una charla con Eise Osman
El cartelito junto a la puerta, confirma que en esa esquina se ha aquerenciado la cultura. “Eise Osman y Elsa Serur”. El reloj acaba de avisarme las 9 de la mañana, es sábado, y la mañana fresca desafía al verano. La puerta cancel está abierta, toco timbre, y desde el fondo de un zaguán en penumbras, sale a mi encuentro Eise Osman.
“Médico nacido en Entre Ríos…”, refiere la última hoja de su “Aprender Desaprendiendo”, una idea fascinante que Osman pensó y publicó en 1.979, y que en los laberintos de Internet circula, deformadamente escrito…a nombre de Quino.
Pero claro, Eise Osman es mucho más que un Médico nacido en Entre Ríos… libros, muchas conferencias, varios ensayos y 850 aforismos a punto de presentarse en la próxima Feria del Libro, Osman posee una obra profusa, y profunda.
Su primer libro, “Poemas”, fue prologado por Carlos Mastronardi. “Tenía una poesía demasiado ríspida, como todo comienzo…” dice Osman, arrebujado en el sillón. Habla pausado, su voz es grave y suave. Da gusto escucharlo. “Ese libro tenía la dureza de Unamuno, sin la profundidad de Unamuno”, bromea con inteligencia. Le pregunto qué libro le hubiera gustado escribir. Su respuesta me asombra. “Crimen y Castigo, o los Hermanos Karamazov”
¿Siempre escribió?
“Médico nacido en Entre Ríos…”, refiere la última hoja de su “Aprender Desaprendiendo”, una idea fascinante que Osman pensó y publicó en 1.979, y que en los laberintos de Internet circula, deformadamente escrito…a nombre de Quino.
Pero claro, Eise Osman es mucho más que un Médico nacido en Entre Ríos… libros, muchas conferencias, varios ensayos y 850 aforismos a punto de presentarse en la próxima Feria del Libro, Osman posee una obra profusa, y profunda.
Su primer libro, “Poemas”, fue prologado por Carlos Mastronardi. “Tenía una poesía demasiado ríspida, como todo comienzo…” dice Osman, arrebujado en el sillón. Habla pausado, su voz es grave y suave. Da gusto escucharlo. “Ese libro tenía la dureza de Unamuno, sin la profundidad de Unamuno”, bromea con inteligencia. Le pregunto qué libro le hubiera gustado escribir. Su respuesta me asombra. “Crimen y Castigo, o los Hermanos Karamazov”
¿Siempre escribió?
“Desde que tengo memoria… y a mí siempre me gustó rechazar lo obvio. Siempre busqué un escorzo lateral para ver en profundidad. Nunca me gustó la verdad obvia, porque la verdad obvia, en general, es mentira”.
¿Cómo es convivir con dos vocaciones que parecen tan distantes, como la medicina y la literatura?
¿Cómo es convivir con dos vocaciones que parecen tan distantes, como la medicina y la literatura?
Mire, la medicina tiene una relación humanística muy profunda, si uno sabe encontrarla. Sobre todo en los momentos límites. Yo estuve trabajando de médico en una zona muy pobre, en Holt. Muchas veces sacaba las cosas de mi heladera para darle a la gente que no tenia nada. Tenía, claro, ideas socialistas. Yo siempre digo que filosóficamente soy cristiano, pero religiosamente soy ateo. Así, ejercer la medicina en ese lugar, desde el punto de vista cristiano, fue una experiencia enriquecedora y muy pura. En general, la sensibilidad, y la visión del mundo cambia, cuando uno ve los momentos límites de la gente. Estar en un lugar donde se desnuda la pobreza, el dolor humano, si uno sabe profundizarlo, puede abrirle dos caminos. Un camino, sentirse sobrepasado por los estímulos y no percibirlos. Y otro, seguir percibiendo los estímulos que provocan estas situaciones.”
¿Era socialista?
¿Era socialista?
