sábado, 21 de abril de 2012

YPF, el corazón vs. el bolsillo

YPF, el consolador de lo nacional...

Siempre que hablaba con mi padre sobre los avatares políticos o económicos de Argentina, yo me sorprendía de las mil veces que los de la generación de mi viejo tuvieron que capear tormentas a lo largo de sus vidas. Y no me refiero a esas tormentas de las que uno puede tomar recaudos consultando al servicio meteorológico, sino que me refiero a tormentas políticas y económicas. Muchas veces era un irse a dormir en un país… y levantarse en otro. O viceversa. 
Y muchas de esas “tormentas” fueron borrones y cuentas nuevas. O fueron volver a empezar de cero para muchos. Los menos fueron los argentinos que alguna vez se “salvaron” con alguna gran debacle que les licuó los pasivos. O les mató de un infarto a su acreedor. Empréstitos, bonos, restricciones a las importaciones, cupos para las exportaciones, ahorros forzosos, Rodrigazo, hiperinflaciones varias, 1050, indexaciones o desindexaciones, pesificaciones, corralitos y corralones… lo que en países normales se necesitan mil vidas para ver, en Argentina es posible de vivenciar en unas cuantas décadas. Decisiones que en países medianamente civilizados llevan meses o años de debate, en Argentina se toman entre “Devidos y medias noches” según la medicación del poderoso de turno. Un día un poderoso en Argentina se levanta mal dormido, y anuncia que desde las cero horas el subte es de otro. Otro día la presidenta se levanta con las encuestas por el piso, y decide que hay que confiscar las acciones españolas de la petrolera YPF. Y así… un escándalo tapa otro escándalo. Y una sinrazón tapa otra sinrazón. Y la costumbre de escándalos y sinrazones nos anestesia para la reacción. Al menos el pueblo en su mayoría ha madurado un poco y ya no llena la Plaza de Mayo por cualquier locura magnánima del poderoso de turno… “el que se quema con leche, ve una vaca y llora” decía mi abuelita, que murió pensando que el peronismo era sinónimo de justicia social… menos mal que mi abuelita murió sin ver las mansiones de los sindicalistas argentinos…ni el hotel de Cristina en ex terrenos fiscales del Calafate. Somos un país de impredecibles. Claro que la falta de previsión no es de ahora. Ni siquiera es de ese siglo. Somos informales para casi todo y nos regodeamos con eso y de eso hacemos una bandera… que arriamos rápidamente al cruzar cualquier charco. Nos hemos quedado sin República… y actuamos en consecuencia. Y claro que con tantos años de peronismo en el gobierno o en el Poder… (Convengamos que el peronismo ha ostentado siempre poder desde 1943, gobierno miliar de los 70 incluido); digo, que con tantos años de poderoso peronismo, yo siempre me tiento a pensar mal del movimiento todo terreno que maneja hilos en Argentina desde hace casi 70 años. Perón, Perón, Cámpora, Perón, Isabel, López Rega, Casildo Herrera, Lúder, Heminio Iglesias, Menem por dos, Duhalde, Rodríguez Saa… Néstor Kirchner, Cristina su viuda… en el peronismo ha valido todo. O casi todo. Los mismos peronistas que privatizaron ayer una mañana, están hoy embanderados en la nacionalización de casi todo y con la misma cara de piedra de siempre. Y es obvio que si le echo la culpa al peronismo o si no cito a Jauretche de memoria o en “copy paste”, o al menos a las nuevas zonceras de bigote Fernández (que se cree Jauretche pero en lugar de zonceras escribe boludeces) me tildarán de gorila. Y bueno… desde hace muchos años (y si debo ponerle un número a los años diría 5) que en Argentina estamos acostumbrados a deambular los barrios y las rutas con diversa suerte para conseguir combustible. Tener que salir de gira por distintas estaciones de servicio se ha convertido en una rutina argentina desde hace muchos años. Por eso no me extrañó hoy llegar a una estación de servicio YPF y encontrarme con las mangueras cruzadas y los conos de seguridad bloqueando la entrada, inconfundible señal de lo que ya es costumbre: No hay combustible. Así que