“El
otoño es más triste cuando se te va una amiga…” (Mi vieja)
El tiempo de otoño es tiempo
especial en esta parte del mundo. Los primeros fríos hacen que uno olvide para
siempre el verano y se meta de lleno en el año formal.
A diferencia del verano, en el
otoño uno se queda más en su casa. Es tiempo de desempolvar abrigos y es tiempo
de las primeras estufas prendidas y del inicio de los cuerpos arrebujados en los
sillones.
A mí siempre esta estación que dora
las hojas y las empuja en caída libre me ha parecido como la inauguración
formal del año. Uno en el verano está, aunque trabaje de sol a sol, con el
espíritu de los calores que invitan al desahogo puertas afuera de su casa, y
con el ritmo festivo de medio mundo en vacaciones. Pero llega el otoño con sus
colores y sus brisas y sus primeros avisos de frío a decir: “se acabó la joda”.
Y sí, en los tiempos que corren también el otoño ha caído en la tentación de
hablar como wachiturro.
Los chicos en la escuela y la gente
toda en su trabajo. Y así como los cambios climáticos han cambiado un poco las
estaciones tradicionales de nuestra madre Tierra. Y los calores son desbocados
y las sequías son más crueles y las lluvias más audaces y los fríos más rebeldes
y las flores han cambiado sus ciclos y las hojas se doran en horas extrañas,
así también el gobierno ha ido forzando el ritmo festivo de la gente inaugurando
eventos de fines de semana alargados a la fuerza. Tanto feriado puente o no
puente a lo largo del año hacen que cada vez más seguido la gente se haga a las
rutas y elija, aunque sea por un par de días, descansar en algún lugar
atestado.
Nos guste o no. Queramos asumirlo o
no, somos por estos lados del mundo almas fáciles de comprar. Con un fin de
semana largo y tres lucas de adelanto de sueldo somos capaces los argentinos de
bailarle la tarantela a cualquier mono.
No importa si el mundo se desploma
o si Ciccone imprime millones de billetes día y noche pintando ese papel que pronto
correremos a gastar antes de que la inflación nos de su tarascón del 20%. Nada
de eso, que a nosotros nos dan un finde largo y un poco de papel pintado y
somos tan felices como un chico con juguete nuevo. “Felices como perro con dos
colas” decía mi abuelita, que murió convencida de que Evita era la abanderada
de los pobres, mi abuelita… que murió sin conocer un “feriado puente”.
Y como uno no es fierro, y es
viernes víspera de fin de semana largo, yo vengo desandando la ruta en medio de
un mar de autos que van tan cargados de cosas que parece una caravana de autos
en viaje hacia el fin del mundo.
La ruta es una constelación
infinita de luces. Los autos van a paso de hombre cargados hasta lo
inimaginable. Parece la imagen de un película catástrofe donde la gente huye
despavorida de un una ciudad en peligro. El último que apague la luz… y que
pueda que la “garpe” sin subsidio.
En la radio comenta un agente de
viajes que por estos días muchos argentinos han elegido irse de compras a
Miami, como en las mejores épocas menemistas. (Aclaración: Menen fue un
presidente constitucional argentino. Gobernó nuestro país por dos períodos
consecutivos. Del partido peronista, tuvo a un aliado incondicional a la hora
de privatizar YPF… un tal Néstor Kirchner. Don Kirchner, con los años y luego
de haber sido elegido presidente, intentó demonizar a su ex aliado y
“compañero” Menem. Y el día en que Memen asumía como senador, Néstor tocó
madera ostensiblemente como dando a entender que su ex aliado era “yeta”. Hoy,
Néstor descansa en un Mausoleo del sur y Menem sigue en la Cámara de Senadores
como aliado de la viuda de Néstor).
