sábado, 16 de noviembre de 2013

Un peli que ya vimos

Sin llegar a ser un cinéfilo, eso no, el cine me ha acompañado mucho y bien a lo largo de mi vida. Hay películas que no me canso de ver. Son películas que veo una y otra y otra vez sin que se me escape un bostezo.


Urribarri y Boudou en Gualeguay 
(Foto: Télam)

Hay películas que son de culto y hay películas que son un clásico.
Cuando era chico, hace mucho tiempo por cierto y no sospechaba que el cuerpo tenía tantas articulaciones que podrían doler como el demonio tras media hora de estar sentado, yo solía clasificar las pelis a mi leal saber y entender. Las clasificaba de manera muy mía: De pensar, de tiros, de soldados, de indios, de besos, de piñas y patadas…de dibujitos…
Después de muchos años de ver solo pelis de dibujitos como Bambi o Dumbo, llegué a esa peli que cambió mi vida. Bueno, cuando digo que cambió mi vida no quiero decir que salí del cine y me apoderé del mundo para siempre, sino que quiero decir que fue la peli que me tocó las fibras más íntimas. Y esas fibras aún se me estremecen al recordarla.
Como si algo dentro de mí hubiera estado esperando la señal indicada para salir con fuerza. Y esa señal afloró viendo esa bella peli de besos.
Y sí, muchas veces soy una música romántica que camina mil calles ensimismado en sus recuerdos. Muchas veces soy ese niño enamorado que se escapa con su novia a la playa, ajeno al mundo que lo rodea. Muchas veces soy ese niño que se casa en secreto con la mujer de su vida y le jura amor eterno.
Soñador, romántico, melancólico… pónganme el mote que quieran.
Sin haberme analizado nunca tirado sobre un diván, con alguien haciéndome preguntas desde un sillón, supongo que muchas cosas tuvieron que ver con eso tan especial que sentí al ver aquella película.
Digo, una época especial y una edad especial. Eran los 70 y yo salía de la pubertad. Y en casa me dieron la primera libertad importante para administrar. Que contado ahora parece poca cosa, pero que en aquellos años era todo un acontecimiento.
Aquella vez, por vez primera me dejaron ir solo al cine.
La peli era de besos, pero en realidad no tenía besos sino una hermosa historia de amor entre una chica y un chico que amaban la libertad, se juraban amor eterno, desafiaban todas las barreras y soñaban con envejecer juntos. Todo, con el fondo de una música embriagadora que aún hoy me emborracha con su melodía.
Hay películas, hay canciones, hay libros, hay poemas y hay recuerdos que nos acompañan a lo largo de la vida. Que forman parte de nuestra historia.
Los argentinos somos bastante afectos a ver películas repetidas. Como siempre, los elegidos en sus funciones se trepan al pedestal y se autoproclaman padres fundadores de la patria y de la historia.
Y desde hace 30 años, la historia termina con la misma película de triste final. Los refundadores de la patria, acaban por refundirla.
A ciertos personajes les lleva más tiempo que a otros, pero es encomiable el esfuerzo que ponen en ello.
“L'État, c'est moi” dijo un joven Rey francés. Una sentencia que las monarquías absolutas no discuten.
El estado soy yo… con singular pomposidad, Gualeguay recibió al vicepresidente en ejercicio de la presidencia. Amado Boudou llegó a la ciudad en helicóptero pagado por todos y todas, como corresponde a un régimen nacional y popular, para inaugurar obras en el Centro de Educación Física, que lleva el nombre de un gran funcionario público, cuando Argentina transitaba una época de mejores.
Una avanzada de ceremonial protocolo seguridad y especialistas en el relato filmado para cine, decide las formas ornamentales y políticas que el acto debe tener.
Pasistas de comparsas en culo sí, oposición no, banderas partidarias sí, abanderados de escuelas no, mis cineastas sí, los medios independientes allá en un corralito…
Mientras los dueños del Estado soy yo, alardeaban entre cuatro paredes obras que pagamos todos, en las redes sociales los padres de muchos chicos de diversas escuelas que debieron volverse desde la puerta del Centro de Educación Física con sus abanderados y escoltas y sus banderas, protestaban semejante falta de respeto. 
La Departamental de Escuelas se disculpó mediante un comunicado con olor a “yo no fui”: “Por intermedio de este comunicado, la Dirección Departamental de Escuelas de Gualeguay, pide públicas disculpas a directivos/as, docentes, padres y alumnos/as de las escuelas convocadas con sus banderas de ceremonia al acto de inauguración del estadio cerrado del Centro de Educación Física Nº 2 «Dr. Luis Mac Kay» el miércoles pasado, y que se sintieron afectados por los inconvenientes generados. Habíamos citado a las escuelas a concurrir con sus banderas de ceremonia, como usualmente en cada acto institucional, municipal o provincial, pero en este caso el personal de Protocolo y de Seguridad del vicepresidente de la Nación, no contempló un lugar específico para ubicarlas.
La DDE desconocía esta situación, pero de todas maneras nos disculpamos, aclaramos las razones del caso y agradecemos el acompañamiento de las escuelas en un acontecimiento de tal relevancia para nuestra comunidad educativa.”
Curioso es ver el descaro de los políticos, enfundados en las ropas prestadas de nuestros votos, que pretenden adjudicarse como propias las obras que paga el pueblo. Lo pagamos entre todos y ellos pretenden que les demos las gracias.
En un estudiado armado escenográfico, Amado Boudou gritó un discurso político en la inauguración de una obra que pagaron con mayor esfuerzo los que se quedaron afuera de la fiesta. Como casi siempre. La Casa Rosada paga más de 50 millones de pesos del erario público para que sus actos se vean como en el cine. Esta vez tanto presupuesto no le alcanzó para pagarle una clase de geografía a quien subió el video del acto político de Boudou, Urribarri y Luis Erro en el Centro de Educación Física “Lus Mc key” (según el locutor oficial), pues titularon el video oficial como: “13 de NOV. Ampliación del polideportivo municipal de Gualeguaychú.”
Una semana con función continuada de películas que ya vimos mil veces. Los dueños del Estado quebrando lanzas y pregonando la discordia desde un atril prestado. Presos que se fugan, toma de rehenes televisadas en directo, bandas de narcos peleando por el control de las villas y un gobierno como el de Scioli que decide suspender el pago de las asignaciones familiares hasta que sus ganas se les cante y ante el mutismo de todos.
Actores de reparto apurados por reformar el Código Civil con veladas intenciones de más libertades recortadas. Y los terroristas de ayer, votándose una ley que les permite cobrar seis lucas de por vida. Todo en el mismo cine nacional y popular y de continuado.
De los autores de “El Estado soy yo”, sigue en cartelera una película que vimos mil veces: “LA FIESTA DE ELLOS… QUE PAGAMOS TODOS

Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Ríos


No hay comentarios.: