miércoles, 30 de junio de 2010

Un 30 junio de 1969... Rodolfo Walsh organizó el asesinato de Augusto Vandor


“OPERACIÓN JUDAS”

ASESINATO DEL DIRIGENTE OBRERO PERONISTA, AUGUSTO TIMOTEO VANDOR, SECRETARIO GENERAL DE LA UNIÓN OBRERA METALÚRGICA

Por Prensa Nacional Alternativa


Augusto Timoteo Vandor, El Lobo, ex suboficial de la Armada Argentina, nacido en 1923 en Bovril, un pueblo entrerriano donde se aquerenció don Roberto Vandor -y su esposa Alberta-, un labriego francés de ascendencia holandesa. Gran parte de los seis años que pasó como suboficial en la Marina de Guerra transcurrió a bordo del duro celibato en un rastreador (el Comodoro Py). El general Perón llevaba ya un año de mandato cuando El Lobo pidió la baja como cabo primero maquinista (1947).

Tres años después aparece en el plantel obrero de la fábrica Phillips, del porteño barrio de Saavedra y a la vera de la avenida General Paz. Fue allí donde conoció a Elida María Curone, su esposa desde 1963. Para entonces ya era un líder al nuevo estilo, negociador y poderoso. Ya en 1954 había comandado una huelga por mejoras salariales y logrado superar las primeras rencillas internas que resuelve en su favor. Ya estaba en la Unión Obrera Metalúrgica de la República Argentina. La legendaria UOM.

A la caída del peronismo, en las jornadas de septiembre de 1955, la Revolución Libertadora decide su encarcelamiento por seis meses y lo despiden de la Philips. Pero cargado ya con los primeros sinsabores, y de un instinto que le envidiaron quienes le disputaron su poca discutida conducción, creció en un par de años: el poder sindical de Vandor se afianzó desde 1958 (se asegura que conoció entonces a Perón en su exilio de Ciudad Trujillo). Pero, cuando le pareció necesario, desobedeció a su líder en el exilio de Puerta de Hierro, especialmente para el caso de alguna elección de la que esperaba beneficiarse. Aprendió a negociar con empresarios y militares y armó estrategias cambiantes y casi siempre destinadas a conseguir poder o para conservarlo y volcarlo al Movimiento Obrero y a su gremio.

Todo ello hizo de este dirigente sindical de la entonces poderosa Unión Obrera Metalúrgica (UOM) un objeto del deseo. De unos de acercarse y de otros de eliminarlo por suponerlo una obstrucción al regreso del general Perón a su Patria. En esos años la ortodoxia peronista recalaba en gremios como el SMATA (donde operaban grupos juveniles de la resistencia para los cuales la ultima ratio era la eliminación física del Lobo y se contaban anécdotas de mercenarios que cuando estaban por jalar el gatillo aparecía el enviado del dirigente metalúrgico que lo compraba con unos pesos o un puestito de colaborador en alguna seccional). La contrafigura era José Alonso del Vestido (también asesinado por la misma banda armada) que llegó a conformar las 62 Organizaciones de Pie junto a Perón y simbolizaba en extremo la lealtad. Evidentemente muchas de estas opciones de la interna gremial peronista eran relativas y el tiempo les dio la razón. Nadie era tan traidor ni tampoco nadie era tan leal. Era una época muy difícil y dura, en donde todo el peso de la Resistencia Peronista lo llevaba el Movimiento Obrero. Los políticos del peronismo (que habían usufructuado del régimen más que nadie, estaban borrados, dedicados a limpiarse de haber sido partícipes de esa etapa de la vida nacional).

Perón desde su exilio implementaba distintas estrategias para una guerra prolongada y era sostenido económicamente por muchas organizaciones obreras de nuestro país.

El entrismo una nueva forma de infiltración

En el peronismo persistían distintos sectores y algunos tenían muy poco destino. Uno de ellos era el de los izquierdistas que contaban con los que, desde estructuras políticas tradicionales del marxismo querían poner en práctica el llamado entrismo. O sea la infiltración en el peronismo para ser ellos la vanguardia esclarecida que los conduzca a la revolución. Obviamente eran una minoría descalificada. No podían hacer pie en una fábrica, no poseían componentes obreros. Eran todos seudo intelectuales trasnochados. De vez en cuando recibían aliento de ex conservadores y oligarcas como John Willian Cooke, luego devenido en miliciano de la guerrilla marxista leninista de Fidel Castro. Naturalmente estos personajes no tenían consenso en el pueblo peronista.

