Había una vez una mujer que se decía mujer.
Andaba los caminos gritando libertad.
Andaba las palabras reclamando justicia.
Andaba la memoria contando su tragedia. Y la de otros.
Andaba la historia cargando holocáusticas penas. Ajenas.
Un día, por alguna razón que el mundo desconoce, pero no tanto, decidió vender su alma al demonio. También el mundo sabe infinito sobre estas claudicaciones.
Ahora ya son uno.
Ella. El demonio. El demonio…y nunca más ella.
El huevo, ya está dentro de la serpiente.
El círculo, al fin, se ha cerrado, je.
Abrazo
Horacio R. Palma
3 comentarios:
No tengo idea a qué se refiere.
Abrazo
¿No serán celos lo suyo?
Anónimo último, no entiendo a qué se refiere.
Abrazo
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