sábado, 1 de diciembre de 2012

Cristina y Humbierto Viola. Cuentos de locura y de muerte




“Cesar de justificarse, dejar caer las máscaras”(Jean Guitton )

Casi 40 años después. Y ahí está Maby, desde el fondo de la injusticia, pidiendo justicia.11 tipos planearon aquella tarde arruinarle la vida. Y lo lograron.
Fue un mediodía caluroso de un primero de diciembre. La locura y la muerte se arrebujaron entonces en las manos de once hijos de puta (dicho con todo cariño).La calle se llama Ayacucho, pero ésta es otra batalla.
El capitán Humberto Antonio Viola, 31 años, estaciona su auto Citroen Ami 8 frente a la casa de Ayacucho 233, a pocas cuadras de centro de la capital tucumana. Allí viven sus padres. De pronto, tres autos le cierran el paso. No avisan. Nunca avisan. Ellos hablan con balas. Disparos, gritos, confusión. Humberto Antonio Viola trata de defenderse y defender a los suyos, sabe de memoria cómo matan estos tipos. Se desespera, sabe que después de las ráfagas primeras vendrán a rematarlos. Siempre hacen lo mismo. Quiere defenderse, pero un escopetazo lo mata en acto. En el asiento de atrás queda muerta también su hija María Cristina, de 3 años. Otra bala se clava en la cabeza de María Fernanda, su otra hija de 6 años.
En la puerta de la casa grita paralizada su mujer Maby. Desde sus 26 años, ve cómo en unos segundos le arrancan media vida. Conmoción en el barrio. Conmoción en Tucumán. Terror en todo el país. Las noticias muestran una joven mujer embarazada llorando frente al cajón de su hija y de su marido. Y del cementerio de Yerba Buena, parte Maby al sanatorio donde su otra hija, María Fernanda lucha por escaparle a la muerte. Ahí está Maby… todo dolor y todo amor. Con su panza enorme que más tarde será Luciana. Maby solo llora y reza. Reza y llora. Tiene buenas razones.El país que la mira, grita venganza… también tiene las suyas.Los asesinos que ese mediodía le arruinaron la vida, escaparon con una sonrisa en los labios. Así lo dicen todos los testigos. Se fueron satisfechos, como disfrutando la muerte. Se enjuagaron un poco la sangre. Tal vez aún festejaban la victoria de tanta muerte. Los imagino… sentados en una mesa frente a la máquina de escribir. Y con los cuerpos aún tibios, velados por la Patria, contaron así su puta hazaña: Ejército Revolucionario del Pueblo, (ERP), brazo armado del PRT - Partido Revolucionario de los Trabajadores, parte de guerra: "A las 12.45 hs. se colocaron los coches en posición de espera; a las 13.13 pasó el Objetivo y se aproximan el auto operativo y el de apoyo... queda el auto semicruzado en la calle cortando el tránsito... El automóvil operativo se aproxima hasta la altura del objetivo, quedando medio auto adelantado. Situación extraordinaria. Siempre en los chequeos el sujeto descendía, en esta oportunidad la que descendió fue la esposa... disparan el primer escopetazo que da en el parante delantero izquierdo del parabrisas, el sujeto se agacha en ese momento y los balines dan de rebote a la pibita de 3 años que estaba atrás. El compañero de la ametralladora desciende y metiendo el arma por la ventanilla dispara una ráfaga corta (4 tiros) que dan al sujeto que igualmente desciende... los disparos le dan a la base del pulmón izquierdo... Al bajarse del auto le disparan el segundo escopetazo que pasa sobre el sujeto agachado... el sujeto corre hacia la calle San Lorenzo. El compañero de la ametralladora dispara con pistola... erró, adelanta y dispara otro tiro que frena al sujeto... El compañero ametralladorista remata con un tiro en la cabeza... inmediatamente el compañero de la escopeta le dispara a quemarropa un escopetazo y otro tiro de gracia... las heridas de la hija de 5 años no hallan explicación, salió de rebote en los disparos de gracia...".Hubo un antes y hubo un después en el grito del pueblo. Vaya si lo hubo.
Los asesinos de los Viola se sacaron la careta, y se burlaron delante de todos aquél mediodía caluroso de una Tucumán inundada de sangre.


