Nadie es profeta en su tierra, decía mi
abuelita, que murió abrazada a su pasión peronista. Pobre abuela, ¡¡si supiera
del peronismo y sus ahora!!
En realidad mi abuela repetía un viejo
refrán que reza bastante de sabiduría popular. Cuando hace unas semanas
publiqué en esta misma columna las penurias del General Videla en sus últimos
días de agonía dentro de un Penal Federal, que depende del Régimen que nos
gobierna, con toda una superestructura de funcionarios y responsabilidades,
Penales que arropan detenidos a cargo de jueces que deberían velar por la salud
y seguridad de aquellos que están siendo juzgados en sus juzgados, una jauría
sin pasteurizar ladró con fauces de fuego. Ladran Sancho…
Qué curioso es el peronismo y que
extraños algunos peronistas. Me achacan culpas a mí, que en los 70 iba a la
escuela… y resulta que durante “le época más oscura de la Argentina” durante
“la dictadura más atroz” durante “la peor dictadura de la historia argentina”, mientras
yo iba al cole, el Intendente de Gualeguay, era Peronista!!!
Con el pasar de los días, y al ver que
la información aquí publicada era confirmada por otros medios más “serios” y
firmada por “periodistas reconocidos”, los ladridos se hicieron gritos de teros.
Que Ceferino Reato o Nelson Castro hayan
confirmado con su “credibilidad” lo que desde ésta columna se informó el pasado
19 de mayo, es algo que me alegra y mucho. Primero, porque poco a poco la
máscara del régimen que miente derechos humanos va cayendo gracias a que unos
pocos se animan a espiar tras la cortina del miedo.
A Videla lo dejaron morir. Y si somos capaces
de abstraernos del Videla “personaje”, veremos que la gravedad del asunto es
que al Estado, Poder Judicial incluido, se le ha muerto en prisión un hombre de
87 años sin que le brindaran la asistencia médica necesaria.
Necedad, negligencia, desaprensión,
venganza, encono, mala praxis… llámelo usted como quiera. Piense usted lo que
quiera. El hecho es que el Estado no atiende los derechos humanos más básicos,
aunque como el tero, grite derechos humanos lejos de los huevos.
Y el Estado lo sabe. Tanto es así, que a
pocos días del deceso del General Videla, y tras la publicación de la
información que confirmaba lo que la autopsia oficial gritó con grito incontrastable:
el preso de 87 años murió como consecuencia de las hemorragias sufridas por las
diversas fracturas que databan de 5 días, comenzó el operativo. Yo le llamo
Efecto Videla. Sin aviso, el Jefe del Servicio Penitenciario Federal, Dr.
Víctor Hortel, militante kirchnerista de la agrupación Negros de Mierda y
miembro del Vatayón Militante, trasladó a todos los militares presos enfermos
mayores de 80 años presos en el penal de Marcos Paz hacia el Penal de Ezeiza,
donde el hospital tiene un poco más de decoro que la sala de primeros auxilios
de Marcos Paz. El Estado asume.
Para la verdad… el tiempo, repite
siempre mi amigo Arturo Larrabure, hijo del Coronel Argentino del Valle
Larrabure, que fue secuestrado, torturado, ahorcado y tras un año de cautiverio
arrojado sin vida a una zanja durante el gobierno peronista de Isabel Perón. Y
por esos misterios del relato, los responsables del tan horrendo crimen de
Larrabure, son homenajeados hoy en el parque de la memoria… todos miembros de
la agrupación terrorista ERP.
Para la verdad... el tiempo. Lo grave es
que el General Videla no ha sido el primero ni ha sido el único… y mientras el
régimen no cambie su actitud de aversión hacia quienes combatieron el
terrorismo en Argentina, tampoco será el último.
