Según Videla, “las instituciones han desaparecido”, en referencia a la etapa que vive Argentina. Pero Mi historia Argentina de Martín Balza confirma que las instituciones están sanas y que hay ejemplos para los jóvenes.
El diálogo que quien escribe estas líneas tuvo con Ricardo Angoso permite poner en evidencia las ideas retrógradas del autor de una –supuesta– entrevista con el genocida ex general Jorge Videla publicada en Cambio 16. Lo de supuesta no es un dato menor, porque Angoso violó las normas que el periodismo impone a la hora de tramitar un encuentro profesional con un condenado. Angoso reiteró en la entrevista que no pudo ingresar un grabador para dejar registro de su diálogo “porque las autoridades no le permitieron su ingreso”. La realidad es que el periodista de Cambio 16 pudo entrar a la U34, donde está alojado Videla, con un ardid infantil que evidencia sus vínculos estrechos con represores.
En efecto, se registró para visitar “como amigo” a Jorge Olivera, otro ex militar, preso en esa cárcel por delitos de lesa humanidad. El periodista evitó aclarar sus intenciones a las autoridades y el 18 de enero estuvo cuatro horas dentro del penal en un lugar donde los presos y sus visitantes comparten un espacio común. Allí Angoso habló con Videla y, según dice, “tomó apuntes”, cosa que es dudosa porque de haberlo hecho durante tanto tiempo hubiera dado evidencias de que no era “un amigo” sino un entrevistador. Aun suponiendo que la memoria de Angoso sea mayor que la de Funes, el personaje de Borges, no cabe dudas de que las supuestas respuestas de Videla fueron escritas, en el mejor de los casos, por Angoso en su calidad de escritor fantasma después de salir de la visita de “amigo” a Olivera.
El mismo Angoso reconoce al autor de estas líneas que “envió el texto a Videla para que lo corrigiera”. Algo completamente inescrupuloso porque le da la posibilidad al entrevistado de maquillar o tergiversar el diálogo real con su entrevistador, si éste realmente existió. Sin perjuicio de estas cuestiones, no cabe duda de que el genocida Videla hizo propio el arrogante y amenazante texto publicado por Angoso. Un texto en el que el verbo desaparecer aparece muchas veces. No para dar cuenta de lo que hizo con miles de personas la dictadura sino para asegurar, por ejemplo, que “las instituciones han desaparecido”, en referencia a esta etapa que vive la Argentina. Tal vez alguien todavía tenga miedo de las palabras de este criminal pero, por suerte, el temor que infunden los genocidas ya no asusta a, casi, nadie.
Escuchar y leer al general Martín Balza, un hombre que prestó servicio activo en el Ejército durante décadas, que cumplió su deber en Malvinas durante el conflicto con Gran Bretaña y que acaba de publicar Mi historia Argentina da el oxígeno suficiente como para confirmar no sólo que las instituciones de la democracia están sanas sino que hay personas que son un ejemplo para las nuevas generaciones. No sólo para quienes ingresan a las Fuerzas Armadas sino para quienes creen que la ética personal y el compromiso con la democracia pueden y deben ir juntos. Es decir, forma y contenido son solidarios. No es casual que Videla recurra a laberintos de mentiras para hacer conocer sus pensamientos y que Balza las escriba y las diga sin vueltas. No es casual que los juicios por delitos de lesa humanidad avancen y demuestren la cobardía de quienes torturaron y asesinaron sin que los condenados reconozcan la verdad ante los jueces y los familiares de las víctimas. Tampoco es casual que quien fuera un combatiente arrojado en Malvinas sea hoy un defensor a ultranza de la estrategia diplomática pacífica para recuperar la soberanía en las islas. Los argentinos no podemos olvidar que los dictadores usurpan el poder para defender los intereses de los grupos más privilegiados y los intereses más antinacionales. Por eso, debemos construir una democracia donde se vaya a fondo en la democratización y nacionalización de los recursos económicos. Que Videla sea mentiroso, cobarde y asesino va a tono con su concepción despótica y elitista. Que Balza sea honesto, austero y valiente tiene que ver con su profunda convicción democrática.
Eduardo Anguita
3 comentarios:
Típico de estos kirchneristas es descalificar al mensajero y no al mensaje. Esta gente hizo de la falacia "ad hominem" una obra maestra de la bajeza más absoluta. No quieren discutir lo que dijo Videla porque, básicamente, el viejo general no faltó a la verdad. Entonces prefieren montarse en su propia ola y proseguir con sus guerras y revoluciones imaginarias.
Si hubiera dicho que era periodista y que venía a hacerle un reportaje a Videla, no lo habrían dejado entrar. Se quiere tapar con silencio esta enormidad.
Ese mismo día, estuvieron como locos porque supieron la "punta" de la historia pero no tuvieron la confirmación. Supieron que fue un periodista pero no tenían los datos.
Palmeta, seguí sangrando por la herida del orto
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