viernes, 14 de enero de 2011

Tormentas y temporales...

“Quiero tiempo pero tiempo no apurado, - tiempo de jugar que es el mejor. - Por favor, me lo da suelto y no enjaulado - adentro de un despertador…”
(María Elena Walsh. Marcha de Osías)


Mi tía María Elena Méndez Casariego.. cantando la canción de la promoción de mi Abuelo Ricardo..

Dos noticias de esta semana me llevaron, sin quererlo, a viajar en el tiempo de mi vida.
Una noticia daba cuenta esta semana que varias personas habían muerto fulminadas por un rayo. No por el mismo rayo, claro. Es que en distintos lugares de la provincia de Buenos Aires esta semana se produjo una fuerte tormenta eléctrica y dos chicos en Berazategui y un hombre mayor en Open Door, murieron tras ser alcanzados por un rayo.
La otra noticia que me llevó de vuelta a los tiempos de mi infancia fue la muerte de María Elena Walsh, la autora de casi todas las canciones de mi niñez. Así que perdonen hoy los que aborrecen la melancolía, pero esta semana no tengo escapatoria en esto de recordar y hurgar en los recuerdos de mis adentros.
Yo cuando era chico le tenía mucho miedo a los truenos. Cualquier atisbo de ronquido entre las nubes, bastaba para que corriera a buscar el refugio de la casa mis viejos.
Sí, me asustaban mucho las tormentas con truenos…suponía que en uno de esos sacudones, las nubes podían llegar a caerse. Así, literalmente.
Tengo un recuerdo de muy chico. Mi abuelo en cama y nosotros a sus pies mirando tele, que era un aparato enorme en caja de madera que reflejaba una imagen en blanco y en negro. Que contaba cuentos historietas y novelas, “de esas que andan a botón”, como escribió María Elena Walsh. De repente el cielo que se ponía gris, el día que jugaba con la oscuridad a ser noche, las primeras gotas en la ventana… y entonces el trueno rugiente que hacía vibrar los vidrios de toda la casa. Mis hermanos y yo que gritábamos con sobreactuación y corríamos para el lado de mi abuelo como buscando refugio.
Mi abuelo se reía y el bigote le cobraba extraña vida.
Don Ricardo había sido marino y todas sus historias de mares surcados las habíamos escuchado de boca de mi abuela, de mi madre o de mis tías. Yo lo miraba a los ojos en esos días de tormenta como para adivinarle un pensamiento, él hipnotizaba su mirada en la ventana como queriendo salir por ella y deshacerse de su postración. Los ojos de mi abuelo eran unos ojos muy libres incrustados en una cara de encierro. Supongo que añoraba el desafió de esas tormentas capeadas en alta mar. Supongo que miraba la ventana y con sus pensamientos se escapaba por ahí hasta el puente de su barco. Él, capitán de todos los mares, erguido en el puente del barco bajo su capote con la lluvia castigándole la cara. Sí, estoy seguro que mi abuelo hubiera dado cualquier cosa en ese momento por poder deshacerse de esa enfermedad que lo ataba a la cama para volver tan solo por un rato al puente de su barco y capear la tempestad con la lluvia golpeándole la cara.
Mi abuelo era muy mayor cuando yo era muy chico. Lo recuerdo ya atado a su cama de sábanas siempre blancas y de dolores negros y contenidos. Lo conocí asido a un bastón que apenas si lo llevaba al baño… y como muy lejos a la dura travesía hasta el living donde estaba el piano. A duras penas llegaba al sillón grande para su espectáculo favorito, ver y escuchar a mi abuela tocar en el piano canciones de antaño.
Manos curtidas con todos los vientos del mundo y con las sales de todos los mares. Ojos gastados que buscaban invariablemente el horizonte. Mi abuelo siempre miraba el cielo. Y en los días de tormentas, clavaba los ojos en la única ventana que había en su mundo de cuatro paredes y miraba como esperando que el mar, su querido mar, lo viniera a rescatar de su encierro y lo liberara de la cama, donde su corazón lo había encallado tras varios temporales… primero refulgía el rayo e iluminaba la habitación. Entonces mi abuelo comenzaba a contar en voz baja… uno, dos, tres, cuatro… y recién cuando rugía el trueno mi abuelo paraba la cuenta. Así una y otra vez. Rayo…cuenta… trueno. Rayo… uno dos tres… trueno. Esa era su forma de saber cuándo la tormenta estaba llegando y cuándo se estaba alejando. Desde entonces yo hago lo mismo en los días de tormenta. Es un conjuro contra los últimos miedos de la adultez, y es una especie pacto que yo tengo con su recuerdo, y con mi infancia.
