sábado, 1 de junio de 2013

Efecto Videla

Nadie es profeta en su tierra, decía mi abuelita, que murió abrazada a su pasión peronista. Pobre abuela, ¡¡si supiera del peronismo y sus ahora!!



En realidad mi abuela repetía un viejo refrán que reza bastante de sabiduría popular. Cuando hace unas semanas publiqué en esta misma columna las penurias del General Videla en sus últimos días de agonía dentro de un Penal Federal, que depende del Régimen que nos gobierna, con toda una superestructura de funcionarios y responsabilidades, Penales que arropan detenidos a cargo de jueces que deberían velar por la salud y seguridad de aquellos que están siendo juzgados en sus juzgados, una jauría sin pasteurizar ladró con fauces de fuego. Ladran Sancho…
Qué curioso es el peronismo y que extraños algunos peronistas. Me achacan culpas a mí, que en los 70 iba a la escuela… y resulta que durante “le época más oscura de la Argentina” durante “la dictadura más atroz” durante “la peor dictadura de la historia argentina”, mientras yo iba al cole, el Intendente de Gualeguay, era Peronista!!!
Con el pasar de los días, y al ver que la información aquí publicada era confirmada por otros medios más “serios” y firmada por “periodistas reconocidos”, los ladridos se hicieron gritos de teros.
Que Ceferino Reato o Nelson Castro hayan confirmado con su “credibilidad” lo que desde ésta columna se informó el pasado 19 de mayo, es algo que me alegra y mucho. Primero, porque poco a poco la máscara del régimen que miente derechos humanos va cayendo gracias a que unos pocos se animan a espiar tras la cortina del miedo.
A Videla lo dejaron morir. Y si somos capaces de abstraernos del Videla “personaje”, veremos que la gravedad del asunto es que al Estado, Poder Judicial incluido, se le ha muerto en prisión un hombre de 87 años sin que le brindaran la asistencia médica necesaria.
Necedad, negligencia, desaprensión, venganza, encono, mala praxis… llámelo usted como quiera. Piense usted lo que quiera. El hecho es que el Estado no atiende los derechos humanos más básicos, aunque como el tero, grite derechos humanos lejos de los huevos.
Y el Estado lo sabe. Tanto es así, que a pocos días del deceso del General Videla, y tras la publicación de la información que confirmaba lo que la autopsia oficial gritó con grito incontrastable: el preso de 87 años murió como consecuencia de las hemorragias sufridas por las diversas fracturas que databan de 5 días, comenzó el operativo. Yo le llamo Efecto Videla. Sin aviso, el Jefe del Servicio Penitenciario Federal, Dr. Víctor Hortel, militante kirchnerista de la agrupación Negros de Mierda y miembro del Vatayón Militante, trasladó a todos los militares presos enfermos mayores de 80 años presos en el penal de Marcos Paz hacia el Penal de Ezeiza, donde el hospital tiene un poco más de decoro que la sala de primeros auxilios de Marcos Paz. El Estado asume.
Para la verdad… el tiempo, repite siempre mi amigo Arturo Larrabure, hijo del Coronel Argentino del Valle Larrabure, que fue secuestrado, torturado, ahorcado y tras un año de cautiverio arrojado sin vida a una zanja durante el gobierno peronista de Isabel Perón. Y por esos misterios del relato, los responsables del tan horrendo crimen de Larrabure, son homenajeados hoy en el parque de la memoria… todos miembros de la agrupación terrorista ERP.
Para la verdad... el tiempo. Lo grave es que el General Videla no ha sido el primero ni ha sido el único… y mientras el régimen no cambie su actitud de aversión hacia quienes combatieron el terrorismo en Argentina, tampoco será el último.

