"Cuando la
hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la
verdad."
Bertolt Brecht
No
que hay que dar por el pito más de lo que el pito vale, decía mi abuelita, que vaya
a saber cuánto sabía de pitos.
Lo
mismo pienso yo al observar la oposición política que tiene el régimen que nos
gobierna. Esta oposición timorata y dividida, resulta y de hecho ha resultado
más funcional al régimen que nos gobierna, que al medio país que se agita
disconforme.
Una
oposición que hasta ahora no ha podido, no ha querido… o no ha sabido estar a la
altura de las circunstancias… una oposición a la que una y otra vez las
circunstancias nuestras de cada día, cada vez más graves y exasperantes, la
sorprende dividida hasta el infinito o preocupada en sus propias mezquindades.
Claro que a fuerza de ser sinceros, tampoco nosotros como sociedad nos hemos
mostrado a la altura de ninguna de las circunstancias políticas de los últimos
30 años del país.
Una
sociedad que le teme más a las lluvias torrenciales que a los regímenes
populistas y totalitarios, es una sociedad que en cierto modo se merece su
destino de tragedia.
Una
sociedad que consiente encogida de hombros, a presidentes y presidentas y a funcionarios
y funcionarias enriquecidos o enriquecidas hasta la obscenidad tras el paso por
la función pública, es una sociedad que se mereces en cierta medida su destino
de miseria.
Una
sociedad que embelesada vota a un mitómano que con sombrero de paja bajo el sol
radiante del Caribe afirma, confiando en el fanatismo ciego de un pueblo
amedrentado por la miseria, que el hombre dios le habla y lo aconseja a través
de un pajarito chiflador, es una sociedad en cierto modo cómplice de su trágico
destino.
Democracia
es otra cosa. No es el pensamiento único ni el perseguir a los que opinan
distinto ni rehuir al debate de lo que nos importa a todos. Ni es el destrato,
ni las mayorías automáticas ni los eternizados en el poder. Democracia es otra
cosa. No es atropellar libertades, ni dejar de admitir preguntas. No es la
prepotencia del poder ni el atropello de las instituciones pensadas para que
nadie pueda inclinar definitivamente la balanza hacia su lado y para siempre.
Hace
diez años, los quejosos eran pocos. Porque las quintitas de los muchos aún
estaban al resguardo de las ganas de los que esgrimen el poder con antojo y no
con patriotismo. Políticos millonarios que viven a cuerpo de reyes en países
tullidos de pobreza. Sinvergüenzas amparados en la impunidad.
Pasó
el tiempo y los antojos del régimen comenzaron a parecerse a la gula. Y llegó
el vamos por todo y las sospechas dejaron de ser sospechas. Cayó la máscara, y
el maquillaje ya no cubre con tanta prolijidad la verdadera intención.
Ahora
los quejosos han despertado desde los cuatro costados. Mejor así.
En
América Latina, esa que los regímenes totalitarios llaman ahora pomposamente
Patria Grande, apropiándose de un concepto que no les pertenece, está repleta
de regímenes populistas y totalitarios que se han quedado con el Estado. En
algunos casos con abiertas dictaduras como en Cuba, y otros, con un sistema
democrático que apenas es maquillaje.
Muere
el inmortal y el régimen trabaja a destajo para hacerlo mito. No consiguen
embalsamarlo, pero consiguen pomposo funeral. El hombre que muere y el régimen
que se empeña en hacerlo dios.
Así
las cosas en éstos lares cada vez menos patria y menos grande. Y el régimen que
necesita perpetrarse, que no es lo mismo que seguir gobernando. Porque nadie
diría mucho ni diría fuerte sobre un gobierno democrático que, en la razón de
ser democrática, confía en el recambio antes que en la eternización.
Nadie
diría mucho ni diría fuerte si los kirchneristas tuvieran cada período un candidato.
El tema con los regímenes cada vez más totalitarios que se esparcen por éstos
lares, es que en nombre de una democracia en la que no creen, pretenden el
poder a cualquier precio.
Bajaron
las aguas, pero no la tragedia. Y aún así, con las víctimas de las inundaciones
todavía en recuento, el régimen pasó a lo que en verdad le importa. Y anunció
su próximo zarpazo: Democratizar la justicia. Y sí, el título es mejor que su
título en versión original: Ajusticiar la democracia.
La
misma que en 2.007 vociferaba las bondades de achicar el Consejo de la
Magistratura, ahora pega un salto en el aire y se contradice. Por aquellos años
en que la gula kirchnerista se conformaba con apenas una parte de las
instituciones democráticas, Néstor agarró el micrófono para despotricando
apretar: “Cada miembro del consejo de la magistratura le cuesta a usted, ciudadano, 70 mil pesos solo en
asesores”, decía él, justo él… que se llenó los bolsillos vaciando los ajenos.
El
populismo autista aplaudió. Y la complicidad de una sociedad ajena ni siquiera
emitió un ay!. Ahora la gula del régimen va por todo. Y hasta el mismísimo
Julio César Strassera habló indignado… “La Presidenta en una megalómana que no
tiene vergüenza”, disparó el ex fiscal del juicio a las Juntas Militares. “Ella
misma (dijo en oportunidad de modificarse el Consejo de la Magistratura en 2007
que era un órgano elefantiásico, y redujo los miembros para ahora
aumentarlos", expresó y agregó que “se pretende hacer de la Justicia un
apéndice del Poder Ejecutivo, como lo es el Congreso”. “No le tengo ningún respeto a la Presidente,
ni el más mínimo respeto (…) Lo único que podemos hacer es inundar las calles
para que se den cuenta".
Strassera,
al que nadie podrá tratarlo de golpista, siguió su diatriba con interesante
indignación: “El Sr. Pichetto carece de vergüenza, que fue menemista,
duhaldista y ahora kirchnerista, es un hombre carente de principios. Alak tiene
la cara de piedra. Fue al Consejo de la Magistratura a presionar a los
consejeros para que nombren a una jueza cristinista en el fuero Contencioso Administrativo.
Le queda grande el puesto…”
Bien,
por fin el régimen ha mostrado las cartas todas sobre la mesa. La democracia le
importa poco y está confiado en quedarse para siempre y hará lo que tenga que
hacer.
Cuando
alguna vez levanté la voz para criticar la manera en que este gobierno
violentaba la justicia para hacer venganza con los militares que habían vencido
al terrorismo, los indignados eran pocos. Pero la naturaleza del escorpión es
así. Y quien viola en lo poco viola en lo mucho. Y lo mismo que hizo en lo poco
ahora quiere hacerlo en lo mucho.
Las
cartas están echadas. Don Henry Ford, el hombre que revolucionó la industria
automotriz con su línea de montaje, solía explicar el éxito con la siguiente
frase: "Reunirse es un comienzo; mantenerse juntos, un progreso, y
trabajar juntos, un éxito".
La
sociedad y la oposición argentina tienen la obligación de reunirse, de
mantenerse juntas y de trabajar en conjunto para el éxito.
¿Cuál
es el éxito que debemos conseguir?: Ponerle freno a un régimen voraz que
intenta desmantelar la República. Decirle basta. Parece tan poco, pero lo es
todo.
Horacio Ricardo Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios
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