“Esperaré a que crezca el árbol y me dé sombra. Pero abonaré la espera con mis hojas secas… y al abonar el árbol, despejar el cauce, sacudir la noche y vaciar la casa, la tierra y el lamento se abrirán a la esperanza.” (B.G.B)
Es curioso, pero el otoño tiene mucho de muerte y mucho de resurrección. Tiene mucho de tristeza pero también mucho de esperanza en su ropaje dorado. El tiempo de otoño es tiempo de misterio… es un tiempo de algo que muere, pero que muere con la esperanza de que volverá a nacer.
Por eso, cada vez que miro el otoño, y sobre todo el otoño profundo de mayo, no me resulta extraño que los Hombres de la Patria hayan tomado la decisión heroica del gobierno propio en Mayo. Claro que la historia les marcó el tiempo a los Hombres de Mayo.
Me imagino aquella Buenos Aires con los mismos colores con que la veo ahora. Una Buenos Aires vestida de oro y con los primeros fríos golpeando los corazones calientes de los que anhelaban ser libres. Una Buenos Aires acariciada por nieblas y brumas de mañana, que se despejaban al mediodía con el sol tibio de Mayo. El mayo quedó en la gloria… el sol, en la bandera.
Imagino aquella enfervorizada Buenos Aires, que gestaba cómplice su revolución en los arrabales y en los miles de contubernios. Tejas y adobe. Plazas y fondas. Quintas alejadas y el mismísimo Cabildo. Testigos mudos de la historia grande. Negros criados, yendo y viniendo, llevando mensajes en las calles alfombradas de hojas y de barro.
Españoles contra Criollos. Criollos contra españoles. Pero no tanto. Así imagino aquellos días de mayo. En esas andaba Buenos Aires en aquél mayo glorioso de 1.810, haciéndose cargo de la historia como “hermana mayor”, a decir de Juan José Paso.
Pero este mayo del bicentenario, Buenos Aires anda en cosas más banales. Y nuestra querida Argentina ni les cuento. Han pasado 200 años desde entonces, que es mucho pero en perspectiva es poca cosa. A final de cuentas, si uno se pone a pensar, tres vidas de 80 años son más de 200 años.
Hay un espíritu de mayo, de aquél de 1.810, digo, que ha sobrevivido hasta nuestros días. Es el espíritu cosmopolita de aquellos hombres que hicieron la patria a sangre y fuego, sí, pero que la pensaron sin revanchismos. Que pelearon batallas atroces contra el español, pero que convivían con los españoles que les vendían comida y ropas en la esquina de su casa. Es el espíritu grande de los hombres de mayo, al que se hizo honor en el primer centenario, cuando nuestro país era potencia descollante que recibía con los brazos abiertos a los inmigrantes de todo el mundo. Españoles, italianos, galeses, judíos, alemanes, polacos… nuestra Argentina del centenario era grande en su diversidad.
Basta con andar cada pueblo de nuestro hermoso país. Cada uno de ellos canta en su sangre la grandeza de aquellos hombres del centenario que abrieron las puertas de nuestra tierra a todos los hombres de buena voluntad. Sin distinción de razas ni credos.
Siempre me llamó la atención la grandeza de aquella argentina. De aquellos argentinos. Estuvieron años peleando contra “el invasor”. Revolución para darnos gobierno propio, y diez años de guerras y batallas cruentas para defender la Revolución. Así y todo, el centenario de la Revolución de Mayo encontró a Criollos y españoles unidos.
Luego, algo hizo clic entre nosotros. Adentrados unos años tras aquél Centenario donde Argentina era potencia y faro de naciones, algo de aquél espíritu de grandeza de los hombres de mayo se rompió para siempre en nosotros. Algo de aquél espíritu de los hombres GRANDES de mayo se murió para siempre. O lo matamos, no se.
A poco andar el siglo pasado, Argentina parió una casta de intolerantes y revanchistas. No me pregunten cómo fue. No me pregunten qué pasó. Que allí guardan las bibliotecas millones de páginas en miles de libros sobre la historia política de los últimos años de nuestro país.
Me dirán que es otro mundo. Me dirán.
Me dirán que fue necesario. Me dirán.
Pero lo cierto es que desde entonces, los argentinos vivimos empantanados en rencores inútiles de cosas que ocurrieron hacen más de 60 años. Y ahora se enrostran las de hace 30.
Los dueños del “diccionario” me tildan de “gorila”. Y son moderados, hay otros que me tildan de cosas peores.
Para aquellos lectores sub 30, les aclaro que el término peyorativo “gorila” lo utilizan los dueños del diccionario para discriminar a todo aquél que critique al peronismo. Y cuando digo “peronismo” me refiero al peronismo en cualquiera de sus infinitas acepciones que le hemos conocido a lo largo de los últimos 65 años. Es decir, el de Perón, el Evita, el de Cafiero, el de Duhalde, el de Menen, el de Firmenich, el de Galimberti, el de Herminio Iglesias, el de Rucci, el de Moyano, el de María Isabel Martínez, el de Puerta, el de Néstor Kirchner, el de Cristina Fernández, el de Busti, el de Uribarri…o el del Colorado Erro, el Intendente de mi pueblo… uf, repase el listado que escribí de memoria y como me vino a la cabeza. A mí, que no soy peronista, me cuesta creer que todos estos personajes sean, o hayan sido del mismo partido. Pero bueno, tal vez sea un prejuicio, otro más, de mi “gorilismo” pesimista. Lo que me redime un poco, pero solo un poco, es que a muchos peronistas también les cuesta creer que algunos de estos personajes sean peronistas.
