domingo, 24 de julio de 2011

Tecnología e intimidad...


Yo estoy muy tranquilo tomando mate en un final de mañana fría de julio. Llueve, algo que en julio y en esta parte del mundo no es novedad aunque por alguna razón inexplicable, para la prensa siempre es noticia la lluvia.

Foto subida a Twitter por Graciela Alfano


Tomo mate y hablo de bueyes perdidos… y no es que me dedique a la cría de bueyes y ande preocupado por el terneraje plantel que se piantó del potrero. Nada de eso, decir que uno habla de bueyes perdidos en estas tierras tiene un significado difícil de explicar pero imposible de no entender. El diccionario dirá que hablar de bueyes perdidos es hablar de cosas baladíes. Intrascendentes. Pero usted y yo sabemos que hablar de bueyes perdidos es algo más que eso. Entonces viene Belu recién llegada al mundo de los despiertos, cuando la mañana está a punto de hacerse mediodía y me dice. “Papá, me dijo la mamá de un amigo que tu nota de ayer fue muy dura.”
Entonces un clic. Caigo en la cuenta que lo que escribo, otro lo lee y hasta lo comenta con mis hijos!!. Así que me dije casi en voz alta: Hermano, hagamos un parate en eso de escarbar en temas políticos, que después las personas se ponen quisquillosas y protestonas y creen que uno está haciendo campaña para uno o para otro. Y los candidatos se enervan y se la agarran con la madre de uno. Así que hoy dejo de lado escribir sobre amenazas de paternidades no correspondidas y cruces de decires rimbombantes entre candidatos de un mismo partido, o cruces de palabras indecibles entre candidatos de partidos distintos.
No hablaré tampoco de la escasez de combustible a lo largo y a lo ancho del país, pues ya lo dijo el gobierno que es todo una campaña mediática sin sustento. Hay combustible dijo don De Vido y palabra santa… aunque luego aclarara que el problema es que todos los argentinos y argentinas quieren llenar el tanque cada día…
No voy a hablar de política, porque hablar de política nos endurece las palabras y además los dedos terminan buscando roña en el teclado hasta sin querer.
Desde hace unas semanas medio mundo habla de las fotos de la intimidad de varias personalidades que han salido a luz y han dado la vuelta al mundo en 140 caracteres a través de Internet. Son fotos para todos los gustos. Desnudos fríos, desnudos un poco más calientes, fotos casi pornográficas y otras un tanto escatológicas.
Son ese tipo de fotos íntimas muy íntimas, retratando momentos tan pero tan de uno que es difícil imaginarlas expuestas en una vidriera infinita ante ojos desconocidos. En los últimos meses Silvina Escudero, Karina Mazzoco, la Ricci y hasta la mismísima nieta de Mirta Legrand y su esposo trasandino… han sido víctimas de la publicación de fotos íntimas que cada uno de ellos se sacaron en algún momento de intimidad. La tecnología es un arma de peligroso filo en manos de nosotros, que somos, como decía mi abuelita, más peligrosos que mono con navaja. Porque estos casos se conocen más porque son famosos, pero hay cientos de miles de casos similares en cada ciudad con gente común. Sin ir muy lejos, hace unos años una mujer mató a su amiga tras ver un video íntimo de ella con su marido.
¡Ay lo celos! Recuerdo que en mis años de juventud siempre me carcomía la curiosidad por saber el pasado de mi novia. Y hablando con mis amigos de entonces descubrí que no era el único. A todos nos asaltaba la misma duda. Cada uno con su novia…se entiende.
Yo reconozco que era una especie de ametrallador de preguntas hacia el pasado de mi novia. Quería saber qué había hecho y qué no. Con quién… y hasta cómo.
