sábado, 19 de febrero de 2011

Acostumbrarnos el ojo...

Van!!!... en guardia!!

“La autoridad de la moda es tal, que nos obliga a ser ridículos para no parecerlo.” (Dubay Sanial)


La moda no incomoda, decían las amigas de mi vieja allá por los años setenta, mientras se planchaban el cabello con planchas Atma adoptando posiciones incompatibles con el decoro. Había que verlas en su esfuerzo por poner la cabellera sobre la tabla de planchar!!!. Y la lucha de ellas para amigarse con la moda no era solo para con el cabello, también se retorcían para enfundarse un par de botas ajustadas hasta las rodillas, o hacían equilibrio sobre unas plataformas dignas de un artista de circo.
Hasta lo ridículo, cuando se hace masivo se convierte en algo que no llama la atención.
La moda no incomoda, es cierto… lo que incomoda es luego ver las fotos de hace un tiempo y descubrirse uno enfundado en algún disfraz ochentoso, enmarcado en hombreras ridículas, o con alguna campera de colores flúo inflada con cien de presión.
La moda funciona así, en realidad la vida funciona así… la vanguardia de unos pocos que no le temen al ridículo, lanza su atrevimiento sin temor al qué dirán. Esa audacia va acostumbrando el ojo de la mayoría, que termina por aceptar al tiempo lo que hasta ayer tildaba de ridículo.
No leí la biografía de Yves Saint Laurent, ni siquiera la biografía de la agitada vida de Gabrielle Bonheur "Coco" Chanel. Aclaro antes de que algún estudioso sobre el tema me ponga de vuelta y media. Apenas si esbozo en alta voz un pensamiento íntimo a modo de comentario. Y conste que lo más osado a lo que me atreví en cuestión de moda a lo largo de mi vida, fue un jardinero con mil rayas que usé unas pocas veces allá por los años ochenta, y por el que todavía recibo comentarios homofóbicos de quienes recuerdan mi viejo desliz vanguardista. La culpa es toda mía, por elegir la atestada confitería “Acuarela” una noche de verano para lucir el modelito de los tiradores.
Y cuando la moda entra en las tinieblas de las ideas, es decir, cuando el mundo de la moda se queda sin vanguardia hecha carne, o sin ideas claras o compatibles con el negocio, ahí nomás recicla ideas de antaño e impone la moda “retro”, que significa ir a buscar ropa y modelos en ropero de la abuela.
“Retro”, linda palabra que evoca cosas de tiempos pasados. Es lindo porque lo retro siempre viene acompañado de vivencias de uno, pues queramos o no, una imagen del pasado es siempre un pasaporte a un montón de recuerdos.
Y no solo existe lo retro en la moda… en muchas otras cosas nos invade lo retro.
Estando de vacaciones este año, me llamó la atención que en una pequeña ciudad veraniega aparecieran cientos de carteles de la misma índole. Es decir, y en Gualeguay sabemos mucho de esto, siempre hay una cultura del copiado… a alguien se le ocurre una idea que funciona, y entonces cien más se vuelcan desesperados a copiarla para no perder el tren, se suben raudos a la cresta de la ola de lo que sí funciona. Pasó con las canchas de paddle, siguió con los locales de todos por 2 pesos, y terminó en los locutorios. Ahora estamos en la onda panchos y hamburguesas. Si la idea funciona para uno, pues que funcione para cien hasta que se agote para todos. Exprimir la teta hasta dejarla mustia. Esa es la cuestión.
Los carteles en cuestión a los que hacía referencia en la ciudad turística entrerriana eran pizarrones escritos con tiza de colores: “Hoy, tributo a….”
En los puntos suspensivos usted puede poner el nombre del artista que quiera que no le va a errar. Sabina, Serrat, Pink Floyd, Sandro, Luis Miguel, Cacho Castaña… y cien etcéteras más. En realidad esa linda palabra que es “tributo”, una palabra que encierra algo más que un homenaje, se ha convertido en un eufemismo para esconder muchas veces la vulgar imitación.
Uno se sienta a cenar en familia o con amigos en un lugar alejado del mundanal ruido y de repente escucha una melodía que le resulta familiar y entonces arranca un tipo o una mujer que ha decidido esa noche arruinarle los acordes o amputarle los tonos a un éxito ajeno.
¿Y la dignidad? La dignidad es también una palabra enorme que todavía conserva su prestigio. Yo estoy convencido que uno puede hacer sentir la influencia de un artista en su propio arte, sin por eso imitarlo con descaro.
Es que, por lo general, los varios cantantes que escuché así como al pasar en los distintos “tributos” eran todos cantantes de voces lindas. Por eso no entiendo el porqué tanto empeño en imitar a Sabina en su voz ronca o imitar el tono y el fraseo de Serrat. ¿Para qué?, me pregunto yo. ¿Porqué no cantar canciones de otro pero con estilo propio?.
Uno de los artistas en cuestión me sacó de duda: “Es lo que vende. Cantar canciones de Sabina sin imitarlo no tiene gancho…”. Ok, con unas pocas palabras el artista en cuestión me dice sin decirlo que la culpa es nuestra.
La culpa no es del chancho… sino del que le da de comer, dice el viejo refrán. Y cada vez me convenzo más de que es muy cierto. Ya no me fio de los quejosos de Gran Hermano en público que son público de Gran Hermano en privado.
También la política recicla las viejas modas que en realidad son viejas mañas. Un funcionario del gobierno de Neuquén aparece filmado con una docena de señoras y señorita en su propia oficina. Allí, don Gaitán (no me animo a ponerle señor ni con minúsculas), canjeaba felaciones por acción social. Los ochenta versión 2.000.
Télam, la agencia de noticias que antes era del Estado y que ahora es del gobierno Kirchnerista, tuvo esta semana su primer choque frontal. En su afán de incondicionalidad, el director de la agencia de noticias que pregona militancia antes que profesionalismo, publicó “sin querer” una nueva portada de página con la “esfinge” de Néstor, el planisferio patas para arriba, y una efemérides del cumpleaños de la presidentA con comentarios descalificadores para ciertas personas que no comulgan con el régimen oficialista.
El acto de incondicionalidad militante del mandamás de Télam, don García, integrante junto a su ex esposa en los años 70 de grupos armados terroristas, obviamente no pasó desapercibido y en pocos minutos dio vueltas por medio país.
Dicen las “malas lenguas”, aclaremos que para la “mierda oficialista”, las “malas lenguas” son los sectores de la prensa renuentes a publicar como ciertas las cifras del malevo Moreno, que hubo un llamado de la casa de gobierno al director de Télam para que diera marcha atrás con el acto militante de utilizar la agencia estatal de noticias para hacer propaganda del régimen.
A las pocas horas la página web de Télam volvió a la “normalidad”, con una escueta nota de su director que pedía “excusas”, y no “disculpas”.
Dicen que la culpa no es del chancho… y yo creo que efectivamente es así.
También creo que lo de Télam, como antes lo del descarado 678 y los varios canales oficiales, funciona como la vanguardia de la moda. Nos van acostumbrando el ojo y el oído a lo que vendrá.
Ello van… siempre van. Y nosotros nunca “en guardia”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

SEGUÍ SANGRANDO POR LA HERIDA DEL ORTO

capitan futuro dijo...

Che me quede colgando porque hace un par de dìas que no habro el blog, sobre la nota anteriror (esta de telam da para demasiadas cosas) 14 absoluciones y van...todavia sostiene que los juicios estan armados??????