Soy crítico del peronismo. Pero no me queda otra opción en un país que está regido bajo el signo del peronismo desde el año 1.945. Un partido político (los peronistas lo llaman Movimiento) que, en nombre de lo “nacional y popular” lo ha intentado todo.
Estamos a las puertas del bicentenario de aquella gesta de Mayo. Y lamentablemente, poco sobrevive de aquél espíritu de los hombres que forjaron la independencia sin por eso sembrar el odio hacia los vencidos. Ellos supieron luchar por un gobierno propio, supieron conseguir la independencia luego en los campos de batalla, pero por sobre todas las cosas, supieron dejar atrás los rencores. Supieron pensar en todos. En grande.
El bicentenario, contrariamente, nos encuentra envueltos en rencores y revanchas chiquititos, ya no entre españoles y criollos sino entre criollos y criollos. Odios y rencores mal curados entre argentinos nos sorprende en este bicentenario.
No voy hoy a hacer un juicio de valor sobre estos odios ni sobre estos rencores. Solo esbozo mi pena de que no nos encuentre este mayo del bicentenario, tan caro a todos los argentinos, reconciliados con nuestra propia historia.
Quienes dirigen el país, desde hace tiempo están abocados a la tarea de dividirnos, avivando odios y rencores de hace décadas. Argentinos contra argentinos.
Para tener un bicentenario reconciliados, ya es tarde, pero dependerá de lo que comencemos a hacer hoy, que el mayo de 2.110 encuentre a los argentinos reconciliados. Sin odios.
Confío en la magia del otoño. El otoño tiene mucho de milagro. Lo descubrí en estos días. Barrí la vereda repleta de hojas de otoño. Un día, dos, tres... ayer, después de barrer 15 días seguidos, miré hacia arriba. El árbol sigue con infinitas hojas amarillas. Ahora sé que en cada otoño se cumple lo que aquella vez junto al mar de Galilea. Nadie sabe verlo, pero cada otoño ocurre el milagro. Los árboles dejan caer más hojas de las que tienen... tal vez para que nadie se quede sin otoño.
Es curioso, pero el otoño tiene mucho de muerte y mucho de resurrección. Tiene mucho de tristeza pero también mucho de esperanza en su ropaje dorado. El tiempo de otoño es tiempo de misterio… es un tiempo de algo que muere, pero que muere con la esperanza de que volverá a nacer. Por eso, mi esperanza de mayo está intacta.
6 comentarios:
Seguí sangrando por la herida del orto.
Seguí sangrando por la herida del orto.
Seguí sangrando por la herida del orto.
Seguí...
¿Te acordás, pelotudazo, cuando me mandaste ésto?:
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Jajajajajajajj....... Sopenco, necesitás tranfusión???.
Ni te imaginás lo que se viene. Bue...a lo mejor sí y por eso estash Nervioshooo!!!
Yo creo que lo que no se banca la izquierda rococó nacional, es que tras 30 años de mentiras, hoy no sea vergüenza hablar del último gobierno cívico militar (por suerte ya la presi transó con esta definición).
Vamos, por suerte, a una definitiva reconcialición.
Por un país sin presos polícos para el Bicentenario!!!!
jajajjaaj...qué te pasha sopenco.... estás nervioso. Qué te pasa undemonio, estás silencioso... qué te pasa Cuesta, estás en un pozo... qué te pasa baldomero, estás furioso... jajjja
Ya abandonaste hasta el copy paste!!!!
Qué frío tenés hermano!!!!... recontaron los votos?.... sabés algo de un periodista entrerriano que sería asesor desde diciembre de un conocido productor recientemente electo???? Parece que hay muchos interesados en llegar el bicentenario sin presos políticos!!!!!!!
Chau Sopenco... prometo no abrir más un correo tuyo. Pero te lo prometo.
Abrazo!!! ajajajjaja
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¿QUÉ ERA LO QUE "SE VENÍA"?
¿Y LA "DEFINITIVA RECONCILIACIÓN"?
¿Y EL "periodista entrerriano que sería asesor desde diciembre de un conocido productor recientemente electo"?
¿Y LOS "MUCHOS INTERESADOS EN LLEGAR AL BICENTENARIO SIN PRESOS POLÍTICOS"?.
CHUPALA, PALMA. CHU - PA - LA !!!!
El autor de la frase con que encabezaste tu nota es Benjamín González Buelta, sacerdote jesuita.
Después de esas palabras ¡qué asco producen esos dos comentarios!
Yo no soy anónima. Podremos discrepar, o no, pero siempre será con respeto.
Hummm... que olor a mierda viene desde la izquierda de la tribuna!
Gracias Beatriz por tu comentario. Publico alguno de estos comentarios, sencillamente porque el mismo comentario descalifica a "comentador" que lo escribe. Me encantó la mesa redonda y me llevo en el corazón las palabras de Monseñor.
Admiro la fortaleza de tu estómago...y de tu espíritu.
Rechazo e intento perdonar a quien se escuda en el anonimato y agrede con bajezas, venga de donde venga, por derecha o por izquierda.
Monseñor hizo en el panel una síntesis del texto completo que con tanta lucidez y generosidad redactó. Si no lo tenés completo, avisame y te lo envío.
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