viernes, 16 de abril de 2010

La gerontofobia de los K


Muchas de las mejores personalidades del mundo, han conservado la plenitud en su vejez.
Sobresalientes escritores, estadistas, políticos, artistas de diversa índole, periodistas, empresarios, profesores, científicos… han realizado gran parte de su obra en el tranquilo tiempo de la vejez.
Pero la vejez, como la muerte, es un espejo molesto para muchas personas que intentan vivir en la mentira de la inmortalidad.
Hay, cómo no, cierto tipo de personas que ven en la vejez un símbolo de decrepitud, una incómoda antesala de la muerte… y rápidamente, se abocan a la tarea del descarte, de esconder a los viejos.
¿Ignorantes?, ¿desalmados?, ¿temerosos?… llámelos usted cómo quiera. Lo cierto es que una sociedad que descarta a sus mayores sólo por la edad, es una sociedad imbécil.
Los ancianos, o lo viejos como me gusta llamarlos a mí, poseen una gran virtud social: están de vuelta de todo. Y eso es algo que en ciertos aspectos, incomoda los que, desde otra posición, tienen cosas que perder.
Estos días vemos en Argentina cómo, desde distintos sectores del gobierno kirchnerista, se ha desatado una orquestada campaña para “desechar” a los jueces mayores de 75 años.
Cuando uno escucha o lee a muchos de estos jueces que el gobierno intenta descartar, se da cuenta que están en una dorada plenitud.
Intuyo entonces, que lo que le molesta al gobierno de estos viejos, es esa hermosa virtud social que regala la vejez: el estar de vuelta de todo.
Es muy difícil manejar antojadizamente al que está de vuelta. Y eso, para un gobierno afecto a la militancia del apriete, es una piedra en el zapato.

Horacio Palma

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Según la Ley: los Jueces de la Suprema Corte de Justicia conservarán sus empleos mientras dure su buena conducta.

Les pregunto a los diputados carlos kunkel y agustín rossi, ¿el Dr. Carlos Santiago Fayt ha incumplido la buena conducta? Si no fuera sí ¿Porquè reclaman que se jubile? ¿Molesta al poder de turno? ¿no es funcional a las políticas kk?

Los ancianos (como prefiero llamarlos) además de estar de vuelta de todo, y no ser fácilmente apretables, poseen el don de la sabiduría fruto de la experiencia de la vida.

En otro comentario les voy a relatar un cuento popular japonés, que ilustra al respecto y sirve de fábula a la política kk sobre la edad de los Jueces de la Corte Suprema de Justicia.

Anónimo dijo...

Cuento Popular Japonés

Les voy a relatar un cuento popular japonés:

"La Sabiduría de los Ancianos "

Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, una pequeña región montañosa dónde tenían la costumbre de abandonar a los ancianos al pie de un monte lejano. Creían que cuando se cumplían los sesenta años dejaban de ser útiles, por lo que no podían preocuparse más de ellos.

En una pequeña casa de un pueblecito perdido, había un campesino que acababa de cumplir los sesenta años. Durante todos estos años había cuidado la tierra, se había casado y había tenido un hijo. Después había enviudado y su hijo también se casó, dándole dos preciosos nietos. A su hijo le dio mucha pena, pero no podía desobedecer las estrictas órdenes que le había dado su señor. Así que se acercó a su padre y le dijo:

- Padre, los siento mucho, pero el señor de estas tierras nos ha ordenado que debemos llevar a la montaña todos los mayores de sesenta años.

- Tranquilo hijo, lo entiendo. Debes hacer lo que el señor diga -, contestó el anciano lleno de tristeza.

Así que el joven se cargó al viejo a la espalda, ya que a su padre ya le era difícil caminar por el bosque, e inició el viaje hacia las montañas. Mientras iban caminando, el joven se fijo que su padre dejaba caer pequeñas ramas que iba rompiendo. El joven creyó que quería marcar el camino para poder volver a casa pero cuando le preguntó, el anciano le dijo:

- No lo estoy haciendo para mi, hijo. Pero vamos a un lugar lejano y escondido, y sería un desastre que te desorientases y no pudieses volver. Así que he pensado que si iba dejando ramitas por el camino seguro que no te perderías.

