jueves, 8 de octubre de 2009

Discurso del Dr. Bosch, en el Acto de Plaza San Martín


El fin del derecho es establecer un orden justo.
Podrá haber gobernantes, leyes, incluso tribunales, pero si el orden no es justo, no será orden. Será una parodia del orden, una representación, una mascarada. Tendrá la apariencia del orden, pero será puro desorden. Y su consecuencia trágica serán la crispación, el encono, el odio y, finalmente, la violencia.
En la Argentina hace años que se viene demoliendo a la justicia. Para hacer esto posible se hicieron combinar varias acciones ruines, tales como:
- el fomento del odio y la discordia entre los argentinos por las más altas autoridades del gobierno;
- la sanción de leyes que de tales sólo tienen el nombre, por su repugnante inmoralidad;
- el dictado de fallos tan groseros como absurdos por la Corte Suprema y demás tribunales inferiores;
- pero además el silencio hipócrita frente a tantas iniquidades de las clases dirigentes y de los restos que quedan de la sociedad civil.
Hace menos de un año, nosotros, los que hoy integramos la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia, comenzamos a reemplazar la crítica individual y estéril por la decisión de hacerle frente a ese programa demoledor. Somos hombres y mujeres para quienes el derecho no es una mera profesión, sino antes bien una vocación y un ideal, a los que queremos ser fieles.
Bien rápido comprendimos que el aniquilamiento de la justicia se debía a la voluntad de darle cauce a un sentimiento bárbaro y primitivo: la venganza. Porque su traducción inmediata ha sido el inicio de una persecución política movida por el odio, apañada por leyes esperpénticas, convalidada por jueces prevaricadores y tolerada por una dirigencia cómplice.
Así, aquellos años en que unas bandas armadas desataron la guerra revolucionaria en la Argentina, dejaron estos miles de víctimas que hoy honramos en esta Plaza y que para el gobierno y sus secuaces parece que nunca existieron. ¡¡Pero también han traído una nueva clase de víctimas, estos más de 600 hombres de las fuerzas armadas y de seguridad, confinados en prisiones abyectas y privados de todo derecho!!
En efecto, con estupor e indignación constatamos como la guerra civil que se abatió sobre la nación en los años ’70 y que parecía haber concluido entre los ’80 y los ’90 con las llamadas “leyes de punto final y obediencia debida” y los indultos, ha sido restablecida por motivos de mero oportunismo político y venganza, haciendo de los tribunales el nuevo campo de batalla y de las violaciones sistemáticas del derecho los nuevos medios de destrucción de vidas y bienes. Con auspicio oficial se ha forjado una visión asimétrica y unilateral del último medio siglo, en la que los agresores de la sociedad civil han quedado transformados en “jóvenes idealistas” injustamente perseguidos.
En los últimos cinco años se ha ido acentuando el hostigamiento contra militares y policías cuyo objetivo fue privarlos de su libertad a cualquier precio, anulando indultos que habían sido homologados por la Corte Suprema, anulando el Congreso las leyes que habían extinguido las acciones penales, reabriendo los procesos y vulnerando la garantía de la cosa juzgada, violando de modo manifiesto el principio de legalidad, aplicando retroactivamente normas penales, desnaturalizando la forma republicana de gobierno, desconociendo la presunción de inocencia que tienen todos los procesados y ejecutando un amplio abanico de medidas persecutorias que sólo sirven para profundizar la discordia y frustrar la necesaria unión nacional.
Esa persecución tuerta está presente también en la forma que se llevan los juicios: prisiones preventivas que se extienden a lo largo de muchos años, hasta convertirse en verdaderas condenas sin sentencia; negación de prisión domiciliaria a ancianos octogenarios; rechazo de testigos de la defensa y aceptación como prueba de cargo de dudosos testigos de la acusación; concesión del carácter de querellantes a organizaciones que se dicen defensoras de los derechos humanos que no son damnificadas; cercenamiento a los defensores del control de la producción de la prueba. Así, como ha sido dicho, “asistimos a juicios públicos conducidos por jueces prevaricadores, que convierten sus juzgados en remedos de tribunales revolucionarios, donde una plebe debidamente organizada grita sus consignas ideológicas e insulta y amenaza a acusados y testigos de la defensa”.
A todo lo cual se agrega un hecho que solivianta el ánimo: más de 50 hombres han muerto ya en las mazmorras del régimen. Los jueces sin cuya complicidad esta situación no hubiera sido posible, han desconocido el precepto bíblico: “(los jueces) juzgarán al pueblo con juicios justos. No torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás sobornos... Justicia, sólo justicia has de buscar”.
Por eso nosotros, los abogados de la Asociación por la Justicia y la Concordia, decimos también con la Biblia a estos jueces indignos: “¡Ay de los que cambian en ajenjo el juicio y tiran por tierra la justicia!”.
La Argentina, pues, como hemos empezado a denunciarlo en todo el mundo, tiene más de 600 presos políticos. ¿Qué otra cosa son si no esos hombres privados de todos los derechos? ¿Acaso no lo serán por estar hipócritamente sometidos a unas parodias de juicios, en los que se saben condenados de antemano...?
Muchos de los que integramos la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia no vivimos aquella guerra de los años ’60 y ’70. Ni siquiera habíamos nacido. Tal vez por eso, alguno querrá decir que no tenemos derecho a hablar de este modo. Pero no es así, al menos por dos grandes razones.
La primera, porque si no se le pone un final a esta situación, con estos horrores jurídicos, con esta jurisprudencia perversa, la persecución puede extenderse de aquí en más a cualquier argentino, que podrá ver su honra, su libertad y sus bienes a merced de la agresión del tirano de turno y sin poder acudir al amparo de jueces que, salvo honrosas excepciones, han preferido aliarse con la ideología de los que ejercen el poder y allanarse a las presiones del Consejo de la Magistratura, sustituyendo la justicia por la venganza.
Y la segunda razón es, si se quiere, todavía peor. Porque mientras toda la justicia federal aparece dedicada a perseguir hombres maduros o ancianos, por hechos ocurridos hace ya cuarenta años:
- las fronteras están desprotegidas por falta de radares,
- flotas extranjeras depredan nuestros recursos marítimos,
- los delincuentes nos matan en nuestras calles o en nuestras mismas casas,
- bandas amenazantes nos impiden circular por caminos o rutas, y
- la Corte Suprema bendice el consumo de drogas.
En tres palabras, la Argentina está indefensa.
Esto se debe terminar. Se debe terminar no sólo por el bien de los presos políticos, sino por el bien de la Patria, que está amenazada tal vez como nunca se ha visto.
La justicia debe ser restablecida y la concordia recuperada. Basta de odios, basta de mentiras, basta de hipocresía, basta de fomentar la guerra entre hermanos para beneficio de unos tiranuelos malvados.
De cara entonces a los 200 años de nuestro movimiento de independencia nacional,
¡urgimos!
¡exigimos!
¡demandamos!
que se adopten los medios necesarios previstos por las leyes para recuperar la concordia y conquistar la paz interior.
Que Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria, interceda ante Dios, fuente de toda razón y justicia, para que nos ilumine a todos y nos ayude a emprender, de una vez, este camino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando estudiaba, mis profesores de filosofía entre otras muchas cosas, me enseñaron una simple definición: "El Estado es la Nación Jurídicamente Organizada".

