sábado, 11 de diciembre de 2010

Todas las manos... TODAS!!


Qué triste que seamos tan… imbéciles. Qué pena que no tengamos ni siquiera los reflejos, no digo para dar batalla (que ya eso sería un milagro) sino que digo ni siquiera los reflejos para gritar una protesta.

Qué lástima que a los argentinos nunca nos salga clara la voz para decir BASTA.
Nos vamos en amagues, preparamos un grito furioso, y terminamos exhalando un “y bue!!”
Nos ganaron la voluntad. Nos corrieron con el discurso.
Claro, también es cierto que a muchos los compraron con dos pesos.
A ese precio compran los horribles, las voluntades fáciles de los impresentables.
Argenmuda. Argenquieta. Argenfofa. Argenjoda. Póngale el título que quiera a este país que es Nación desgarrada. Que es pueblo partido en mil pedazos. Que es Patria en jirones.
Durante un año viví en la ciudad de Encarnación, en el hermano país del Paraguay. No le voy a contar lo que usted ya sabe, de los motes con que los hermanos paraguayos nos tildan mientras hablan escondidos en un guaraní cerrado. Apenas quiero contar lo que siempre me quedó grabado, el consejo de un Escribano de la ciudad paraguaya, en cuya oficina tuve que hacer un trámite. Hacía apenas una semana que me había instalado en aquella ciudad cuando el escribano me dijo con indubitable seriedad: “Ande con cuidado, los kurepas no son queridos en esto pagos”.
Claro que es fácil en estos momentos correr al que opina distinto, con la vaina de la xenofobia. Pero yo me niego a ser tan estúpido como para quedarme callado ante el discurso fácil del que por todo argumento me grita: ¡racista!
El mundo nos puede tildar de muchas de cosas a los argentinos, y casi siempre con razón… pero nunca pueden decirnos racistas. Paraguayos, chilenos, bolivianos, uruguayos, peruanos todos, desde sus presidentes hasta el último de los ciudadanos, tendrían hacer la boca a un lado antes de tildarnos de racistas.
Por esa misma razón a los argentinos no nos pueden señalar con el dedo y podemos hablar con total autoridad moral sobre estos temas, porque nuestro país se hizo grande con el esfuerzo de los inmigrantes, a los que siempre les abrimos las puertas de par en par.
Porque este país no siempre fue así de chiquitito. No señor. Este país un día fue grande y fue PATRIA con mayúsculas y fue NACIÓN con todas las letras.
¿Qué cambió entonces?... ¿qué nos llevó barranca abajo?
Claro que Argentina se hizo grande codo a codo con los inmigrantes. Pero es un despropósito comparar a los colonos judíos, por ejemplo, con los inmigrantes que vienen a usurpar un espacio público y, a caballo de ese delito, exigirle al Estado argentino una vida digna. ¿Desde cuándo Argentina tiene obligación de ser Ministerio de Acción Social de Sudamérica?
El gobierno y sus laderos no deben tomarnos por idiotas. Saben que la mayoría de los argentinos que criticamos estas acciones delictivas como las de Villa Soldati en la Ciudad de Buenos Aires, no cuestionamos a los quinteros bolivianos que trabajan doce horas, ni a los albañiles paraguayos que agachan todo el santo día el lomo para salir adelante.
¡No señor!... nos quejamos de otra cosa.
Yo estoy convencido que fue la cultura del trabajo y la mística del esfuerzo de los primeros inmigrantes lo que llevó a nuestro país a ser una esperanza para el mundo. Tan convencido como que, cuando dejamos aquella cultura de lado y la cambiamos por el asistencialismo demagógico de una casta de corruptos dirigentes, el país se hizo añicos.
Uno puede ser un país abierto a la inmigración, como siempre lo ha sido Argentina, pero eso no significa que las políticas de inmigración no deban ser reguladas.
Todos los países del mundo toman su política migratoria con seriedad, y no siempre lo hacen por aversión al inmigrante. Un aluvión de inmigrantes sin control, impacta fuertemente en la vida y en la economía de cualquier sociedad. Salud, vivienda, educación, trabajo, seguridad… todo eso, más un impacto fuerte en lo social produce el ingreso descontrolado de inmigrantes. Son efectos muy importantes como para que la política inmigratoria del Estado sea un “dejar hacer dejar pasar”, o un encogerse de hombros y que se arreglen los demás.
La misma Hebe de Bonafini, propietaria del discurso oficial, ha tenido varios entuertos con comunidades de inmigrantes. Los trató de “hijos de puta”, cuando un grupo de bolivianos intentaban protestar en Plaza de Mayo y ningún funcionario levantó su dedito.
Casi todos los hospitales públicos de Buenos Aires y del conurbano, están al límite de su capacidad. En ellos, argentinos e inmigrantes (con o sin papeles), pugnan por turnos y camas a brazo partido. Miles y miles de inmigrantes viven en villas de emergencia sin pagar luz, reciben subsidios estatales para vivienda y comida.
Hablar de esto y tomar cartas en el asunto, no es de ningún modo un discurso “xenófobo”, sino que más bien es pensar el país con inteligencia.
Nos gobierna un grupo de gente que ha quedado atrapada en la trampa de su discurso. Por eso siempre queda inmóvil ante el menor atisbo de desorden, que en Villa Soldati comenzó con delito grave. El gobierno tiene el discurso tergiversado. Y entonces confunde orden con reprimir ilegalmente. Conclusión: no hace nada. Y en ese limbo de no hacer nada por parte del Estado, la gente se mata entre sí.
Qué cosa, llevábamos una semana abrumados por declaraciones presidenciales que hablaban de un país maravilloso. Y resulta que un día, sentados en el “mejor país del mundo”, que crece y crece sin parar, el país de los campeones de los derechos humanos, dirigido por los enviados del cielo desde hace siete años, y de repente nos estalla la trágica realidad en nuestras propias narices. Como un hechizo que termina abruptamente.
Un grupo de inmigrantes y argentinos se apropia de un espacio público, lo lotea en las narices de todos, resisten a la policía… el final de la historia la sabemos todos. Los delincuentes protegidos, y la policía pagando los platos rotos. Y por el absurdo temor al orden, el Estado se retira a cuarteles de invierno. La política del avestruz.
Hace 150 años, un grupo de argentinos pensó una Patria y la resumió así: “Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia…”.
Releo el Preámbulo y veo esta Argentina… somos el reflejo de nuestra propia impotencia. Casi casi un Estado fallido. Nos vamos en palabras.
Muchas veces he buscado una imagen del país que quiero. Mire lo que son las cosas, este viernes la encontré en la fiesta de jardín de infantes de mi hijo más chico… todas la manos, en una sola bandera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Palmeta... se te olvidó una o varias denominaciones:

