martes, 7 de junio de 2011

Dia del Periodista... reflexiones sobre el periodismo de tierra adentro


LEJOS DE LAS LUCES, CERCA DE LAS SOMBRAS

“¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península?”. (Mariano Moreno)


Diarios, revistas, radios AM y FM, televisión… noticias en papel o noticias en medios digitales frente a millones de pantallas de computadoras a lo largo y ancho del país.
El periodismo es una actividad con la que convivimos todo el tiempo y todos los días de nuestra vida.
Noble actividad, esmerada profesión. Hermosa vocación la del periodista que nos acerca cada día las noticias, y sus circunstancias las opiniones.
Cada uno de nosotros llevamos esa espina llamada curiosidad. Necesitamos saber qué pasa, y ahí está el periodista.
Muchos de nosotros necesitamos otra opinión… y ahí están los comunicadores.
El próximo martes 7 de junio se celebra en Argentina el día del periodista y quería aprovechar la ocasión para pensar en voz alta.
Las efemérides hablarán de Mariano Moreno y el primer periódico editado por estos lares: “Gazeta de Buenos Aires”. Pero sinceramente yo prefiero no evocar a Mariano Moreno esta vez, sino pensar sobre nosotros como sociedad y el periodismo y los periodistas más allá de esos lugares comunes que tanto me fastidian.
Son tiempos especiales en estas tierras para la profesión de periodista. Para el oficio de periodista. Para la vocación de periodista.
Desde lo alto del poder, sea que el Poder esté sobre una montaña, un púlpito, un pedestal o sobre un simple banquito, desde hace tiempo se viene bastardeando con descalificativos variados y actitudes desmedidas, a esa dificultosa profesión de los que informan u opinan.
La del Poder es una acción criticable, pero no debe sorprendernos. Es una reacción natural con la que tenemos que aprender a convivir. El Poder necesita esconder o callar por propia vocación. Y el periodista está obligado a contar lo que el Poder pretende callar.
Control por oposición de intereses se llama este juego en Auditoria, y digo “juego” no en sentido lúdico, claro. Es una buena e inteligente forma de contralor: Dos intereses contrapuestos en pugna, que se controlan mutuamente en una batalla franca.
Por eso básicamente el periodismo es siempre crítico de los gobiernos, pues nos guste o no, un periodismo que adula al Poder de turno a tiempo completo, termina siendo un periodismo sospechoso. Puede funcionar un tiempo, pero nunca llega muy lejos esa connivencia cuando sucede en una sociedad libre.
Claro que cuando uno habla de periodismo tiende a pensar en los grandes medios de las grandes ciudades. Medios poderosos y poderosos periodistas en conflicto con el gran poder central, y pocas veces se detiene a pensar en la mayoría de los que ejercen el periodismo a pulmón en la Argentina de tierra adentro.
Ese periodismo de periodistas alejado de las luces y más cerca de la sombras de la complicada realidad de todos los días.
Tal vez algunos fuegos de artificio nublen lo esencial. A lo mejor algunas famas desmedidas desdibujen lo importante. Pero el trabajo de los periodistas en los “pueblos chicos”, créase o no, resulta fundamental para la sociedad de estos tiempos.
El periodismo en la Argentina de tierra adentro tiene el valor de la vocación. No hay allí dinero ni poder ni estrellato. Solo vocación. Por eso los “poderosos” le temen más.
Uno tiende a echar culpas solo en el poder político cuando se habla de los problemas del periodismo. Mas ese no es, creo yo, el centro de la cuestión.
El poder de turno se arma con sus armas mejores para luchar por ocultar lo que le conviene que no se sepa. Y en esa contienda compra medios o periodistas que, por alguna razón resultan vulnerables. Y aquí quiero yo centrarme. En la vulnerabilidad de los medios de comunicación y sus periodistas.
El Poder intenta con los medios y los periodistas, y los medios y los periodistas se dejan, o no. Pero esta es una torpe reducción para una compleja realidad.
Se ha dicho mil veces pero vale la pena recordarlo. A los medios y a los periodistas la gente los elige cada día. La credibilidad de un medio o de un periodista lleva años de esmerado trabajo. Es la credibilidad su mayor capital. A veces, su único capital.
Estoy convencido que al periodismo lo hacemos dependiente o independiente nosotros como sociedad, antes que el Poder de turno o los “poderosos” de siempre.
Creo fervientemente eso. Para que el periodismo sea independiente, la tarea primera es nuestra, de los ciudadanos comunes.
En las ciudades como Gualeguay, quienes ejercen el periodismo se cruzan todos los días con los oyentes y con los lectores y con los poderosos y con los políticos.
La gente sabe cómo viven los periodistas, y quiénes son. Sociedad, periodismo y poder conviven en ciudades como la nuestra palpando la realidad. Hay poco margen para la connivencia sin que ésta horade con sus sospechas.
Hasta no hace mucho tiempo, en ciudades como Gualeguay la publicidad era vista como un gasto antes que como una inversión. Hasta hace muy poco tiempo, la publicidad en los medios de Gualeguay se vivía como un “favor” que el comerciante le hacía al vendedor.
He visto yo poner cara de fastidio a muchos comerciantes y empresarios de Gualeguay, ante una vendedora de publicidad que venía por un aviso de cien pesos.
En esa primera actitud nuestra, comienzan los problemas del periodismo independiente más que en los aprietes de los poderosos. Pues para conseguir un periodismo independiente es imprescindible que los medios y los periodistas tengan independencia en lo económico. De lo contrario, el periodista que es en definitiva un trabajador más, y los medios, empresas al fin, deberán rebuscar sus formas de financiarse.
Son muy pocos quienes en Gualeguay pueden vivir del periodismo. He ahí una pata importante del problema para un periodismo independiente. He ahí el caldo para un periodismo dependiente. Por eso siempre que se critica a los periodistas en ciudades como Gualeguay, pongo mis reparos en sumarme a ellas de manera liviana. Los periodistas son trabajadores que tienen y deben sobrevivir y mantener a sus familiar y pagar la casa y vivir con la esperanza del progreso… no podemos ser tan hipócritas de exigirles que sean monjes tibetanos, eternamente en ayuno y viviendo en cuevas.
Por eso aprovecho este domingo para saludar a todos aquellos hombres y mujeres de Gualeguay, que viven la dura vocación del periodismo a pesar de los pesares.
E invito a todos los actores de la sociedad, a una reflexión íntima y sincera con una mano en el corazón. A los anunciantes, a los empresarios de los medios, a los poderosos de siempre… y a los poderosos de paso. A todos nos cabe el sayo.
Cada uno somos responsables en mayor o menor medida, de lo que periodismo de Gualeguay dice… y de lo que lo que el periodismo de Gualeguay calla.
Responsables de lo que el periodismo de Gualeguay es… y de lo que podría llegar a ser.

Horacio R. Palma
Escribidor

2 comentarios:

veronica Costansi dijo...

Muy bueno y muy cierto horacito!!!!!!!!!El interior existe y vale!!!!!!!!

veronica Costansi dijo...

Muy bueno y muy cierto horacito!!!!!!!!!El interior existe y vale!!!!!!!!