Uno escucha y asume que el agente
de viajes que habla en la radio, habla de cierto nivel de gente. Asume que es
una visión un tanto burguesa de la realidad argentina. Que las gentes que se van
de compras a Miami no son los argentinos
de la argentina profunda. No son los argentinos que cortan calles y rutas
pidiendo aumento en los planes sociales. No son los argentinos que esperan la
indemnización de la constructora Sueños Compartidos que lidera doña Hebe. Ni es
la gente que se agolpa en las plazas de los pueblos esperando el camión
esperanzador que vende a precio de ganga: “Asado para todos”. Si bien la radio
que escucho no es la radio “nacional y popular”, sino que es una radio de la
“corpo” mediática a la que el gobierno de Cristina le ha declarado la guerra, la
mujer que habla de los viajes de compra masivos a Miami esgrime un dato que a
mí me parece central: “Los precios de Miami son mucho más baratos que en
Argentina”. Y no habla de autos de alta gama ni de caviar ruso. Habla
puntualmente de ropa y habla de comida, y habla de pequeños electrodomésticos y
habla de computadoras y habla de cosas comunes que utiliza todos los días la
clase media.
Y sí, son los riesgos “GuillermoMorenistas”
de vivir con lo nuestro, aquella vieja consigna de Don Aldo Ferrer que prefiere:
mejor lo nacional, aunque nos cueste el doble.
Nada de importar cosas que nuestros
empresarios puedan fabricar con bandera celeste y blanca. Y mucho menos si lo
importado resulta barato. Claro que si esta política el gobierno la aplicara
con el mismo ahínco al gas o los combustibles como lo aplica a las planchas o a
los libros, el país sería un caos. Y eso que ya hace muchos años que uno debe
andar con gps actualizado, para saber dónde conseguir combustible.
Pero no importa. Nada que no se
pueda subsanar con unos días de descanso a la fuerza. Unos pesos de adelanto
para gastar. Y horas de discurso en Cadena Nacional para echar culpas puertas
afuera. Es curioso, e imagino que debe ser frustrante para el modelo nacional y
popular que, tras más de una década en el poder más absoluto, ante cada traspié
deba excusarse en otros que han dejado sus funciones hace más de diez años. Los
problemas son nuestros… pero las culpas siempre son ajenas. Versión moderna de
las viejas coplas de don Atahualpa. A mí no me sale otra cosa que la risa… al
ver que en un año la inflación del modelo nacional y popular me ha mordisqueado
el 30% del sueldo y que la presidenta, con sus aritos de 20 lucas verdes y su
Rólex de oro y su trajecito negro culposo, me diga que la culpa es de Memen… o
de Videla. Estamos en otoño… y veo que el gobierno también lo está. Inmerso en
su otoño hasta para buscar excusas.
Pero no quiero que la cháchara del
discurso absurdo me haga olvidar este 2 de abril. Aquél otoño de 1982 miles de
argentinos con las bolas bien puestas, defendieron a sangre y fuego nuestras
Islas Malvinas. Para mí, el 2 de abril son todos y cada uno de los que
estuvieron aquellos días en la guerra. Los que fueron, los que quedaron allá, o
los que dejaron en nuestras islas parte de sus carnes. El 2 de abril no es para
mí otra cosa. Es el día en que recuerdo a los pusieron el pellejo.
Como digo siempre, no tengo la
altura moral para señalar la actitud de ninguno de los que estuvieron en
aquella guerra. Pero tengo el deber de agradecerle a cada uno de ellos.
Bien o mal. Atinados o no.
Políticamente correctos o incorrectos, lo cierto es que desde aquél 2 de abril
de 1982, a los derechos indiscutibles de nuestra soberanía sobre un territorio
ocupado por un imperio invasor, los Soldados argentinos agregaron a nuestros
derechos irrenunciables sobre las Malvinas, la razón de la sangre y de la vida.
El 2 de abril deber ser el día para
recordar a nuestros Héroes que sin tanto discurso, un otoño de hace 30 años…le
pusieron el dorado del bronce a la celeste y blanca.
Horacio R. Palma
El Dia de Gualeguay
Guleguay
E. Rios
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