HOY... CIRKO!!

Bocinas y ruidos por entre las ventanas abiertas de casa. La madrugada de invierno de hoy parece una madrugada prestada de enero. Carga tanta humedad el ambiente, que todas las cosas aparecen pegajosas, como barnizadas con miel.

Si viviera mi abuela, seguramente diría que este es el famoso “veranito de San Juan”. Era la explicación de ella para estos días incomprensiblemente calurosos de invierno.

Un poco de silencio en la madrugada profunda que se cuela por entre la ventana, y luego otra vez un grupo de gente que pasa bulliciosa haciendo tronar cornetas y silbatos al grito de Argentina.

Es un sábado más, pero no es un sábado más.

Hoy al mediodía juega la Selección de Fútbol, y las calles andan alborotadas de gentes afiebradas de eso. De fútbol.

No se habla de otra cosa. La vigilia es celeste y blanca y celeste.

¿Qué hago a las tres y media de la mañana de un sábado escribiendo frente a la compu!!?, me pregunta así, textual, con signos de asombro, un amigo que trasnocha por el mismo motivo que yo.

Mi amigo me ha escrito la pregunta por alguno de los chat que tengo abiertos en la computadora. Ah sí, porque los tiempos no cambian en vano… no, no. Uno vive ahora sumergido (los de mi edad ya no nadamos, ni siquiera flotamos) en las aguas de la tecnología, que nos permite estar conectados “on line” con un millón de personas al mismo tiempo. Familiares, amigos, conocidos… y una mayoría de gente desconocida y que seguramente no conoceremos nunca más allá de un chat. Y no voy a criticar el asunto porque a mí esto de estar conectado me ha servido y mucho. Y me gusta… y mucho. Y me divierte… y mucho.

Decía que el amigo que me pregunta con asombro sobre mi nocturnidad de sábado por la madrugada, anda en las mismas que yo. Los dos dormíamos plácidamente hasta hace un rato, y cuando digo hasta hace un rato, quiero decir hasta las tres de la mañana, hora en que nos llamó el deber de padres.

Yo dormía en esa profunda serenidad que nos suele prestar la tranquilidad de conciencia, cuando de pronto sonó el teléfono celular en la mesa de luz que, curiosamente, hace años que no tiene luz.

Sonido de mensaje de texto. Tanteo con una mano la mesa de luz buscando el aparato que vibra y baila sobre la madera lustrada, y con la otra busco desesperadamente los anteojos. Listo. Leo: “Pá… me podés venir a buscar? tk+”.

Sí señor, he aquí otro de los nuevos símbolos de la modernidad en su esplendor. Una hija que reclama desde un lugar remoto, a través de un mensaje en una pantalla.

Y allá va el hombre hecho padre, entre rezongones resoplidos al rescate de cada fin de semana.

Sonrío, que si estuviera mi abuelita, sí!!, la misma del veranito de San Juan, me diría que “sarna con gusto no pica mijito”.

Me levanto. Ando en la penumbra para no despertar a nadie, me visto de memoria. Vestirse de memoria significa, sobre todo para un hombre, recordar dónde dejó tirada la ropa que se sacó anoche y ponérsela, en lo posible, del derecho.

Y ya vestido me lanzo a la calle a buscar a mi hija.

Efectivamente, un vaho de verano pegajoso inunda las calles de invierno. Esta noche es invierno sólo en el almanaque.

La ciudad que no descansa, o para mejor decir, la ciudad que trabaja mientras la mayoría descansa, anda ya desde tempranito en clima festivo.

Varios grupos de chicos van o vienen de alguna fiesta… casi todos llevan algo celeste y blanco. Los diarios recién salidos, que esperan los lectores apilados en las veredas, anuncian todos lo mismo: Fútbol.

Es que hoy juega Argentina y no se habla de otra cosa. Ya ganó agónicamente Uruguay en un partido salido de algún cuento del Negro Fontanarrosa. Más adelante nos enteraremos cuántos infartos provocó ese partido, al otro lado del Río de la Plata.

Ya perdió Brasil… para regocijo de muchos argentinos con la sangre en el “ojiño”

Y hoy le toca a la selección de nuestro país.

Así que no le pidamos hoy al país otra cosa que no sea fútbol.

El que hable hoy de otra cosa es un “desubicado”. Un extraterrestre. Que a la hora del partido se para el país. ¿No me cree?, pues haga la prueba. Espere el pitazo inicial del árbitro que el domingo alguien defenestrará, e intente encontrar a alguien en la calle. Hacer un trámite o comprar algo. O cargar combustible.

Sí, va a poder, pero el que lo atienda lo va a mirar con cara de pocos de amigos. Le va a preguntar si no es argentino, y lo va a atender de mala gana porque por culpa suya él se está perdiendo el partido.

Son pasiones, y las pasiones no se explican. Somos así. Lo toma o lo deja. Pero no joda.

Los diarios hablan de denuncias de una embajada argentina paralela en Venezuela, y de un ex embajador que denuncia una corrupción escandalosa que Néstor Kirchner no podía desconocer.

Las noticias cuentan historias de lavado de dinero en los aportes a la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner, a través de empresas vendedoras de medicamentos.

Hebe de Bonafini vomita su veneno como todos los días, eso no es curioso. Lo curioso es que esta vez la acérrima defensora de terroristas, la ha emprendido contra las Abuelas de Plaza de Mayo.

En otro de los diarios, extensamente explican el papelón en el que se vieron involucrados la justicia, el Estado Nacional, las Abuelas de Plaza de Mayo, el Banco Nacional de datos Genéticos y los hijos de la dueña del grupo Clarín. Es que después de un operativo judicial y policial de película, donde les secuestraron a los hijos de Ernestina Herrera de Noble las prendas íntimas que llevaban puestas, tres semana más tarde, el Banco Nacional de datos Genéticos anunció que las muestras están contaminadas. Un bochorno, aunque común en un organismo sospechado de parcialidad manifiesta.

Una de las noticias de tapa hoy, dice que el Gobierno de Cristina presiona a los Senadores de la Nación para que aprueben la ley de casamiento entre homosexuales. Afirma que los Kirchner están en esta batalla para ganarle la pulseada al Cardenal Bergoglio…

Pero no… hoy nada importa más que el fútbol. Y nada ni nadie podrá hacernos hablar a los argentinos de otra cosa. Es la vieja metáfora del pan y del circo. Y hoy, nosotros no queremos otra cosa que circo.

“No solo de pan vive el hombre.” Es verdad… pero ojito con quejarnos mañana, cuando nos “pique el bagre”.