“La política es
asistida por la imagen. El político se conforma solamente con una buena imagen,
ese será el mayor logro que obtendrá…”
(Marshall McLuhan)
Cada
día más, las redes sociales van ganando espacio en nuestras vidas. Espacios
virtuales metidos de lleno en nuestras vidas reales. Poco a poco, pero velozmente,
hemos ido perdiendo la noción entre lo virtual y lo real.
Asistimos
casi sin darnos cuenta a un radical cambio de paradigma en eso de conseguir
información y en eso de relacionarnos con los demás.
Tenemos,
“amigos” virtuales con los que nos encontramos en un espacio virtual. Accedemos
a noticias que se esparcen como semillas que empuja el viento por redes
sociales donde miles de millones de personas abrevan con avidez.
De
repente, uno se descubre intercambiando anécdotas, recuerdos, notas,
comentarios y hasta pensamientos… sin darse cuenta que está comentando con
familiaridad, noticias o relatos y hasta historias con personas que nunca ha
visto, y que tal vez jamás verá.
Suena
extraño para los de nuestra generación, pero es así.
Claro
que hay un quiebre generacional. Nuestra generación ha sido una generación que
ha debido adaptarse, muchas veces sin éxito, a estos cambios veloces. La
generación de nuestros hijos en cambio, nació con el nuevo paradigma. Lo tienen
internalizado, les es familiar. Lo viven con naturalidad. Ellos entran y salen
de lo real a lo virtual con una facilidad que me asombra y que envidio.
Si
hay algo a lo que las nuevas tecnologías nos han ayudado, es precisamente a la
facilidad con que la mayoría de las personas podemos acceder a la información. Es
un lugar común decir que la tecnología ha democratizado la información, sobre
todo, porque hay democracias que no son muy democráticas. No aclararé este
punto.
De
todos modos, ya no podemos ignorar las oportunidades que nos brinda la
tecnología para poder contactarnos con otros, e informarnos más allá de las
mordazas.
Así
como una noticia puede dar varias veces la vuelta al mundo en las redes
digitales, y nosotros podemos leerlas sin salir de la cama, también es cierto
que con la misma velocidad tenemos la posibilidad de relacionarnos con quienes
pretendemos, para por ejemplo, chequear esas noticias.
Al
respecto, les comento una situación que viví esta semana sobre un tema puntual.
Cuando
la semana pasada leímos la noticia de la nueva marquesina que la municipalidad
de Gualeguay había colocado en la entrada del Parque Intendente Quintana, nos
sorprendimos gratamente: “Una grúa de gran porte colocó la marquesina con
personal del corralón municipal. El peso de la marquesina es de 478 kilos. Una
altura superior a los dos metros y medio y una extensión de ocho metros, toda
de hierro forjado con punteras de fundición…”
Hasta
ahí una información oficial. Claro que esa es una parte de la información. Es
una media noticia por decirlo de algún modo.
Yo,
aprovechando las oportunidades de las tecnologías y la democratización de la
información, le pregunté al Intendente Luis Erro por Twitter (una red social de
mucha utilidad para periodistas y que yo recomiendo) sobre quién había ganado
la licitación para la realización de dicha marquesina.
La
respuesta me llegó rápida, como corresponde a los tiempos que corren, pero la
que respondió fue la vice intendenta, la Señora Mariela Tassistro. También via
Twitter, ella me envió el siguiente mensaje: "Se recicló hierro que obraba
en corralón y el monto no ameritaba un llamado a licitación, ni siquiera un
concurso…".
Desde
la oposición, a quienes también consulté sobre el mismo tema pero desde otra
red social (Facebook), me contestaron lo siguiente: “No es verdad, esos hierros
NO son hierros reciclados, son hierros NUEVOS que los compraron en Gualeguay.
No será mucho el monto, pero si son 478 kg”. La gente de la oposición me daba a
entender su molestia: “parece que para la municipalidad hay un solo herrero”.
Digo,
más allá de las desprolijidades en la gestión, dónde funcionarios o allegados, realizan
sin licitación o compulsa pública de precios trabajos de herrería, de banner o
calcos para turismo etc. lo que quiero destacar es que las nuevas tecnologías nos
brindan estas posibilidades a través de los nuevos canales de comunicación que
hoy están al alcance de todos. Son herramientas cada vez más indispensables.
Por
eso preocupa tanto que los representantes del régimen que nos gobierna, no
estén a la altura de las circunstancias de la historia. Que se empeñen en
encerrarse en su torre de marfil, y pretendan gobernar con una prepotencia que
desmiente a la democracia. Que pretendan gobernar monologando desde un púlpito,
rodeados de miles de aplaudidores. El sistema de comunicación del régimen que
nos gobierna, me recuerda mucho a los que con mis hermanos jugamos de chicos en
las sierras cordobesas: “Gritar frente a una pared, y esperar ese eco que
repite hasta el infinito nuestro grito”.
Mucho
grito, mucho incondicional alentado el eco… ese eco que repite lo que hemos
dicho, pero no alcanzamos a distinguir si es virtual… o si es real.
Pareciera
que el régimen que nos gobierna no alcanza distinguir bien el mundo real del
mundo virtual. Hay un mundo real, que es el mundo en que nos toca vivir. Y hay
un mundo virtual, que es el que la presidenta grita frente a la montaña de
medios oficialistas que repican su eco.
Más
allá de todo, yo sé que ese mundo virtual existe… en ese mundo virtual la
presidentA del régimen gobierna para todos los argentinos, y Fito Páez compone
temas nuevos. En ese mundo virtual la historia se cuenta completa y los 3
Poderes del Estado son independientes.
En
ese mundo virtual no existe ningún cepo cambiario… y uno puede ahorrar en
dólares para cubrirse de la inflación sin pedirle permiso a ningún funcionario
corrupto. En ese mundo virtual la presidenta contesta preguntas a los
periodistas sin enojarse, y cuando debe dar explicaciones sobre su sospechoso
aumento patrimonial a partir de su entrada a los cargos estatales, no miente
que sus millones acumulados los ha juntado en pala debido a su “exitoso estudio
jurídico”.
Sí
que hay un mundo virtual, en el que uno puede criticar al gobierno sin que le
caiga una inspección de la Afip a la mañana siguiente, o le abran una causa
judicial por abrir mails con información sospechosa. En el mundo virtual del
que les hablo, la inflación no existe. La inseguridad tampoco. Son sensaciones
gorilas de una oligarquía enferma por acumular riqueza o bienes suntuarios
entre cuatro paredes, quejas de blasfemos burgueses que creen que deben pagar
lo mismo por un producto, a lo largo de las semanas.
En
ese mundo virtual hay gente con derecho a la protesta pacífica sin que un
mercenario funcionario los conmine desde un escenario a “meterse las cacerolas
en el or…”. Y las asociaciones de derechos a los consumidores pueden defender a
los consumidores sin que el secretario de comercio las eche a patadas… en ese
mundo virtual, el relato oficial se une a las necesidades de todos… si uno
quisiera ubicarlo, debería buscarlo justo a mitad de camino entre Harvard y La
Matanza…
Horacio R. Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios
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