En aquellos años había una famosa canción de un cantante español llamado José Luis Perales que, para que ustedes lo ubiquen mejor, es el cantante que más ha escrito en contra del orgullo del macho. El tipo tenía una canción que era como el himno del hombre inquisidor hasta de los mínimos secretos del pasado de su pareja… “Y cómo es él.. en qué lugar se enamoró de ti… pregúntale a que dedica el tiempo libre… es un ladrón, que me ha robado todo…”. En fin. Como sea yo también perdí incontables noches de noviazgo intentando indagar en aquellos menesteres de historias pasadas.
Y siempre me pregunto cómo serán los jóvenes de hoy. Y cómo manejarán los vejetes como yo los celos y las inquietudes y las inseguridades con tanta tecnología al alcance de la mano. Hoy todos tenemos una máquina de fotos digital en el bolsillo las 24 hs. del día. Y los celulares guardan miles y miles de mensajes y teléfonos y llamadas. Y las computadoras archivan el historial de todas las conversaciones de los chat de cada uno de nosotros. Y en las Redes sociales cada uno de nosotros tenemos un perfil con muchos de los datos de nuestras vidas y fotos nuestras y de los nuestros.
No creo mucho en eso de que los jóvenes de hoy sean en el fondo tan pero tan distintos. Es claro que han crecido en un mundo más visual y mucho más tecnológico, pero soy de los que creen que los sentimientos humanos no cambian profundo en tan pocos años.
Celos, infidelidades y sospechas. Inseguridades. Todos temas que acuden a nuestra especie desde el principio de los tiempos. Llamémoslo como queramos. Algo que no nos cierra, curiosidad, celos o desconfianza. Y aquí no creo que haya muchas diferencias de género. Estoy convencido que la cosas va pareja entre hombres y mujeres.
Estoy seguro que las personas y las parejas indagamos y nos espiamos mucho más de lo que reconocemos. La esencia está impresa. Es nuestra naturaleza.
Por eso, cada vez que yo me descubro con el celular en la mano, o cada vez que veo a alguien sentado en un bar ensimismado en su computadora. U observo a alguien sacándose fotos con el celular, o me contacto con gente en las redes sociales y en los chat, estoy convencido que la mayoría no puede con su genio e indaga. Revisa. Controla. Pizpea. Husmea. Espía a su pareja.
Antes era distinto. Uno preguntaba y repreguntaba y esperaba tal vez una respuesta ante la insistencia. El muy audaz revisaba papeles. Ahora no. Los gustos musicales, los libros preferidos, las películas y las series que más nos gustan están publicadas en el perfil de Facebook. Lo que hablamos con otro mientras nuestra pareja no está, queda guardado en el historial de la compu. A un solo clic. Las llamadas y los mensajes de un año caben en unos pocos GB del celular. Espiar fotos digitales es solo apretar un par de botones en las cámaras de fotos.
De chico, recuerdo que había una ley de oro que ningún hombre de bien osaba violar: La cartera de la mujer. Los adentros de la cartera de una mujer era territorio vedado. Inviolable. De todos modos se sabe que la curiosidad mata al hombre. Pero el orgullo es algo que tortura las entrañas. Y los celos y las inseguridades y las desconfianzas estarán en nosotros mientras estemos en esta tierra.
No diría que han cambiado los tiempos ni las personas. Que las parejas se fotografían hoy y ayer no. Sino que la tecnología está, peligrosamente fácil, en la mesa de luz. Y la vidriera mundial es un clic en Internet. Al final no quise hablar de política para no meterme en camisas de once varas y terminé en temas más escabrosos.
Sonrío. Antes, cuando fallecían nuestros abuelos, entre sus pertenencias encontrábamos fotos en la rambla de Mar del Plata… dentro de unos años, cuando fallezcan los abuelitos… muchos nietos recorrerán los archivos de las compus y dirán.. ¡Mirá vos la abuela!.
Así que sonría y pórtese bien… pues seguro lo están espiando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo se metió en un berenjenal... mejor hable de política. Usted no habla de bueyes perdidos, usted habla de chanchas perdidas.