El movimiento obrero es dinámico y las permanentes pujas de poder lo llevaron a favorecer distintas líneas. Así fue como apareció de la mano de las nuevas tendencias que hacían pie en la Iglesia Católica, grupos cristiano-marxista que imaginaban el libreto político a gremialistas como Raymundo Ongaro o Ricardo De Luca. Sus nombres: Rogelio Pajarito García Lupo (ex candidato frustrado a diputado en el 46 por la Unión Cívica Nacionalista), Rodolfo Walsh con un breve paso por la Alianza Libertadora Nacionalista y hermano de uno de los pilotos navales que bombardeó la plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 con un saldo de más de 250 muertos). Uno de los objetivos era tratar de destruir al Lobo Vandor y su obra gremial de cualquier manera. En un diario llamado de la CGT de los Argentinos se empezó a narrar una historia en capítulos que posteriormente se conocería como ¿Quién mató a Rosendo? Haciendo referencia y acusando a Vandor de haber asesinado al secretario general de la UOM Avellaneda, Rosendo García en la confitería La Real en 1966, pese a que la Justicia había sobreseído en forma definitiva al gremialista. Paradojas de la vida: en ese librito el futuro Jefe de la “inteligencia montonera” acusaba a Armando Cabo (padre de Dardo) de haber sido partícipe de la muerte de Rosendo García y gatillero en esa ocasión. Luego Cabo sería uno de los ejecutores del ‘Lobo’.

El vandorismo

Vandor había transitado por difíciles caminos pero jamás había traicionado a la base obrera de su gremio que era peronista y pese a que en su momento intentó hacer el peronismo sin Perón, terminó por entender que no tenía futuro lejos del líder. Y como buen entendedor fue y arregló con Perón e inmediatamente lo mataron… ¿qué significativo no? Cuando supuestamente traicionaba a Perón nadie conseguía llegar a él y matarlo y cuando volvía al redil y se ponía al servicio del Líder era cruelmente masacrado por un grupo en donde lo que menos predominaba era el peronismo militante, sino resentidos y antiperonistas, como el mencionado Walsh.

Los asesinos

El grupo que asesinó el 30 de junio de 1969 en la sede de su gremio a Augusto Timoteo Vandor se empezó a conformar un año antes. Su primer miembro fue el periodista y escritor (devenido luego en espía y terrorista) Rodolfo Walsh. Luego vino Raimundo Villaflor, Carlos Caride, Horacio Mendizábal. Una última incorporación fue el fundador del Movimiento Nueva Argentina (desprendimiento del Movimiento Nacionalista Tacuara), Dardo Cabo (a la sazón hijo de un gremialista vandorista: Armando Cabo). Para la operación se contó como grupo de apoyo a Eduardo De Gregorio, Roberto Cirilo Perdía y Norberto Habegger que operaban con el nombre de Los Descamisados.

La Operación Judas

Las primeras reuniones se llevaron a cabo en la sede de la CGT de los Argentinos en Paseo Colón 731. El planificador fue Rodolfo Walsh, (NG Profesor Neurus o Esteban) el fierrrerio (o sea las armas) lo obtuvo Caride y Mendizábal y los planos de la sede de la UOM, en La Rioja 1945, los hizo Dardo Cabo, quien había sido culata (guardaespaldas) del mismísimo Lobo Vandor (y en 1965 jefe de la custodia de Isabel Martínez de Perón que llegó al país para confrontar con el ‘Lobo’). Cabo confesaría años después que la planificación hasta en sus mínimos detalles las hizo Walsh, que tenía desde su antiperonismo un odio visceral hacia el Lobo. Cabo estuvo en la parte de acción directa.