ARGENMIERDA = ARGENK!

Anónimo dijo...

DEBERIA PREGUNTARSE QUIEN GENERO ESTO, YO VIVO EN EL CONURBANO AL SUR Y NOS TENEMOS QUE LIMPIAR LOS TERRENOS PORQUE EL SR MACRI SE OLVIDO DE LA ZONA, SOMOS CIUDADANOS DE SEGUNDA PARA EL, AUNQUE PAGUEMOS NUESTROS IMPUESTOS COMO BARRIO "RESIDENCIAL" EN MEDIO DE LA BASURA. LA METROPOLITANA ES PARA LOS BARRIOS DONDE EL Y SU "CLASE SOCIAL" VIVEN, ESO SI, TIENEN UNOS CUANTOS HACIENDO INFRACCIONES PARA RECAUDAR, SOLO QUE A LOS "PLAZA" PROPIEDAD DE SU FAMILIA LOS DEJAN HACER CUALQUIERA.TIENE SUS LINDOS NEGOCIADOS INMOBILIARIOS, Y LOS AWADA CON TALLERES CLANDESTINOS DONDE TRABAJAN EXTRANJEROS EN NEGRO. PERO NINGUN MEDIO CORPORATIVO LO DICE, NI SIQUIERA EL OFICIAL, LO PRESERVAN, AUNQUE TODOS SABEN COMO NOSOTROS QUE EN VEZ DE LAS AAA, ES LAS 3 III, INOPERANTE, INUTIL E INCOMPETENTE.