Carlos Raúl Picón  me responde y explica cómo fue el asesinato del Capitán Viola y su hijita para que no queden dudas.

“Estimado Horacio: En primer lugar mi agradecimiento por tus palabras, por tu mensaje. Como siempre … esclarecedor.
Buscando, como lo hacemos nosotros, la Verdad Histórica, la Memoria Completa y la Justicia para Todos. Y es en pos de esos tres principios que considero un deber, por respeto hacia toda la sociedad, que salga a la luz la ocurrencia real de los hechos que relataste. El parte de guerra del ejército revolucionario del pueble (erp), que transcribiste textualmente … MIENTE. MIENTEN aquellos hijos de puta (dicho con todo cariño) que lo redactaron. Con ese parte fraguado trataron de evitar el repudio y la condena, de toda la Nación Argentina y de la comunidad internacional, por el horroroso crimen sobre niñas inocentes, tergiversando la realidad, la verdad:
1°) No es cierto, según ellos, que “Siempre en los chequeos el sujeto descendía, en esta oportunidad la que descendió fue la esposa”. Casi siempre lo hacía Maby, simplemente por una cuestión de practicidad para que Humberto guardase el coche más rápidamente. Es más, dejaban el auto semi cruzado para ingresar a la cochera. Es decir, que las bestias terroristas sabían de antemano que deberían disparar hacia el vehículo y por ende, sabían también, que dispararían sobre las chiquitas.
2°) No es cierto que “El automóvil operativo se aproxima hasta la altura del objetivo, quedando medio auto adelantado”. Nunca dispararon de frente. El primer escopetazo lo hicieron desde atrás, a no más de tres metros de distancia, prácticamente a quemarropa. La perdigonada entró de lleno por la ventanilla del asiento trasero, justamente donde estaban ubicadas las nenas. Tres postas de plomo dieron en el cráneo de María Cristina, destruyéndolo. Murió en el acto. Una posta entró por la base del cráneo de María Fernanda y se alojó, sin salida, en el lado derecho del frontal. Es decir, recorrió todo el cerebro de esa cabecita. María Fernanda, vive, sólo por que Dios así lo dispuso. Humberto recibió, en ese momento, una posta de plomo, por la espalda, en la base del pulmón. Es ahí, cuando desciende del Ami 8 y corre hacia adelante para alejarse del auto tratando de salvaguardar a sus hijas, sin saber que la horda guerrillera ya había dado cuenta de ellas. No hubo “rebotes”, el disparo fue directo y premeditado.
3°) No es cierto que “El compañero de la ametralladora desciende y metiendo el arma por la ventanilla dispara una ráfaga corta (4 tiros) que dan al sujeto que igualmente desciende… los disparos le dan a la base del pulmón izquierdo…” Nunca descendió. No tenián pelotas para enfrentarse. Lo hacían siempre desde atrás, desde la distancia o desde las penumbras. En este caso, una vez realizado el primer escopetazo, desde ese mismo automóvil, en movimiento y cuando ya habían sobrepasado el auto de Humberto, disparan esa ráfaga corta, desde adelante, donde uno de los proyectiles se incrusta en el parante izquierdo del parabrisas, otro penetra por el parabrisas y se incrusta en el asiento del acompañante del conductor, es decir, donde habitualmente se sentaba Maby. Los otros dos proyectiles se perdieron en el vacío.
4°) No es cierto que “Al bajarse del auto le disparan el segundo escopetazo que pasa sobre el sujeto agachado” No hubo segundo escopetazo. Después del primero (y como lo expreso más arriba), Humberto, herido, corre sí, hacia calle San Lorenzo, alejándose de su automóvil. Cuando lo hace, desde otro vehículo operativo que se encontraba estacionado sobre calle Ayacucho en apoyo del móvil, desciende otro asesino y – como habitualmente lo hacía – le dispara desde atrás con una Itaka dando de lleno la perdigonada en la espalda de Humberto, provocándole la muerte en forma inmediata con una herida de 15 cms de diámetro. Caído ya, un cuarto terrorista, desciende del vehículo de apoyo, mira – primero – a Maby a los ojos y con un total desprecio por la vida, vida que Humberto ya no tenía, le dispara un tiro en la frente con una pistola 45.
5°) No es cierto que “las heridas de la hija de 5 años no hallan explicación, salió de rebote en los disparos de gracia”. Es la más aberrante de todas las mentiras. Jamás hubo rebotes en los disparos de gracia. Los proyectiles quedaron alojados en el cuerpo de Humberto.
Esta descripción que acabo de realizar lleva implícito un solo objetivo: que los lectores de esta prestigiosa página de Periodismo de Verdad y la sociedad toda a la cual le llegue, sepan realmente como se desarrolló el asesinato de Humberto y María Cristina. Que el pueblo argentino, sobre todo los más jóvenes, conozca que no fueron “jóvenes idealistas” los que atacaron a la patria, a nuestros nobles principios cristianos y valores morales allá por los años 70. Fueron, como pedía el Che Guevara, “efectivas, violentas, selectivas y frías máquinas de matar”.
Hoy, como tú bien lo expresas, debemos enfrentar otra batalla. La durísima lucha en la Justicia para que este aberrante y horrendo crimen sea considerado un delito de lesa humanidad. O acaso no hiere a la humanidad un hecho como este?.Como ninguno de estos cobardes lo hará, somos nosotros, las víctimas del terrorismo marxista, los que debemos hacer caer sus máscaras.
Próximo ya a celebrarse el Nacimiento de Jesús, pido a su Padre, nuestro Dios Todopoderoso, no que ilumine a los jueces (todos son iluminados), sino que los ampare para que dicten Justicia, con la venda en los ojos pero sin los designios oscuros ordenados por sus superiores. Es hora de que hagan la historia y la marquen a fuego. Es hora en que los jueces, como dijo nuestro abogado Javier Vigo Leguizamón en el informe In Voce ante la Cámara Federal de Apelaciones de Tucumán, “deben optar entre la conveniencia o los valores, la justicia o la política, el coraje o la cobardía”.
Que Dios te Bendiga y nos Proteja a todos
Carlos Raúl Picón