Al oír estas palabras el joven se emocionó con la generosidad de su padre. Pero continuó caminando porqué no podía desobedecer al señor de esas tierras.

Cuando finalmente llegaron al pie de la montaña, el hijo, con el corazón hecho pedazos, dejó allí a su padre. Para volver decidió utilizar otra ruta, pero se hacía de noche y no conseguía encontrar el camino de vuelta. Así que retrocedió sobre sus pasos y cuando llegó junto a su padre le rogó que le indicara por dónde tenía que ir. Se volvió a cargar a su padre a la espalda y, siguiendo las indicaciones del anciano, empezó a cruzar el valle por el que habían venido.

Gracias a las ramitas rotas que el viejo había dejado por el camino, pudieron llegar a su casa. Toda la familia se puso muy contenta cuando vieron de nuevo al anciano. Entonces, el joven decidió esconderlo debajo los tablones del suelo de su cabaña para que nadie lo viese y no le obligasen a llevárselo otra vez.

Continuará...

Anónimo dijo...

Continuación....

El señor del país, que era bastante caprichoso, a veces pedía a sus súbditos que hiciesen cosas muy difíciles. Un día, reunió a todos los campesinos del pueblo y les dijo:


- Quiero que cada uno de vosotros me traiga una cuerda tejida con ceniza.


Todos los campesinos se quedaron muy preocupados. ¿Cómo podían tejer una cuerda con ceniza? ¡Era imposible! El joven campesino volvió a su casa y le pidió consejo a su padre, que continuaba escondido bajo los tablones.


- Mira -, le explicó el anciano-, lo que tienes que hacer es trenzar una cuerda apretando mucho los hilos. Luego debes quemarla hasta que solo queden cenizas.


El joven hizo lo que su padre le había aconsejado y llevó la cuerda de ceniza a su señor. Nadie más había conseguido cumplir con la difícil tarea. Así que el joven campesino recibió muchas felicitaciones y alabanzas de su señor.


Otro día, el señor volvió a convocar a los hombres de la aldea. Esta vez les ordenó a todos llevarle una concha atravesada por un hilo. El joven campesino se volvió a desesperar. ¡No sabía cómo se podía atravesar una concha! Así que, cuando llegó a casa, volvió a preguntar a su padre lo que debía hacer y éste le contestó:


- Coge una concha y orienta su punta hacia la luz- explicó el anciano-. Después coge un hilo y engánchale un grano de arroz. Entonces dale el grano de arroz a una hormiga y haz que camine sobre la superficie de la concha. Así conseguirás que el hilo pase de un lado al otro de la concha.


El hijo siguió las instrucciones de su padre y así pudo llevar la concha ante el señor de esas tierras. El señor se quedó muy impresionado:


- Estoy orgulloso de tener gente tan inteligente como tú en mis tierras. ¿Como es que eres tan sabio? - le preguntó el señor.


El joven decidió contestarle toda la verdad:


- Veréis señor, debo ser sincero. Yo debería haber abandonado a mi padre porqué ya era mayor, pero me dio pena y no lo hice. Las tareas que nos encomendó eran tan difíciles que solo se me ocurrió preguntar a mi padre. Él me explicó como debía hacerlo y yo os he traído los resultados.Cuando el señor escuchó toda la historia, se quedó impresionado y se dio cuenta de la sabiduría de las personas mayores.


Por eso se levantó y dijo:


- Este campesino y su padre me han demostrado el valor de las personas mayores. Debemos tenerles respeto y por eso, a partir de ahora, ningún anciano deberá ser abandonado.


Y a partir de entonces les ancianos del pueblo continuaron viviendo con sus familias aunque cumplieran sesenta años, ayudándolos con la sabiduría que habían acumulado a lo largo de toda su vida.

(Cuento popular japonés)
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¿Tendrán los kk y sus esbirros el respeto que merece la Justicia como Poder independiente?