puse marcha atrás y partí para otra estación de servicio. Como casi siempre. No conseguí combustible… pero quién me quita ese orgullo de saber que “hemos recuperado esa soberanía perdida” al expropiar y quedarnos con el 51% de las acciones de YPF. Sonrío… sinceramente cada vez que me corren con el nacionalismo berreta como todo fundamento…yo desconfío. Porque más allá de que la presidenta sobreactúe en Cadena nacional una expropiación que se parece bastante a una improvisación con aires de patoterismo, yo descreo que la soberanía pase por las acciones de YPF, de Aerolíneas Argentinas o de las empresas telefónicas. Y descreo de los discursos y descreo de las intenciones y descreo mucho más de los resultados. Hace un puñado de años, cuando el régimen de los Kirchner comenzaba a sentirse omnipotente, crearon una empresa petrolera estatal que llamaron ampulosamente ENARSA. La empresa obviamente nunca pudo llegar a mucho más que importar combustibles de Venezuela… es que aunque nos cueste verlo, la soberanía y el orgullo nacional pasa más bien por otros lados. Porque no es patriotismo llenarse la boca y pintarse de celeste y blanco y estatizar una empresa que luego dé pérdidas millonarias. Eso, más que patriotismo es una chantada. Llamar expropiación a lo que han anunciado estas semanas con YPF es, al menos hasta el momento, un despropósito. Le expropiación conlleva una indemnización acorde al valor económico de lo que se expropia. Anunciar una expropiación hoy, echar a los expropiados con la fuerza pública mañana, hacerse de los bienes, y luego explicar que no saben cuánto y cuándo irán a pagarle a los expropiados… eso es otra cosa. Y que esa otra cosa que yo entiendo como una confiscación, luego el gobierno desee disfrazarla con discursos de patrioterismo…es un problema entre un gobierno astuto y un pueblo demasiado crédulo para lo que le conviene. Poner este tipo de políticas en el marco de buenos y malos, de nacionalismo vs. Corporaciones de rapiña, me parece una manera imbécil de reducir el problema. Ya hemos caído varias veces del catre los argentinos como para que nos vuelvan a correr con el: “yo les hablo con el corazón y ellos me responden con el bolsillo”, como alguna vez dijo el pobre Pugliese, viejo ministro de un escuálido Alfonsín. Las empresas privadas buscan ganancias. Siempre. Salvo que puedan hacer negociados con un Estado bobo… o con un Estado corrupto. Y eso es lo que demuestra ser el Estado argentino que debe haberle aceptado cómplice cada uno de los balances anuales a Repsol YPF. Que durante diez años le obligó a tener socios amigos de los Kirchner sin capacidad para la inversión. El Kirchnerismo crea el problema y luego disfraza de “patriótico” las consecuencias de sus desastres. Y en el medio nosotros. Demasiado mansos. El Estado del régimen que nos gobierna desde hace una década, es un Estado inoperante… que intenta redimirse con el discurso. Hace 5 años que se incendió el único rompehielos que tenía Argentina para su campaña antártica: El Almirante Irízar. El Estado anunció que lo refaccionaría en los astilleros nacionales y populares. Aún esperamos. Ahora el nacionalismo y la patria kirchnerista tienen el relato puesto en YPF. Total, la Antártida puede esperar, hasta la parodia que viene.

Horacio R. Palma
El Dia de Gualeguay
Gualeguay
Entre Rios

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguí sangrando por la herida del orto

Anónimo dijo...

Que nostalgia me dá...por lo menos los fachos de antes eran nacionalistas. Vos sos de la escuelita del Joe, gorila, liberal y reaccionario...todo junto.
Como te debe doler no?
Saludos

Anónimo dijo...

Estos zurdos siempre viviendo en el pasado. Jajajajajajajajaja!!!!!

Memoria dijo...

Los fachos de antes no eran nacionalistas, por lo menos lo que vos crees que son los fachos (que es lo que aprendiste en la UBA). Los nacionalistas nunca estuvieron de parte del orden liberal, más bien se dedicaron a minarlo. Y eso fue siempre una acción patriótica.