La causa
El estado encontró a los asesinos. Y los enjuició y los condenó. La condena… cadena perpetua. Pero la perpetuidad de la condena duró ocho años. A los ocho años los asesinos salieron en libertad. Ahí está Maby, con su hija lacerada por las heridas, caminando las calles de Yerba Buena junto a Fermín Núñez, uno de los asesinos.“Nosotros no tuvimos derechos humanos. Ellos sí tuvieron, pero nosotros no”, dice Maby intentando esconder las lágrimas que le caen a mares.Mientras tanto, Maby Picón lucha contra su dolor profundo, y contra la injusticia de estos tiempos. Es que hoy gobiernan muchos de los que en los 70 militaban en las organizaciones terroristas: “Yo perdoné a los asesinos. Hoy el odio, el rencor, el deseo de venganza, la corrupción, la injusticia y la inseguridad han dividido a los argentinos. Los ha enfrentado nuevamente. No ya en una guerra revolucionaria con las armas, sino en la peor de las guerras revolucionarias, la que se lleva a cabo desde el poder. Estoy convencida de que si cada uno de los argentinos pusiera una mínima parte de voluntad para perdonar, todo sería distinto. Yo ya lo hice. Perdoné a los asesinos de Humberto y Cristinita. Ahora estoy esperando que se haga 


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