Porque ningún medio “prestigioso”,
tampoco ningún “periodista serio” habló de la muerte del Comisario Víctor
Becerra, de la policía de San Luis. Becerra murió el 14 de Mayo de 2009. Tenía 66
años y murió durante el “juicio” oral a cargo del Tribunal Oral Federal (TOF)
de San Luis. Becerra no estaba en condiciones físicas ni psíquicas de afrontar
un juicio, según constaba en los certificados médicos. El tribunal desoyó los
informes médicos. Y finalmente Becerra murió el 14 de Mayo de 2009, estando
internado en el Complejo Sanitario de San Luis, luego de una lenta agonía que
incluyó la amputación de sus dos piernas. Su hijo presentó una denuncia ante la
CIDH contra los Jueces intervinientes. Tampoco nadie habló de Gregorio Molina,
Suboficial Principal (R) de la Fuerza Aérea Argentina. Molina murió el 11 de
Enero de 2012 a los 67 años Tenía su familia en Alta Gracia, Provincia de
Córdoba. Fue operado de cáncer de intestino en el 2009, quedando con un ano
"contra natura" desde entonces. Si bien, a fines de Diciembre de
dicho año, ya estaba dispuesto su arresto domiciliario, a concretarse el 29 de
dicho mes (la esposa viajó la noche anterior de regreso a su casa para esperarlo
allí), en lugar de ser trasladado a su domicilio, fue llevado a la Unidad
Carcelaria 34 - Campo de Mayo. En este estado de salud fue llevado a un
“juicio” en Mar del Plata en 2010 y, nuevamente, este año para el inicio de otro
“juicio”. Luego fue llevado al penal de Campo de Mayo en ese estado, con el ano
"contra natura". Nunca pudo lograr la detención domiciliaria. En
varias oportunidades el Servicio Penitenciario no lo llevó al Hospital para la quimioterapia
según denuncian sus abogados. Y así hay denunciados más de 100 casos. Cuando desde
el gobierno se siembran vientos, es la sociedad luego y lamentablemente, la enccargada
de cosechar las tempestades. Le contaré lo que sucedió el pasado miércoles 29
de mayo, y que ningún “periodista serio” ni “medio prestigioso” querrá
informarle. Sucedió en horas de la tarde en la alcaidía de los Tribunales de
Comodoro Py (Unidad 29 del SPF). Ese día, se iba a dictar sentencia a un grupo
de delincuentes “pesados”, entonces el personal del SPF había adoptado una
serie de medidas cautelares propias de las circunstancias, como –por ejemplo-
ingresar de a varios en el sector de celdas y contar con el apoyo del grupo GEI
(Grupo Especial de Intervención). Como siempre (y por ello ya los presos
comunes las tienen identificados), los primeros calabozos son ocupados por los
Presos Políticos (son los que llaman “los calabozos de lesa”). Ese día, se
encontraban Ricardo Cavallo, Marino, que concurría a la audiencia del juicio
“ESMA”, y Oscar Feito. Varios presos comunes lograron violar la seguridad y
entrar al calabozo de los militares presos. No encontraron la llave de ese
calabozo, y Oscar Feito se encontraba solo, debido a que Cavallo había
concurrido a la sala de audiencias. Los presos comunes arrancaron literalmente
la puerta del calabozo y procedieron a agredir a Carlos Feito, por el sólo
hecho de encontrarse allí, tildándolo de “represor”; identificándose, los
agresores, como pertenecientes al “Vatayón Militante”, también rompieron las
pertenencias que Cavallo había dejado en la celda. Feito debió ser suturado
(seis puntos) por una herida cortante en su cabeza, presentaba múltiples
escoriaciones y contusiones y heridas punzantes en sus miembros inferiores;
quedó “bañado en sangre”. Esa misma noche fue trasladado el Hospital Militar de
Campo de Mayo, dónde quedó internado.
Con tres décadas de democracia, los argentinos nos
merecemos algo mejor.
La receta de la venganza y la violencia ya la
probaron nuestros mayores en los 70. Y yo me niego a beber las mieles amargas
con las que insisten hasta hoy. Y apuesto cada día por la pacificación nacional
y la reconciliación definitiva con ese pasado de “otros”, que los mezquinos de
siempre nos lo han hecho “nuestro”, vaya
a saber por qué.
Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios
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