(Foto: http://silvinacarraud.blogspot.com)
Específico Pérez, hombre manso salvo el día en que acude al chequeo médico de rutina, paseaba con su nieto mayor por junto a la vera del río Gualeguay.
“Estamos caminando por sobre las “tierras blancas”, le dijo Específico Pérez a su nieto, que puso cara de sorpresa. Puso cara de no saber, sería decir lo correcto.
Específico Pérez se dio cuenta de eso, y entonces, con voz fuerte y decir pausado, repitió de memoria: “Era una tierra fácil de trabajar, gomosa, plástica, algo pegajosa, estéril, gastada y lavada por la erosión, muerta; tierra buena para modelar torres, columnas o chimeneas como las que Odiseo construía…”.
Su nieto ahora lo miró perplejo, pero aún así no dijo nada. Solo caminaba mirando las huellas de sus pasos sobre las tierras blancas que bordeaban las aguas quietas del Gualeguay.
Específico Pérez entonces le contó a su nieto sobre aquél libro prodigioso del Chacho Manauta, que inmortalizó un Gualeguay entrañable.
Y entonces volvió a impostar la voz, y a recitar con decir pausado otra frase inmortal de la novela gualeya fundamental: “…y otra vez el hambre, Otra vez el hambre, y es como decir: otra vez la mañana, el atardecer, el mediodía. Otra vez la primavera…”.
Al ver que su nieto no disimulaba la tristeza, Específico Pérez optó por la esperanza… ¿te gusta la Navidad?, le preguntó a su nieto mientras le acariciaba los negros cabellos suaves.
“Si abuelo, me encanta la Navidad”.
A mi también me gusta, y te voy a contar un secreto, yo también nací en un hogar pobre muy pobre, pero desde que Papá y Mamá me regalaron la Navidad, nunca más pude sentirme triste de mi pobreza…
“Estamos caminando por sobre las “tierras blancas”, le dijo Específico Pérez a su nieto, que puso cara de sorpresa. Puso cara de no saber, sería decir lo correcto.
Específico Pérez se dio cuenta de eso, y entonces, con voz fuerte y decir pausado, repitió de memoria: “Era una tierra fácil de trabajar, gomosa, plástica, algo pegajosa, estéril, gastada y lavada por la erosión, muerta; tierra buena para modelar torres, columnas o chimeneas como las que Odiseo construía…”.
Su nieto ahora lo miró perplejo, pero aún así no dijo nada. Solo caminaba mirando las huellas de sus pasos sobre las tierras blancas que bordeaban las aguas quietas del Gualeguay.
Específico Pérez entonces le contó a su nieto sobre aquél libro prodigioso del Chacho Manauta, que inmortalizó un Gualeguay entrañable.
Y entonces volvió a impostar la voz, y a recitar con decir pausado otra frase inmortal de la novela gualeya fundamental: “…y otra vez el hambre, Otra vez el hambre, y es como decir: otra vez la mañana, el atardecer, el mediodía. Otra vez la primavera…”.
Al ver que su nieto no disimulaba la tristeza, Específico Pérez optó por la esperanza… ¿te gusta la Navidad?, le preguntó a su nieto mientras le acariciaba los negros cabellos suaves.
“Si abuelo, me encanta la Navidad”.
A mi también me gusta, y te voy a contar un secreto, yo también nací en un hogar pobre muy pobre, pero desde que Papá y Mamá me regalaron la Navidad, nunca más pude sentirme triste de mi pobreza…
2 comentarios:
En “El arco y la lira”, dice Octavio Paz: “hay poesía sin poemas; paisajes, personas y hechos suelen ser poéticos: son poesía sin ser poemas.”
En la rutina del domingo, del mate y la lectura, encuentro en Específico Pérez, algo de eso que opina otro gran mexicano.
Horacio, Feliz Navidad para vos y tus seres queridos.
Muchas Gracias Silvina!!!, igual para tu familia.
Y gracias por discrepar con respeto.
Un abrazo
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