domingo, 11 de septiembre de 2011

Así mataba el terrorismo en Argentina - Acto de homenaje a las Víctimas del terrorismo


La Masa­cre de calle Junín.

El día LUNES 12 de SEP­TIEM­BRE se cum­plen el 35 años del aten­tado terro­rista que per­pe­trara “Mon­to­ne­ros” con­tra un omni­bús que regre­saba de la can­cha de Rosa­rio Cen­tral trans­por­tando jóve­nes poli­cías que habían pres­tado ser­vi­cio de segu­ri­dad en dicho estadio.

Al paso del colec­tivo los ase­si­nos hicie­ron explo­tar un auto­mó­vil con explo­si­vos que causó la muerte de nueve efec­ti­vos, oca­sio­nando heri­das en cua­renta y el deceso de un matri­mo­nio que cir­cu­laba por el lugar en su auto­mó­vil, que­dando herida su pequeña hija.

Los suce­si­vos gobier­nos pro­vin­cia­les jus­ti­cia­lis­tas y socia­lis­tas tra­tan de que este día pase desa­per­ci­bido para la pobla­ción, para ello orde­nan un acto ofi­cial den­tro de la Jefa­tura de Poli­cía donde nunca ellos asisten.

Todos los años la Comi­sión de Home­naje rea­liza una misa en el lugar del hecho, en calles Junín y Rawson.

Diver­sos ora­do­res harán uso de la pala­bra para recor­dar a estas Víc­ti­mas de crí­me­nes impres­crip­ti­bles de lesa huma­ni­dad, cuyos auto­res nunca fue­ron juzgados.

El acto comen­zará a la hora 16, 00, se ruega pun­tua­li­dad y por sobre todas las cosas asistencia.

Pedi­mos un pequeño esfuerzo a todos aque­llos intere­sa­dos en con­cu­rrir, sería de suma impor­tan­cia la pre­sen­cia de repre­sen­tan­tes de otras ciudades.

La inten­ción es que el 12 de Sep­tiem­bre se trans­forme en un pre­lu­dio de los actos del 5 de Octu­bre en Bue­nos Aires.

Nues­tros muer­tos die­ron sus vidas, démosle noso­tros unas horas de las nuestras.

Héc­tor Orlando Santana

Comi­sa­rio Inspector(RE), Presidente.

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Hugo Hum­berto Gargarella

Ofi­cial (RE) Víc­tima, Vicepresidente.

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Angel Dio­ni­sio Senatore

Sub­ofi­cial Mayor (RE), Secretario.





...Anoche como un ladrón de sueños caminé por calle Junín hasta llegar a Rawson, allí el corazón se me encogió y lloré de rabia. Frente a ese pedazo de muro lleno de tanta sangre de mis compañeros no pude contener ni los recuerdos ni las emociones.

Uno a uno fui leyendo con los ojos nublados sus nombres como pasando una imaginaria revista traída del pasado.

Me pareció escuchar sus voces respondiendo ¡presente!

Creí verlos en sus uniformes, con los borceguíes relucientes al igual que sus correajes, firmes, atentos al llamado del superior.

Con mi mano espanté recuerdos y lágrimas de hombre que honra a sus camaradas caídos.

Sentí impotencia ante ese pequeño monumento que no alcanza para glorificar sus memorias pensando cuantos museos y mausoleos dedicados a criminales sin conciencia hay en este país.

Mas de pronto lo vi tan luminoso como si Dios lo hubiese tocado con su mano, o tal vez iluminó mi mirada y mente.

O quizás fueron las almas de mis amigos que se apiadaron de mi dolor y se encendieron para borrar la oscuridad de mis tristes pensamientos.

Comprendí que los monumentos más grandes son los que hacemos en nuestros corazones, que mientras no los olvidemos estamos construyendo con los ladrillos de la memoria un altar enorme donde siempre arderá la llama sagrada de los elegidos por la Patria.

Anoche volví a reunirme con mis muertos que estaban más vivos que nunca, ellos calmaron esta desolación de casi creer que dieron sus vidas en vano, esta angustia de ver un pueblo indiferente ante el sacrificio de sus servidores.

Hasta este lugar no llegaron ni llegarán los políticos a rendir homenajes ni quienes hablan de derechos humanos, lo que es peor, ni siquiera muchos de los que no merecen llamarse sus camaradas.

Dicen que la sangre del policía seca rápido, será por eso que ni la injusta justicia condena a los criminales que impunes los asesinaron.

Imprescriptible tragedia guardada en nuestras almas para que un día cuando el estado de derecho vuelva a nuestra nación los culpables sean juzgados.

Cuando llegue Septiembre, a los doce días, a las seis de la tarde, estaremos unos pocos, los de siempre, honrando nuestros muertos.

No estarán, como siempre, los que perdieron el azul que corría por sus venas ahora heladas por la comodidad, la indiferencia y la cobardía de no querer comprometerse con su presencia.

A la misma hora habrá un pequeño acto oculto de acuerdo a lo ordenado por el gobernador de turno, entre cuatro muros donde nadie verá el dolor de los familiares.

Anoche en Junín y Rawson me pareció ver pasar un colectivo azul camino al Cielo, desde las ventanillas nueve rostros me miraban, de forma marcial los saludé y luego mi mano agitándose los saludó como áquel que despide a sus amigos.

Anoche no sé si estuve allí o fue un sueño de mi corazón de policía, pero lo que importa es que no los olvido, por eso les pido a todos, en especial a los que visten de azul, ¡no los olviden!
Mario
Rosario











1 comentario:

Anónimo dijo...

Una pena ver tantos servidores públicos muertos. Eso habrá traído severas consecuencias. Cayó el consumo de pizza mangueada en Rosario un 4%.