No fue exclusivamente la lucha por el boleto, eso era un objetivo superfluo que fue utilizado buscando reivindicar la militancia”.
P12: “La noche de los lápices se asocia con el boleto estudiantil, pero Ud. habla de una lucha política más amplia.”
Emilce Moler: “No creo que a mi me detuvieran por el boleto. La lucha fue en el año 75, además no secuestraron a miles de estudiantes que participaban en ella. Detuvieron a un grupo que participaba en una agrupación política. Todos los chicos que están desaparecidos pertenecían a la UES, es decir que había un proyecto político al fin.”

Página/12, 21/9/01:

P12: –Tu relato sobre “La Noche de los Lápices” generó polémicas, sobre todo sobre la cuestión de las “víctimas inocentes”, como si el crimen pudiera justificarse cuando “en algo estarían”…
Emilce Moler: –Sí, hasta entonces lo predominante era atribuir aquel operativo a la lucha por el boleto escolar. Yo dije que esa movilización había sido muy importante, pero había ocurrido con anterioridad, en 1975, y que a nosotros nos detuvieron por ser militantes de la UES, que nunca me habían preguntado por el boleto escolar. Creo que hoy se puede hablar de temas que antes era muy difícil abordar. Y creo que la transmisión a los jóvenes requiere que no se hagan simplificaciones de la historia ni “cuentitos” que no sirven para entender lo que pasó, lo cual también impide a los jóvenes entender este presente.

Vale mencionar que esta última entrevista a la montonera Moler fue realizada por la también terrorista “Lila” Pastoriza, mujer de Rodolfo Walsh, el escritor jefe de inteligencia de aquella banda terrorista.

Como para “redondear”, dijo el 18/9/05 el “Boletín La Fogata”, órgano electrónico del montonerismo actual: “(Emilce Moler) Nos da su testimonio y, a diferencia de lo que cuenta la película que hizo conocidos estos hechos, ella no relaciona la detención con la lucha por el boleto estudiantil…”. Y si aún quedan dudas, Jorge “Chiqui” Falcone, montonero y hermano de una de las “inocentes estudiantes” de la Seoane, Olivera y cía., dice en su libro “Memorial de Guerralarga”: “Cenamos en el restaurante “Le tre palle”, cerca de mi hogar natal, más precisamente, frente al edificio de Obras Públicas (en cuya explanada un año antes se había producido la concentración que conquistó el Boleto Estudiantil Secundario…)”.

Un solo sobreviviente ¡minga!

Pese a la insistencia de Seoane, Ruiz Núñez, Olivera y el mismísimo Pablo Díaz, en su edición del 15/9/98, Pravda/12 informa: “La noche de los lápices se transformo en el estandarte de la dictadura militar, contra los estudiantes… Emilce Moler (ya mencionada anteriormente), tiene 39 años, tres hijos y vive en Mar del Plata desde que los militares la obligaron a dejar La Plata. Allí fue capturada por ser una activa militante montonera. Sobrevivió para contarlo y no arrepentirse de su pasado”. O sea… ya hay más de un sobreviviente, y además parece que no fueron detenidos por ser inocentes estudiantes, sino miliatntes montoneros….
Sigue al artículo del pasquín de Verbitsky: “Ella y Gustavo Calotti, que también vive y que esta radicado en Francia, conjuntamente con otra joven radicada en La Plata son los sobrevivientes de “la noche de los lápices”.

Una vez más, recurrimos al “Boletín La Fogata” de montoneros para redondear este tema. En su edición del 18/9/75 (ya mencionada, en entrevista a Emilce Moler): “…En el camino pasaron a buscar a otras dos compañeras. Una no estaba. La segunda era Patricia (Miranda), otra de los cuatro sobrevivientes…”. En un momento, le preguntan a la Moler: “…todavía es fuerte la versión de que existió sólo un sobreviviente…”, a lo que ella contesta: “Es bastante extraño porque he hablado muchas veces. Estuve en 1998 en el programa de Santo Biasatti. Esto fue tapa de La Nación en el mismo año y Página/12 también lo publicó. Fui a muchas entrevistas radiales y a charlas en muchas ciudades y se vuelve a decir lo mismo. Más de una vez me ocurre que gente que me conoce, cuando tiene que decir lo que fue “La Noche de los Lápices”, vuelve a repetir el tema del boleto estudiantil y que hubo un único sobreviviente…”.

Pablo Díaz, inocente e idealista ¡minga!

Pablo Alejandro Díaz, DNI Nro. 12.991.543, nacido el 26/6/57 en La Plata, figura en la historia oficial como un inocente estudiante secuestrado por los malos militares. En realidad es un mentiroso que se hizo famoso con la fábula de Seoane y Ruiz Núñez, autodeclarándose “unico sobreviviente” de los hechos.
Díaz era montonero, y miembro de la UES, Unión de Estudiantes Secundarios. Documentos capturados a la organización terrorista prueban que la UES de los ‘70 no tenía nada que ver con la “original” creada por Perón. Esta UES reciclada era un ámbito más de la estructura clandestina de montoneros. Funcionaba con citas, todos los controles de clandestinidad y pastillas de cianuro. Sus miembros cada tanto participaban en operaciones del ámbito militar; su tarea principal era reclutar chicos de 4° y 5° año de la secundaria, o sea de 18 a 17 años… que si luego “caían en la lucha” podían ser usados como “pobres víctimas” (la UES actuaba a nivel secundario y la JUP a nivel universitario, siendo ambos colaterales de montoneros para reclutar giles. Su contrapartida en el ERP eran las Juventudes Guevaristas, quienes llamaban a los colegios secundarios “fortines” del Frente de Estudiantes).