Porque ningún medio “prestigioso”, tampoco ningún “periodista serio” habló de la muerte del Comisario Víctor Becerra, de la policía de San Luis. Becerra murió el 14 de Mayo de 2009. Tenía 66 años y murió durante el “juicio” oral a cargo del Tribunal Oral Federal (TOF) de San Luis. Becerra no estaba en condiciones físicas ni psíquicas de afrontar un juicio, según constaba en los certificados médicos. El tribunal desoyó los informes médicos. Y finalmente Becerra murió el 14 de Mayo de 2009, estando internado en el Complejo Sanitario de San Luis, luego de una lenta agonía que incluyó la amputación de sus dos piernas. Su hijo presentó una denuncia ante la CIDH contra los Jueces intervinientes. Tampoco nadie habló de Gregorio Molina, Suboficial Principal (R) de la Fuerza Aérea Argentina. Molina murió el 11 de Enero de 2012 a los 67 años Tenía su familia en Alta Gracia, Provincia de Córdoba. Fue operado de cáncer de intestino en el 2009, quedando con un ano "contra natura" desde entonces. Si bien, a fines de Diciembre de dicho año, ya estaba dispuesto su arresto domiciliario, a concretarse el 29 de dicho mes (la esposa viajó la noche anterior de regreso a su casa para esperarlo allí), en lugar de ser trasladado a su domicilio, fue llevado a la Unidad Carcelaria 34 - Campo de Mayo. En este estado de salud fue llevado a un “juicio” en Mar del Plata en 2010 y, nuevamente, este año para el inicio de otro “juicio”. Luego fue llevado al penal de Campo de Mayo en ese estado, con el ano "contra natura". Nunca pudo lograr la detención domiciliaria. En varias oportunidades el Servicio Penitenciario no lo llevó al Hospital para la quimioterapia según denuncian sus abogados. Y así hay denunciados más de 100 casos. Cuando desde el gobierno se siembran vientos, es la sociedad luego y lamentablemente, la enccargada de cosechar las tempestades. Le contaré lo que sucedió el pasado miércoles 29 de mayo, y que ningún “periodista serio” ni “medio prestigioso” querrá informarle. Sucedió en horas de la tarde en la alcaidía de los Tribunales de Comodoro Py (Unidad 29 del SPF). Ese día, se iba a dictar sentencia a un grupo de delincuentes “pesados”, entonces el personal del SPF había adoptado una serie de medidas cautelares propias de las circunstancias, como –por ejemplo- ingresar de a varios en el sector de celdas y contar con el apoyo del grupo GEI (Grupo Especial de Intervención). Como siempre (y por ello ya los presos comunes las tienen identificados), los primeros calabozos son ocupados por los Presos Políticos (son los que llaman “los calabozos de lesa”). Ese día, se encontraban Ricardo Cavallo, Marino, que concurría a la audiencia del juicio “ESMA”, y Oscar Feito. Varios presos comunes lograron violar la seguridad y entrar al calabozo de los militares presos. No encontraron la llave de ese calabozo, y Oscar Feito se encontraba solo, debido a que Cavallo había concurrido a la sala de audiencias. Los presos comunes arrancaron literalmente la puerta del calabozo y procedieron a agredir a Carlos Feito, por el sólo hecho de encontrarse allí, tildándolo de “represor”; identificándose, los agresores, como pertenecientes al “Vatayón Militante”, también rompieron las pertenencias que Cavallo había dejado en la celda. Feito debió ser suturado (seis puntos) por una herida cortante en su cabeza, presentaba múltiples escoriaciones y contusiones y heridas punzantes en sus miembros inferiores; quedó “bañado en sangre”. Esa misma noche fue trasladado el Hospital Militar de Campo de Mayo, dónde quedó internado.
Con tres décadas de democracia, los argentinos nos merecemos algo mejor.

La receta de la venganza y la violencia ya la probaron nuestros mayores en los 70. Y yo me niego a beber las mieles amargas con las que insisten hasta hoy. Y apuesto cada día por la pacificación nacional y la reconciliación definitiva con ese pasado de “otros”, que los mezquinos de siempre nos lo han hecho “nuestro”,  vaya a saber por qué.

Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios

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