sábado, 31 de marzo de 2012

Los feriados... la guerra... y el otoño


“El otoño es más triste cuando se te va una amiga…” (Mi vieja)




El tiempo de otoño es tiempo especial en esta parte del mundo. Los primeros fríos hacen que uno olvide para siempre el verano y se meta de lleno en el año formal.
A diferencia del verano, en el otoño uno se queda más en su casa. Es tiempo de desempolvar abrigos y es tiempo de las primeras estufas prendidas y del inicio de los cuerpos arrebujados en los sillones.
A mí siempre esta estación que dora las hojas y las empuja en caída libre me ha parecido como la inauguración formal del año. Uno en el verano está, aunque trabaje de sol a sol, con el espíritu de los calores que invitan al desahogo puertas afuera de su casa, y con el ritmo festivo de medio mundo en vacaciones. Pero llega el otoño con sus colores y sus brisas y sus primeros avisos de frío a decir: “se acabó la joda”. Y sí, en los tiempos que corren también el otoño ha caído en la tentación de hablar como wachiturro.
Los chicos en la escuela y la gente toda en su trabajo. Y así como los cambios climáticos han cambiado un poco las estaciones tradicionales de nuestra madre Tierra. Y los calores son desbocados y las sequías son más crueles y las lluvias más audaces y los fríos más rebeldes y las flores han cambiado sus ciclos y las hojas se doran en horas extrañas, así también el gobierno ha ido forzando el ritmo festivo de la gente inaugurando eventos de fines de semana alargados a la fuerza. Tanto feriado puente o no puente a lo largo del año hacen que cada vez más seguido la gente se haga a las rutas y elija, aunque sea por un par de días, descansar en algún lugar atestado.
Nos guste o no. Queramos asumirlo o no, somos por estos lados del mundo almas fáciles de comprar. Con un fin de semana largo y tres lucas de adelanto de sueldo somos capaces los argentinos de bailarle la tarantela a cualquier mono.
No importa si el mundo se desploma o si Ciccone imprime millones de billetes día y noche pintando ese papel que pronto correremos a gastar antes de que la inflación nos de su tarascón del 20%. Nada de eso, que a nosotros nos dan un finde largo y un poco de papel pintado y somos tan felices como un chico con juguete nuevo. “Felices como perro con dos colas” decía mi abuelita, que murió convencida de que Evita era la abanderada de los pobres, mi abuelita… que murió sin conocer un “feriado puente”.
Y como uno no es fierro, y es viernes víspera de fin de semana largo, yo vengo desandando la ruta en medio de un mar de autos que van tan cargados de cosas que parece una caravana de autos en viaje hacia el fin del mundo.
La ruta es una constelación infinita de luces. Los autos van a paso de hombre cargados hasta lo inimaginable. Parece la imagen de un película catástrofe donde la gente huye despavorida de un una ciudad en peligro. El último que apague la luz… y que pueda que la “garpe” sin subsidio.
En la radio comenta un agente de viajes que por estos días muchos argentinos han elegido irse de compras a Miami, como en las mejores épocas menemistas. (Aclaración: Menen fue un presidente constitucional argentino. Gobernó nuestro país por dos períodos consecutivos. Del partido peronista, tuvo a un aliado incondicional a la hora de privatizar YPF… un tal Néstor Kirchner. Don Kirchner, con los años y luego de haber sido elegido presidente, intentó demonizar a su ex aliado y “compañero” Menem. Y el día en que Memen asumía como senador, Néstor tocó madera ostensiblemente como dando a entender que su ex aliado era “yeta”. Hoy, Néstor descansa en un Mausoleo del sur y Menem sigue en la Cámara de Senadores como aliado de la viuda de Néstor).
Uno escucha y asume que el agente de viajes que habla en la radio, habla de cierto nivel de gente. Asume que es una visión un tanto burguesa de la realidad argentina. Que las gentes que se van de compras a Miami no son  los argentinos de la argentina profunda. No son los argentinos que cortan calles y rutas pidiendo aumento en los planes sociales. No son los argentinos que esperan la indemnización de la constructora Sueños Compartidos que lidera doña Hebe. Ni es la gente que se agolpa en las plazas de los pueblos esperando el camión esperanzador que vende a precio de ganga: “Asado para todos”. Si bien la radio que escucho no es la radio “nacional y popular”, sino que es una radio de la “corpo” mediática a la que el gobierno de Cristina le ha declarado la guerra, la mujer que habla de los viajes de compra masivos a Miami esgrime un dato que a mí me parece central: “Los precios de Miami son mucho más baratos que en Argentina”. Y no habla de autos de alta gama ni de caviar ruso. Habla puntualmente de ropa y habla de comida, y habla de pequeños electrodomésticos y habla de computadoras y habla de cosas comunes que utiliza todos los días la clase media.
Y sí, son los riesgos “GuillermoMorenistas” de vivir con lo nuestro, aquella vieja consigna de Don Aldo Ferrer que prefiere: mejor lo nacional, aunque nos cueste el doble.
Nada de importar cosas que nuestros empresarios puedan fabricar con bandera celeste y blanca. Y mucho menos si lo importado resulta barato. Claro que si esta política el gobierno la aplicara con el mismo ahínco al gas o los combustibles como lo aplica a las planchas o a los libros, el país sería un caos. Y eso que ya hace muchos años que uno debe andar con gps actualizado, para saber dónde conseguir combustible.
Pero no importa. Nada que no se pueda subsanar con unos días de descanso a la fuerza. Unos pesos de adelanto para gastar. Y horas de discurso en Cadena Nacional para echar culpas puertas afuera. Es curioso, e imagino que debe ser frustrante para el modelo nacional y popular que, tras más de una década en el poder más absoluto, ante cada traspié deba excusarse en otros que han dejado sus funciones hace más de diez años. Los problemas son nuestros… pero las culpas siempre son ajenas. Versión moderna de las viejas coplas de don Atahualpa. A mí no me sale otra cosa que la risa… al ver que en un año la inflación del modelo nacional y popular me ha mordisqueado el 30% del sueldo y que la presidenta, con sus aritos de 20 lucas verdes y su Rólex de oro y su trajecito negro culposo, me diga que la culpa es de Memen… o de Videla. Estamos en otoño… y veo que el gobierno también lo está. Inmerso en su otoño hasta para buscar excusas.
Pero no quiero que la cháchara del discurso absurdo me haga olvidar este 2 de abril. Aquél otoño de 1982 miles de argentinos con las bolas bien puestas, defendieron a sangre y fuego nuestras Islas Malvinas. Para mí, el 2 de abril son todos y cada uno de los que estuvieron aquellos días en la guerra. Los que fueron, los que quedaron allá, o los que dejaron en nuestras islas parte de sus carnes. El 2 de abril no es para mí otra cosa. Es el día en que recuerdo a los pusieron el pellejo.
Como digo siempre, no tengo la altura moral para señalar la actitud de ninguno de los que estuvieron en aquella guerra. Pero tengo el deber de agradecerle a cada uno de ellos.
Bien o mal. Atinados o no. Políticamente correctos o incorrectos, lo cierto es que desde aquél 2 de abril de 1982, a los derechos indiscutibles de nuestra soberanía sobre un territorio ocupado por un imperio invasor, los Soldados argentinos agregaron a nuestros derechos irrenunciables sobre las Malvinas, la razón de la sangre y de la vida.
El 2 de abril deber ser el día para recordar a nuestros Héroes que sin tanto discurso, un otoño de hace 30 años…le pusieron el dorado del bronce a la celeste y blanca.

Horacio R. Palma
El Dia de Gualeguay
Guleguay
E. Rios

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