Claro que hay tormentas y tormentas. Hay tormentas que invitan a un hogar con leños encendidos, café bien negro y un libro entre las manos, y otras tormentas hay que invitan a la pasión de estar con la persona a la que uno ama, hay tormentas que asustan las entrañas y otras que invitan a buscar refugio.
Por eso, cuando esta semana escuché tantas conjeturas tras los muertos por la tormenta, me quedé pensando. La muerte es triste, vaya que sí. Y la muerte de un chico mucho más. Pero yo admiro, tal vez mis miedos de niño tengan que ver con esto, a todos aquellos que capean las tormentas mientras otros huimos a buscar refugio.
Pero vamos, que para eso está el destino. Está el destino suyo y está el destino mío. “Que nadie muere en la víspera”, como dijo mi abuelita, cuando su capitán se le piantó en el último infarto mientras dormía una tarde en día de Reyes. Sí, así murió mi abuelo el marino. Atado a su cama… pero soñando sus mares.
Lo más fuerte que le escuché decir a mi abuela fue la frase… “que lo parta un rayo”. Si, parece poca cosa en tiempos donde las malas palabras son moneda corriente, y conste que digo moneda corriente y no “billete de cien pesos” porque esos ya no son tan corrientes y hay que ir a buscarlos a Brasil porque la Argentina potencia no puede siquiera imprimir su propio papel moneda. Digo, en estos tiempos en que hasta las palabrotas están devaluadas por culpa de tanto desborde verbal sin mucha consistencia, echar una maldición por el estilo ya no ofende a nadie.
Claro que los tiempos cambiaron… “los tiempos no”, me retaba una tía con alma de maestra ciruela, los tiempos no cambian, cambian los Hombres. Y hablando de palabras y de otros tiempos y de críticas a los desbordes verbales sin consistencia, esta semana murió la gran María Elena Walsh. Sí, la de la canción de Manuelita, la tortuga que vivía en Pehuajó, pero también la de la canción de “Como la Cigarra”, que como protesta velada escribió la Walsh con cerebro allá por 1.972, cuando Argentina se partía en mil pedazos.
Repasar las canciones de María Elena Walsh es repasar también la infancia de muchas generaciones de argentinos que crecimos cantando su poesía en el jardín de infantes o en casa. Tantas canciones que nos llevan invariablemente a nuestra infancia de la mano de una poesía sin tiempo. Admiré siempre ese talento de decir tanto con palabras tan sencillas. María Elena, juglar de infancias sin tiempo. Ejemplo del decir impecable con palabras impecables. Maria Elena, la de la metáfora de Manuelita, la tortuga que buscando la belleza del afuera partió un día de su Pehuajó y se fue a embellecer a París pensando que su tortugo no la querría vieja. Tantos años tardó Manuelita en volver, tantos, que se volvió a arrugar… y volvió vieja, a los brazos del amor que la esperaba.
De todas maneras yo elijo Serenata para le tierra de uno. Es la canción que encierra todo lo que yo tal vez quise contar en esta nota: “Porque el idioma de infancia - es un secreto entre los dos, - porque le diste reparo - al desarraigo de mi corazón. - Por tus antiguas rebeldías - y por la edad de tu dolor, - por tu esperanza interminable, mi amor, - yo quiero vivir en vos…”
Sí, elijo esta poesía de María Elena. Porque estoy convencido que la verdadera tierra de uno, como decía el poeta… es nuestra infancia. Y que el único temporal imposible de capear… es el tiempo. Apenas, si nos ayudan un poco los recuerdos.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguí Sangrando por la herida del orto.