Coincidiendo con el Dr. Bosch, expreso que en toda mi vida y ya soy un hombre grande, jamás observé en la República Argentina semejante desorden jurídico.

Me enseñaron que para vivir en democracia hay que respetar las instituciones y la libertad, hoy se las pisotea y se quiebran los valores morales que nos legaron nuestros mayores.

Ese desorden no solo daña al derecho y a los ciudadanos que se someten al mismo, además ESPANTA a los inversores que le hacen falta al país.

Hoy la República Argentina es un país emergente, lejos de los vecinos, que supieron aprovechar las ventajas dadas por este gobierno. Países que eran más pobres que nosotros: Brasil, Chile, Uruguay, etc. Nosotros somos un país rico en recursos y bellezas naturales, pero pobres en recursos humanos… la educación es otra de las instituciones que ha sido destruida. El plan educacional de Sarmiento nos sacó de la ignorancia y la anarquía, en sus tiempos era un plan de educación elogiado en el mundo entero.

Se pelea con la Iglesia, se abandona la práctica del culto religioso, se "ningunéa" a los Obispos, se ignoran sus recomendaciones y preocupación por la pobreza etc.

Se promueve el consumo "privado de drogas" al despenalizarlo, y encima un Juez de la Suprema Corte de Justicia aconseja tener una macetita en el balcón. ¿Tiene un vivero y está vendiendo macetas ó plantitas?

Se boicotea la familia al promover el aborto, facilitar el divorcio, la pobreza e indigencia, facilitar el acceso a la pornografía, exaltar la libertad sexual o mejor dicho la homosexualidad... que la señora Lubertino no me acuse de discriminación sexual, soy un hombre que respeta la Ley Natural.

Se destruyeron las FF.AA., hoy el país carece de la mínima defensa, nuestros vecinos cada vez están más y mejor armados. Observen a su alrededor. En aras de una falaz política pacifista, se ignoraron posibles hipótesis de conflicto... ¡Qué poco conocen de historia universal, quienes predican y practican esa política destructiva!.

El "Honorable" Congreso de la Nación se transformó en "escribanía del poder ejecutivo", los senadores y diputados se dejan extorsionar y coimear... me parece que de "Honorable" les queda poco y no mencioné que el título de “Honorable” fue otorgado por la Nación a sus representantes cuando desempeñaban sus funciones en forma "ad honoren".

Otra institución importante es la “libertad de prensa o expresión”, hoy debatida en el Senado y con media sanción de la cámara de Diputados. El tan manoseado Proyecto Ley de los Servicios de Comunicación Audiovisual, sin duda es una ley que de ser aprobada nos llevará por un camino parecido o paralelo al que transita la hermana República Bolivariana de Venezuela. Sinceramente no deseo su aprobación “sin tocar una sola coma”, como pretende el Poder Ejecutivo, deseo la mejor ley que garantice nuestro derecho constitucional a la información y a la libre expresión en democracia.

Lo que pasa en la institución JUSTICIA lo explicó muy bien el Dr. Bosch y me exime de todo comentario al coincidir plenamente con sus dichos y los objetivos de sus colegas de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia. Pero sin duda es la institución la que nos debe proteger a TODOS los ciudadanos… ¿Realmente lo hace, la justicia es igual para todos, hay impunidad para algunos? Quedan planteadas esas tres simples dudas.

Por favor efectúen un repaso mental de todas las instituciones de la república que me falta nombrar por razones de espacio y a ese repaso ahora súmenle todos los valores morales que se nos quedaron por el camino: honestidad, moralidad, fidelidad, respeto, concordia, paz, amor, responsabilidad, transparencia, buena conducta, aplicación, y cuantos más se le ocurran. Ahora hagan la hipótesis de nuestro futuro sin instituciones fuertes, sumidos en la pobreza y sin valores morales firmes. ¡Qué mal estamos! ¿No?