sábado, 10 de agosto de 2013

¿Qué somos?

No le prometas a nadie que nunca lo olvidarás…porque el amor es eterno, y nuestra vida: fugaz” (Dávalos)



¿Qué somos hoy? Una pregunta tan sencilla y tan compleja.
Siempre hay preguntas sencillas de compleja respuesta. Siempre. Por lo general, las preguntas enrevesadas se pierden en la inconsistencia de un “noentendí”.
Y hay preguntas y hay decires que cambian con los tiempos. También las respuestas.
Un celular, por ejemplo no significó lo mismo para mi infancia que para la infancia de mis hijos. Para mí significaba seguridad… para ellos, comunicación. Curioso es que cuando mis hijos salen por las noches, también a mí me sigue significando seguridad hoy el celular.
¿Qué somos hoy?... es una linda pregunta sencilla que desde hace tiempo los argentinos no adivinamos a contestar con claridad.
Vengo por la ruta. La noche se va engullendo a una hermosa tarde soleada de invierno haciendo sombra las luces. Esa hora en que las sombras se estiran tan largas hasta convertirse en noche. Sombras que iluminan de otra manera.
Salgo de una ciudad enloquecida por sus urgencias mundanas, donde la gente corre y corre sin preguntarse siquiera hacia dónde va. Pero en menos de una hora la ruta me habla del silencio del campo mostrándome un verde infinito hasta el horizonte.
¿Qué somos hoy? Somos ciudad y somos campo. Somos un poco las dos cosas sin llegar a ser ninguna. Tal vez.
Los 3 grados que marca el termómetro contradicen al señor de la radio que afirma que tuvimos el julio más caluroso de los últimos años. Yo, que cuando manejo le hablo a la radio como un loco, le contesto al periodista que no es verdad y señalo los 3 grados. ¡Pero estamos en agosto papá! me grita Bauti atado al asiento atrás. Sonrío. Punto para Bauti.
La ruta está impregnada de carteles con nombres que mienten opciones desde los alambrados que cercan el último bastión del modelo: la soja.
Hoy es sábado para mí, pero es domingo para usted que lee lo que estoy garrapateando. Hoy es domingo y los argentinos nos volcamos a las urnas para renovar esperanzas o para insistir con la resignación. Hace tanto tiempo que no le aflojamos al “ejercicio” esperanzador de elegir nuestro ¿Qué somos?, que ya no hay lugar para el chivo expiatorio de culpar a la historia del siglo pasado por nuestros males de éste domingo de agosto.
Si no supimos si no quisimos o si no pudimos, ha sido nuestra única responsabilidad. De nadie más. Va siendo hora de ponernos los pantalones largos y hacernos cargo de nuestras inconsistencias.
De levantar la mano, de señalarnos con el dedo y decir YO, de hacernos cargo cuando un edificio vuela por los aires porque la desinversión y la desidia y el descontrol no pudieron darnos la seguridad necesaria que requiere un país en serio.
Los muertos son bien nuestros. Las tragedias evitables nos pintan de cuerpo entero. Es el espejo que nos refleja exactos, aunque nosotros lo queramos obviar.
¿Qué somos hoy?, somos nuestros muertos y somos nuestras tragedias y somos nuestros dolores y somos nuestra gran solidaridad ante cierta desgracias. Somos lo que damos la mano en la tragedia pero somos también los que coimeamos a la empresa de gas para que no nos corte el servicio.
Tomo la curva que conozco de memoria. Ya pasé Médanos y sé que me voy a encontrar con un paso a nivel apenas avisado por un cartel amarillo. Levanto el pié del acelerador. Presto más atención. Sé que al cruzar la vía sin barrera ni señales de peligro me encontraré con lo que somos. Un paso a nivel de ferrocarril donde uno puede romper el auto o estrellarse contra un tren, y un basural hecho con lo que la gente de paso aprovecha la frenada para tirar a la vera de la ruta lo que nunca más nadie recogerá.
Cruzo la vía con el auto a paso de hombre. El basural huele un poco peor que la semana pasada. Bauti me pregunta si pasa el tren, porque en un millón de veces que hemos cruzado este paso a nivel nunca no hemos topado con el tren. Sonrío. Si pudiera cerrar los ojos viajaría seguro hacia el acto de anuncio del gobernador de Entre Ríos hace unos años: “Crearemos el "Tren de los Pueblos Libres", que unirá Bs As con Montevideo.” Cuac.
¿Qué somos hoy?... y sí, un poco de Argentina potencia y otro mucho de Argentina impotencia. De hombres y mujeres que han hecho grande al país y otros que se han encogido de hombros, resignados ante un desanimado destino, el de sobrevivir.
Hoy domingo paramos las rotativas para jugar a que somos democracia. Boletas de todos los colores, y allí donde los colores no alcanzan, pues entonces han echado mano a las letras. Lista A, B, C… las urnas esperando que el ciudadano decida.
Los cronistas preparan los lugares comunes con remanidas frases hechas: “Es la fiesta de la democracia, un hermoso acto cívico, la ciudadanía elige”… pero todos sabemos que un poco más allá, la cosa suena a la oquedad del abismo.
Los candidatos les hablan a los vecinos. Y a decir verdad, a mí me gusta mucho más la palabra ciudadano que la palabra vecino.
Ciudadano comprende una responsabilidad infinitamente mayor. Cuando el político nos habla paternalistamente como vecinos, a mí se me frunce el entrecejo. Va siendo hora de hacernos ciudadanos. El ciudadano exige pero también es responsable. No espera, sino que se compromete y es responsable por lo que hace o deja de hacer.
No debemos tener miedo a la responsabilidad de hacernos ciudadanos.
La ruta serpentea el campo bajo la luz de una luna bien blanca. Se ve que nadie la ha pintado en años, a la ruta digo, y los arreglos del pavimento han sido de compromiso. En la radio suena Tonada del viejo amor… la hermosa melodía con la poesía única del amor.
Es que acaba de morir Eduardo Falú, el genial músico salteño.
Mil veces en casa, en aquella Patria única de la infancia, escuché esta canción cantada por mamá y mis tías…
¿Qué somos?... sí, “somos 11 de agosto” como decía mi abuelita, que murió con la esperanza intacta en que su voto cambiaría el mundo… pero somos también recuerdos y somos olvidos. Y somos raíces y somos todo nuestro pasado resumido en éste presente…
Y somos nuestros artistas, y nuestros poetas soñadores y también somos los políticos que cambian de bandera cada cuatro años con la misma cara de piedra…
“Y nunca te he de olvidar. En la arena me escribías. El viento lo fue borrando…y estoy más solo mirando el mar…” a mí me bastan los primeros acordes en una guitarra y esta primera estrofa para zambullirme en mi infancia infinitamente feliz.
“…Qué lindo cuando una vez, bajo el sol del mediodía, se abrió tu boca en un beso, como damasco lleno de miel… herida la de tu boca, que lastima sin dolor, no tengo miedo al invierno, con tu recuerdo lleno de sol…”
¿Qué somos? Somos amores y desamores. Recuerdos dulces de tiempos amargos. Somos los recuerdos que nos hacen felices, y los abismos inútiles que algunos han zanjado a nuestras espaladas.

Somos esas genialidades solitarias… que se desvanecen cuando quieren ser Patria.

Horacio Ricardo Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Ríos

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