La captura de Díaz -tanto como la de sus cómplices- no tuvo nada que ver con el alegado boleto estudiantil, sino con la tenencia de armas y explosivos. Sin embargo, este “unico” sobreviviente, en su testimonio en el juicio a las juntas militares, y ante la pregunta de los jueces alfonsinistas de si sabía porqué había sido detenido, contestó textualmente: “Fue por el pedido de boletos para secundarios. Yo pertenecía a la Coordinadora de Estudiantes Secundarios y con chicos del colegio, de entre 14 y 18 años, habíamos ido a presentar una nota al Ministerio de Obras Públicas”…. (en un país en serio, alguien diría que incurrió en falso testimonio…).

Vale mencionar que el “inocente” Díaz, nacido en 1957, cuando fue detenido en 1976 ya tenía 19 años… bastante grande para ser, todavía, un estudiante secundario…

Nota: por error, muchas veces se menciona a este Díaz como “Pablo Nicolás Díaz”. Este último es otro terrorista que militó en el “Frente estudiantil”, de la “Juventud Guevarista”, rama que englobaba a activistas del PRT-ERP inscriptos en institutos educacionales, de donde se extrajeron primordialmente renovadas camadas de terroristas. Por su actuación en esta agrupación subversiva que este Díaz resultó detenido entre 1976 y 1980. Ya en democracia, fue afiliado al MTP (Movimiento Todos por la Patria, atacante de La Tablada en 1989), prolongación del ERP de los 70, comandado por Enrique Gorriarán Merlo (indultado por Duhalde).

La verdad ¡minga!

El 20 de agosto de 1997, el Ministerio de Educación incluyó en el calendario escolar, “La noche de los Lápices”, y el 16 de Septiembre de 1998 instituyó esa fecha como el Día de los Estudiantes, en conmemoración a los hechos –mentirosos- sucedidos en aquella oportunidad.
En Agosto de 2003, una actitud de Kirchner al respecto motivó una carta que envié a los medios, pero que ninguno publicó, y que en parte decía:

“…el primer mandatario presidió un acto en un barrio porteño referido a un asunto prioritario y de importancia fundamental para el futuro del país: el boleto escolar.
En la oportunidad, y en algo que también se está haciendo característico, volvió a mentir sobre el pasado reciente, diciendo que “por este boleto lucharon y fueron asesinados los jóvenes de mi generación”, en clara alusión al episodio conocido como La Noche de los Lápices.
Poco parece importarle al funcionario elegido por sólo el 21% de los argentinos, que el mito planteado falazmente por la historia oficial del terrorismo ya haya sido desmentido repetidamente, quedando demostrado que los “jóvenes” a cuyas andadas se refiere el presidente, el libro y la película -de lectura y exhibición obligatorias en los colegios dependientes del gobierno de Aníbal Ibarra-, eran en realidad subversivos montoneros que, entre otros “actos idealistas”, escondían parte del arsenal de la “orga” en su casa…”.
…Tampoco parecen ser importantes las fechas… cuya coincidencia forzada sirvió convenientemente a la propaganda terrorista y hoy le permite a Kirchner seguir delirando -y usufructuando- sobre el tema…

Todo lo expuesto anteriormente demuestra claramente la principal estrategia mantenida por la clase política, la mayoría de los medios de comunicación, los terroristas y sus simpatizantes, y la actual administración K, de mostrar a los subversivos como jóvenes idealistas y de esa manera mantener en los idiotas útiles -que son muchos- la idea de que los militares “durmieron mal una noche y entonces salieron a desquitarse con el pueblo”.
Desde esta misma definición de “idealistas” usada por Sábato, hasta las expresiones del fantasioso “Nunca Más”, pasando por cada uno de los libros y películas realizadas sobre el tema, y los discursos el actual presidente y sus funcionarios, la mentira es constante, repetitiva, hartante… Para sostenerla hacen actos, nombran calles e instituciones, reparten folletos y disfrazan al Obelisco.

La verdad, sin embargo, está documentada, y prueba de ello se ha dado varias veces en este artículo. Más allá de leyes, decretos u otros inventos que se generen desde el poder montoneril imperante -y los medios y periodistas cómplices se encarguen de desparramar- la verdad objetiva y desapasionada, tarde o temprano, verá la luz.

Nadie está exento de decir mentiras; lo grave es sostenerlas con énfasis (M. Montaigne)

Autor: Horacio Zaratiegui (Nota escrita en 2.006)

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