El nombre operativo que adoptaron para la orga que operaría fue Ejercito Nacional Revolucionario. A posteriori asesinaron al dirigente del vestido José Alonso y consecutivamente junto con Los Descamisados se fusionaron en 1972 con la OPM Montoneros, pese a conocer el origen espurio de la banda nacida al amparo de la inteligencia militar del gobierno del general Juan Carlos Onganía, que había llevado a cabo el secuestro de Aramburu para culpar al peronismo y detener un inminente golpe del sector liberal. Los miembros de la banda mencionada no sobrevivieron los años duros que ya se vislumbraban, salvo Roberto Cirilo Perdía y Horacio Verbitsky (que hacia sus primeras armas como oficial de inteligencia a las órdenes de Walsh). Siempre es bueno recordar que este oscuro escritor hoy elevado a la categoría de anacoreta y penitente padre del periodismo independiente por la mersa culturosa, fue el que hizo la inteligencia para matar primero a Vandor luego a José Alonso y después a José Ignacio Rucci de los conocidos y muchos más sin tanto renombre.

Este es el relato de los asesinos en la revista El Descamisado n° 41, 26 de febrero de 1974, dirigida por Dardo Cabo (quién se inició en el periodismo en la revista Extra de Bernardo Neustadt, junto a Miguel Bonasso, otro integrante de la banda armada marxista). La nota se titulaba: Quienes y cómo mataron a Vandor en donde se elabora una versión periodística del hecho. Tratando de demostrar que dicho asesinato salió del Movimiento Peronista. Igual actitud habían tomado con el secuestro de Aramburu, asesinado por el onganiato y sus servicios y asumido por el grupito de imberbes que conformaron la banda montoneros:

“La tanga funcionó”

Para poder entrar habíamos armado un expediente judicial con los datos del juez y juzgado que entendían en la causa Salazar-Blajakis. Conseguimos los sellos, nombre, todo como el autentico. (Obviamente esto lo había conseguido El empleado judicial Horacio Mendizábal).

Cuando el portero abrió la puerta, uno de nosotros se hizo pasar por oficial de justicia, le mostró el expediente y preguntó por Vandor. esperen un momentito, dijo el portero. Le dije que no, que tenía que recibir el expediente y se le mostró una credencial de Tribunales. Como dudó, otro de nosotros sacó una credencial de la Policía Federal y dijo que era de Coordinación. Entonces abrió la puerta y preguntó por los otros tres. El de coordina respondió que venían todos juntos.

Entramos. Los ocasionales testigos estaban desarmados, nos tenían a los cinco adentro y nosotros les estábamos dando órdenes a ellos. La cosa se les había dado vuelta. Las metralletas las llevábamos debajo del brazo teníamos pilotos- y una en un maletín. Eran las 11.40 u 11.38.

El portero nos dice que tenemos que esperar a Vandor abajo. Pero nos imaginamos que iba a avisarle que estaba la cana y por eso lo empujamos hacia arriba mientras le contestamos que nos tiene que recibir. Se le pone la 45 en la cabeza y le decimos Vamos juntos. En ese momento se hace todo el despliegue.

Se reduce a las cuatros o cinco personas que estaban abajo. Eso lo hace uno. Otro se va hacia un pasillo que conducía al fondo, porque sabíamos que allí había gente y teníamos que controlar los teléfonos. Los otros tres suben arriba (sic), incluido el compañero que transportaba el maletín con los tres kilos de trotyl; cada uno llevaba un tipo fundamentalmente de escudo por si alguien tiraba de arriba. Hasta el momento nadie se enteraba de nada; había un pequeño revuelo abajo, pero como a esa hora siempre se trabajaba mucho no se percatan de lo que realmente sucede. A los reducidos de la planta baja se los pone panza abajo a un costado de la escalera y estaban en esa tarea cuando por una de las puertas apareció Victorio Calabró… No podía creer que le estaban poniendo un fierro en la cabeza, se quedó mudo, esa era su casa, ¿qué estaba pasando? Mudo, ni una palabra. La puerta de la calle estaba cerrada y la consigna era no abrir a nadie.

¿Dónde está Vandor?

Los tres de arriba le preguntaron al portero en qué lugar estaba Vandor. No sé, no sé…, decía todo el tiempo; no dijo nada fue el único tipo que se mantuvo en la suya.