Anónimo dijo...

Seguí sangrando por la herida del orto

Anónimo dijo...

Palmeta, ¡viste que siempre me acuerdo de vos!. En realidad me acuerdo siempre de unos cuantos fachos hijos de putas, pero de vos especialmente.
¿Lo vista al "Papu" D'ángelo Rodriguez en Página 12?

Anónimo dijo...

El Planeta de los simios

Por Horacio Verbitsky


La organización sadomasoquista que preside la señora Cecilia P. de Mercado avanza en su tenaz propósito de emular las conductas observadas en los primates de la especie homo sapiens. Para ello fundó una asociación civil que remeda las prácticas de los organismos defensores de los derechos humanos, pero a favor de sus violadores, a quienes considera “presos políticos” que cumplieron un sagrado deber patriótico y por cuya libertad pidió en la Plaza de Mayo y en los tribunales. Luego editó durante algunos meses una revista, “B1”, que llamaba madres de terroristas a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y la “presidenta peronista” a Isabel Martínez. También identificaba a los gobiernos de los presidentes Néstor Kirchner y CFK con organizaciones políticas y armadas que dejaron de existir hace tres décadas, cuando el 70 por ciento de los argentinos de hoy no habían nacido o eran niños pequeños. Por último descubrió que el humor también puede ser voluntario y lanzó otra revista que en su título y diagramación se propuso copiar a la excelsa “Barcelona”. El director de ambas publicaciones marciales es el ex carapintada José Luis D’Angelo Rodríguez, indultado por el ex presidente Carlos Menem. Pero sus chacotas de cuartel no despertaron entusiasmo en el sofisticado público porteño, de modo que los sadomasos agotaron sus recursos y ahora buscan fondos para imprimir un nuevo número. Se conforman con su exhibición en kioscos, si fuera posible cerca de su admirado modelo. También les tienta imitar al personaje de Diego Capusotto, Bombita Rodríguez, pero en un libro de chistes. Para ello están pidiendo contribuciones a sus amigos de la Corporación de Abogados Católicos, que depende del Episcopado, y de su apéndice para tareas sucias denominado “Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia”, integrado por dirigentes de FORES y del Colegio de Abogados de la calle Montevideo, representantes de grandes empresas trasnacionales, ex funcionarios de la dictadura, partícipes en los alzamientos armados contra los gobiernos constitucionales y familiares de algunos detenidos por los delitos cuyo juzgamiento impugnan. Las donaciones deben depositarse en la cuenta del esposo de la señora P. de Mercado en el Banco de Galicia. Es un avance civilizatorio que los reverentes de la capucha y la picana intenten la expresión del pensamiento por medio de la palabra e intenten reproducir la cadencia del lenguaje jurídico. Sigan participando, que esto lleva tiempo pero se aprenden cosas buenas. Una ayudita: escribir con el pie derecho es muy difícil, prueben sin la bota.

Anónimo dijo...

