María Matilde Ollier
Para LA NACION
Para LA NACION
Domingo 31 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa
El ex presidente Néstor Kirchner fue el autor del retorno, a la escena nacional, del setentismo bajo la forma de un relato. Instalar el setentismo como tal, en la dinámica política argentina, hubiese sido una misión imposible. Imposible, primero y principalmente porque los militantes de las distintas posiciones contestatarias de aquellos años daban sentido a su quehacer revolucionario sobre la base de dos creencias. La primera argumentaba que el cambio social "verdadero" -no la reforma- sólo era posible a través de la vía violenta, y ésta, con variantes, se resumía en dos: la insurrección de las masas con el posterior asalto al Estado y la guerra popular prolongada. La segunda creencia se fundaba en un porvenir ineludible, escrito en la historia: acabar con la propiedad privada de los medios de producción; esto es empujar la caída del capitalismo, que de todos modos tenía sus días contados. Las dos creencias subyacían unidas en la pasión que alimentaba la militancia de miles de jóvenes: la derrota del modo de producción capitalista y su reemplazo por otro de naturaleza socialista únicamente era posible a través de la toma del poder por el camino de la violencia. Esta concepción del cambio social encontró en las organizaciones armadas peronistas, y no peronistas, el grado más alto de visibilidad y masividad que pudieron haber sustentado ambas creencias.
A su vez, semejante perspectiva de transformación descreía de la democracia al negarle dos de sus capacidades: permitir la expresión de los conflictos existentes en toda sociedad heterogénea (permiso que los autoritarismos no conceden) y promover su resolución por la vía pacífica. La conjunción de ambas habilidades ha hecho de la democracia un régimen político difícil de vencer, como lo prueba el fracaso de los totalitarismos de izquierda y de derecha y las distintas dictaduras que asolaron el planeta.
Es evidente que el setentismo oficial de hoy no piensa en ejercer la violencia para cambiar las relaciones de propiedad. De modo que la invocación del setentismo es, ni más ni menos, el retorno de un relato. ¿Nostalgias por un pasado de utopías irremediablemente perdidas? ¿Decepción de la democracia realmente existente y pocos deseos de sacrificarse para mejorarla? ¿Sentimiento decadentista de pensar que hubo un tiempo pasado que fue mejor? Me arriesgo a pensar que para muchos de la generación de los años setenta ésta fue una buena ocasión para "volver a los 17". Para otros seguramente jugó un papel clave la posibilidad de reconciliarse con el peronismo, esa experiencia política inexplicable que pendía sobre sus cabezas como una cuchilla siempre dispuesta a caer para cortarlos y separarlos de "lo popular", recordándoles una y otra vez su distancia insalvable con el pueblo argentino.
Durante dos décadas me dediqué a investigar el problema de la violencia política en la Argentina. Y puedo escribir con tranquilidad que la militancia setentista terminó. Aquellos ideales que motorizaron a tantos jóvenes en el mundo se mostraron irreconciliables con la metodología que pretendía su realización. Como parte de esos estudios reconstruí diversas historias de vida de militantes de la izquierda revolucionaria. Pese a las dudas mantenidas por algunos de ellos sobre las alternativas del capitalismo para convertirse en un sistema más justo de distribución de la riqueza y sobre las posibilidades de un mayor despliegue y profundización de la democracia, he recogido testimonios implacables en sus críticas hacia ese pasado. Ellas van desde el universo de ideas que motorizaba la acción (incluso haber pensado que una revolución socialista era posible en la Argentina), la subordinación de la vida privada a la vida política y las angustias por el ejercicio de la violencia hasta la irresponsabilidad de las conducciones frente al terrorismo de Estado y los errores cometidos. A esos errores también se refirió Néstor Kirchner en el discurso de asunción a la presidencia: "Soñé toda mi vida que éste, nuestro país, se podía cambiar para bien. Llegamos sin rencores pero con memoria. Memoria no sólo de los errores y horrores del otro. Sino también memoria sobre nuestras propias equivocaciones."
El retorno de un relato ha retrasado el tiempo del pensamiento innovador y de la acción transformadora y ha evitado los debates sobre los cambios capaces de mejorar, de manera permanente, la calidad de vida de los más humildes. La Argentina continúa así su larga decadencia expresada en el deterioro de la escuela pública, en los cordones de pobreza que rodean las grandes ciudades, en las miserias que afectan a las poblaciones rurales, en la regresiva distribución del ingreso y en la débil institucionalización que persiste luego de 25 años de democracia.
Necesitamos al menos un sueño que nos envuelva en un destino común. Tal vez la partida de Mariano Ferreyra y la de Néstor Kirchner, dos generaciones y dos pensamientos diferentes, nos convoquen a sentir que la muerte de cualquier ser humano me disminuye porque soy parte de la Humanidad. Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas, las campanas están doblando por ti.
© LA NACION
La autora es doctora en C. Política por la Universidad de Notre Dame.
5 comentarios:
Varias cosas: Mas alla de que los quieras o no, se muerio y los juicios siguen. No se frenaron. No van a parar.
no fue Kirchener el que tildo de genocidas a los granaderos que portaban el cajon. Fueron varios comentaristas de esta página qeu pusieron "viste, al final los genocidas cargaron tu cajon" separada la paja del trigo, me arriesfgo a decir que es la escolta presidencial la que cargo al igual qeu con alfonsín con los restos de un ex presidente. Ustedes sigan habalando de una mayoria silenciosa que quiere otra cosa. Porque cada vez que lo dicen en la calle aparece una mayoriqa bulliciosa que los contradice brutalmente.
Pobres granaderos, demasiado jovenes para haber participado de la represión ilegal tildados por quienes supuestamente los defienden de un supuesto ataque de genocidas. Ah claro, me olvidaba, ustedes estan enojados porque la institucion no hace nada por los "presos políticos"...Mientras Pando y tres mujeres se dedican a armar bardo en el ministerio de defenza, el pueblo salio de nuevo a la calle, como en el bicentenario, como cada 24 de marzo a contradecirlos.
Igual los entiendo, debe ser duro ir al velatorio de Galtieri y que solo haya un puñado de gente. Debe ser duro ir al velatorio de Bernardo y que solo queden los amigos, debe ser duro ver el sepelio de Alvaro Alsogaray y que la nota sean las esposas de su hija presa por corrupta. Debe ser duro saber que cuando Videla muera, nadie va a salir a la calle a saludar su cajon. Quiero ver cuanta gente junta el velorio de Martinez de hoz.
Hace un mes festejàbamos còmo sacaban a 33 de un pozo. Hoy nos alegramos de còmo metieron a èste en un pozo!!. Què mediocres los argentinos por dios!!
Futurama.... me gusta ver al pueblo tan imbècil. Me hace bien.... venerando a quienes han robado millones del estado. Adulando al rey que gastó varios millones solo para ir y venir tres días de la estancia a la capital... todos enjoyados en cientos de miles de dólares, mientras afueran gritaban socialismo y justicia social...y gobierno popular....ajajajajajaj
Palmeta...¡seguí sangrando por la herida del orto!
Por favor ingresen en el siguiente link:
C:\Documents and Settings\User\A Kirchner lo mató el miedo.htm
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