Uno de los tres empezó a abrir cada puerta que encontraba; cada vez más oficinas y en todas gente que debía ser reducido. En la planta alta había dos especies de vestíbulos con bastante gente: unos treinta en total. A todos se los ponía contra la pared para que no nos junasen la cara, pero tuvimos mala leche, porque en casi todas las paredes de arriba había espejos y pudieron ver todo.

El primero seguía abriendo puertas buscándolo a Vandor y justo cuando se dirige a una que permanecía cerrada, se abre y aparece el Lobo, atraído quizás por las voces de mando que debe haber escuchado. Alcanzo a preguntar qué pasa y vio que lo apuntaba una pistola 45 a tres metros de distancia. Se avivó automáticamente de cómo venía la cosa porque levantó los brazos para cubrirse el pecho. Todo en una fracción de segundos. El compañero disparó y Vandor recibió dos impactos en pleno pecho. Al girar recibió otro debajo del brazo y cuando cae dos más en la espalda. Pero ya estaba muerto. Cayó adentro de la oficina de la que había salido y los pies asomaban por la puerta. Un tipo que andaba escondido adentro, a quien no habíamos visto, empezó a gritar mataron al Lobo, mataron al Lobo.

El compañero del maletín prendió la mecha de trotyl, ingresó a la oficina el cuerpo de Vandor estaba en la antesala- y puso la bomba debajo del escritorio de éste. No entre las piernas como después declaró el peronista Vitali que estaba allí. Eso no es cierto. La mecha del trotyl duraba cuatro minutos más o menos. A la gente que estaba reducida le dijimos que a partir de que nos fuéramos tenían tres minutos para desalojar el local porque iba a volar todo. Estaban todos muertos de miedo, el único que mantenía la lucidez era un viejito que tenía puesto un gabán de lana y respondía ante las instrucciones que dábamos.

Bajamos en orden. En la puerta había un grupo de personas que se presentaron como periodistas, pero desaparecieron apenas vieron armas. Jamás hicieron declaraciones, nunca supimos quienes eran. Nos fuimos hasta Rondeau y el auto seguía en marcha; habían pasado cuatro minutos”.

Hasta aquí parte del relato de los asesinos de este dirigente obrero peronista. No se conoce que ningún juez o fiscal de la época haya procesado o al menos llamado a declarar a estos tipos como el mencionado Rodolfo Walsh o Profesor Neurus al que hoy dan su nombre a cátedras, plazas, premios periodísticos, etc.

Como en el caso de José Alonso (asesinado por la misma banda armada) o de José Ignacio Rucci, siempre está presente el mismo siniestro personaje.

Cuando se cumple un nuevo aniversario de este cruel asesinato ni su gremio ni sector alguno del sindicalismo se acuerda del hecho. Es lamentable, pues algunos de los miserables que conservan el poder en la UOM, hoy se abrazan con los asesinos y deciden que “es mejor olvidar”.

Ante la mediocridad reinante en el campo del Movimiento Obrero Organizado queremos recordar a este dirigente que supo testimoniar su compromiso con los Trabajadores y la Patria con el sacrificio de su propia vida.


Fuente: www.peronvencealtiempo.com.ar

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustaría conseguir esa publicación.
Tiene un reportaje al gran antropólogo belga Leví-Strauss que se no fue hace poco nomás.

Anónimo dijo...

Y pensar que al hijo de puta de Walsh la izquierda lo quiere para el bronce... las estatuas de Walsh deberían hacerse de plomo!!

Anónimo dijo...

Muchos y felices Vandor...¡y a seguir sangrando por la herida del orto!

Anónimo dijo...

Cobos debería estar prevenido... ayer Bonafini dijo en C5n que era un traido, como Vandor... en fin

Anónimo dijo...

¿El peronismo? Una verguenza nacional.-

Anónimo dijo...

Seguí sangrando por la herida del orto.

Anónimo dijo...

Vandor era un delincuente y traidor al movimiento obrero entregando huelgas y pactando con la Revolucion Argentina y con la Agencia Central de Inteligencia Norteamericana CIA por eso fue tan despreciable como los tipos que lo mataron escoria de una epoca de nuestra historia que parece no querer irse con tanta corrupcion y mafias similares a la de entonces.