El Planeta de los simios

Por Horacio Verbitsky


La organización sadomasoquista que preside la señora Cecilia P. de Mercado avanza en su tenaz propósito de emular las conductas observadas en los primates de la especie homo sapiens. Para ello fundó una asociación civil que remeda las prácticas de los organismos defensores de los derechos humanos, pero a favor de sus violadores, a quienes considera “presos políticos” que cumplieron un sagrado deber patriótico y por cuya libertad pidió en la Plaza de Mayo y en los tribunales. Luego editó durante algunos meses una revista, “B1”, que llamaba madres de terroristas a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y la “presidenta peronista” a Isabel Martínez. También identificaba a los gobiernos de los presidentes Néstor Kirchner y CFK con organizaciones políticas y armadas que dejaron de existir hace tres décadas, cuando el 70 por ciento de los argentinos de hoy no habían nacido o eran niños pequeños. Por último descubrió que el humor también puede ser voluntario y lanzó otra revista que en su título y diagramación se propuso copiar a la excelsa “Barcelona”. El director de ambas publicaciones marciales es el ex carapintada José Luis D’Angelo Rodríguez, indultado por el ex presidente Carlos Menem. Pero sus chacotas de cuartel no despertaron entusiasmo en el sofisticado público porteño, de modo que los sadomasos agotaron sus recursos y ahora buscan fondos para imprimir un nuevo número. Se conforman con su exhibición en kioscos, si fuera posible cerca de su admirado modelo. También les tienta imitar al personaje de Diego Capusotto, Bombita Rodríguez, pero en un libro de chistes. Para ello están pidiendo contribuciones a sus amigos de la Corporación de Abogados Católicos, que depende del Episcopado, y de su apéndice para tareas sucias denominado “Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia”, integrado por dirigentes de FORES y del Colegio de Abogados de la calle Montevideo, representantes de grandes empresas trasnacionales, ex funcionarios de la dictadura, partícipes en los alzamientos armados contra los gobiernos constitucionales y familiares de algunos detenidos por los delitos cuyo juzgamiento impugnan. Las donaciones deben depositarse en la cuenta del esposo de la señora P. de Mercado en el Banco de Galicia. Es un avance civilizatorio que los reverentes de la capucha y la picana intenten la expresión del pensamiento por medio de la palabra e intenten reproducir la cadencia del lenguaje jurídico. Sigan participando, que esto lleva tiempo pero se aprenden cosas buenas. Una ayudita: escribir con el pie derecho es muy difícil, prueben sin la bota.

Anónimo dijo...

Querido sobrino Hracio

Tus palabras me han desatado una tormenta en el corazon pero de emocion,
llenandose mis ojos de lagrimas y mi alma de amor,describes todo tal cual,y tu sabiduria se noto desde aquellos años
gracias,por tanta vida que vuelve a mi mente ,y la encantadora voz de mi hermana Malena,pintan un cuadro , en el que el capitan estara en su camarote disfrutando todo lo que tu le regalates
Gracias ;Horacio eres especial,TE Queremos

Anónimo dijo...

Querido sobrino Horacio

Tus palabras me han desatado una tormenta en el corazon pero de emocion,
llenandose mis ojos de lagrimas y mi alma de amor,describes todo tal cual,y tu sabiduria se noto desde aquellos años
gracias,por tanta vida que vuelve a mi mente ,y la encantadora voz de mi hermana Malena,pintan un cuadro , en el que el capitan estara en su camarote disfrutando todo lo que tu le regalastes
Gracias ;Horacio eres especial,TE Queremos

Anónimo dijo...

LINDA GENTE!, LES ROBARON LOS NIÑOS A LOS ZURDOS PARA QUE NO CRECIERAN CON ESAS IDEAS... DIGO YO, LOS HABRAN EDUCADO COMO LOS JULIA, LOS MIRET, LOS NOBLE... ES DECIR, ME CAGO EN LA JUSTICIA, EN LA HONRADEZ, EN LA MORAL, EN DIOS, EN LA PATRIA, EN LA FAMILIA... PERO ESO SI, SOY DE DERECHA EPA! ... "ME DIJERON QUE EN EL REINO DEL REVES..."

Anónimo dijo...

Querido Amigo Palma: su abuelo debe haber sido una gran persona, me alegra leer a un nieto que recuerda con ese cariño inmenso a su querido nono. Lo felicito por los sentimientos.

No le haga caso a los intolerantes de siempre. Se les viene la noche y están desesperados buscando una salida para no ser "colgados" por el pueblo en la Plaza de Mayo.

No entremos en su juego, que expliquen todo lo que tiene mal olor a su alrededor: la droga, la corrupción, los negociados, las muertes mafiosas, los apretes a la prensa y periodistas, los juicios como "chivos emisarios" a las FF.AA. y FF.AA., los fondos de Santa Cruz, las valijas de Antonini Wilson, los negociados de los amigos en el juego, en las licitaciones del estado, los subsidios, otra vez la droga... tienen tanto que explicar que ya con la mentira no les alcanza.

Qué oscuro está el horizonte! Nubarrones de miedo que le dicen...