Si, por entonces era socialista. Fui fiscal socialista en la última elección en que eligieron a Alfredo Palacios, pero el socialismo mío es pensado desde la evolución. Yo digo que lo que se hace contra el tiempo, el tiempo no lo perdona. La Unión Soviética quiso pasar del feudalismo al socialismo, y tuvo que volver a su etapa capitalista que le faltaba. Los grupos que creen que se están adelantándose a la historia, en realidad están postergando los tiempos de la historia, para luego volver a vivirlos. Yo creo que en última instancia, la maduración del hombre no es la comprensión de las cosas, sino la maduración emocional. Y la maduración emocional del hombre, es mucho más lenta que la racional, creer que se puede dar una solución racional, sin la maduración de la gente, eso es reaccionario desde el punto de vista de la emoción. Desgraciadamente, el fascismo, y el extremismo de izquierda, beben de la fuente de la frustración de la clase media. Esa es la fruta inmadura de la democracia. Y querer suplantar la voluntad de la gente por la fuerza, o querer hacer una revolución de iluminados, eso en general, significa una soberbia imperdonable…”
La importancia de la Clase media…
La importancia de la Clase media…
La clase media frustrada crea, por un lado el fascismo, y por el otro el extremismo de izquierda. Por eso es fundamental el desarrollo de la clase media. Porque cuando sube la clase media, suben los de arriba, y suben los de abajo. Es como un ascensor que hace subir a todos. Esa ha sido, creo, la gran equivocación argentina, no haber defendido a la clase media. Clase media es ascenso es paz social, es elevación social y es el desarrollo. Es la única que produce, transmite y conserva cultura, por lo tanto es desarrollo.”
¿Usted pronosticó la caída de la Unión Soviética?
¿Usted pronosticó la caída de la Unión Soviética?
“Yo escribí una Conferencia titulada Ideología y realidad, mucho antes que cayera la Unión Soviética. Allí decía que las ideologías tienen un nacimiento en un contexto referencial histórico, pero cuando esa ideología sale de ese contexto referencial histórico, gira en vacío, pues el contexto que le da origen ya no existe. Entonces, se transforma en ideologismo, una especie de querer reivindicar lo muerto a través de una acción, que también es equivocada…la ideología es una cosa, y la instrumentación de la ideología, es otra. Porque cuando se quiere superar lo que el pueblo no siente, lo que se hace, se hace contra el pueblo”
¿Y cómo sería una democracia madura?
¿Y cómo sería una democracia madura?
“Llegará cuando ocurra la maduración del Hombre, y no de las ideas. El hombre debe marchar de acuerdo a la evolución emocional de la gente. La democracia es, en última instancia, un escepticismo, en el sentido de que no se puede lograr una democracia total. Queremos ser democráticos, pero tenemos rémoras emocionales que nos impiden por la emoción, aceptar ciertas cosas. Cuando la emoción supera la razón, el hecho se equivoca. Pero cuando la razón, supera la emoción, el hecho se frustra. Hay un equilibrio entre lo que uno piensa, entre lo que uno siente, y su concreción en la sociedad. Y ese equilibrio se logra a través de la maduración emocional. Como decía Bernard Shaw, uno a los veinte años tiene que romper vidrios, a los treinta repararlos, y a los 35 venderlos…
¿Hace política partidaria?
Yo aporto pensamiento, porque la experiencia es un traje viejo que nadie quiere. Es difícil pensar críticamente y ser político. Porque ser político sería aceptar cosas que la crítica mía no aceptaría. No quiero decir con esto que yo tenga la verdad, sino que digo que así, tengo la libertad de criticar.
Prefiere la libertad…
La libertad es coraje. En última instancia, cada uno soporta la angustia que la libertad le provoca. La libertad crea angustia. Y decidir, es esta jugado. Y cuando uno se jugó, allí cesó su libertad. Yo tengo una estructura de pensamiento, claro, pero mi libertad está en al paso de una estructura a otra.
Usted es de una generación que leyó a los Clásicos. ¿Se los recomendaría hoy a los chicos?
Mirá, a cada época corresponde una escritura. Y a cada época corresponde una forma de interpretar al mundo. Los Clásicos son Clásicos, precisamente porque lo que ellos han dicho, todavía tiene vigencia. Pero a veces no tiene vigencia la forma en que los Clásicos lo dijeron…yo sí les recomendaría El Quijote, porque el El Quijote es la puntita del nacimiento de la burguesía. Ese mundo feudal del que se mofa El Quijote, representa el primer atisbo del nacimiento de la burguesía.
Usted gusta mucho del Quijote, de hecho, en su obra hay muchas referencias
El Quijote tiene muchas lecturas. Pero a mí lo que me gusta es la posición de Sancho. Porque ser amigo, a pesar de saber que el otro es loco, es ser más que amigo. Como decía un amigo mío, si mi amigo es tuerto, yo lo miro de perfil. Siempre digo que la única forma de abarcar El Quijote, es haber roto los puentes con la realidad aparente. Me gusta mucho esta imagen de los puentes…uno a medida que va viviendo, que va formándose o deformándose, uno va rompiendo puentes. Y al final, uno termina como Cristo, solo, y sin puentes. Porque uno, a medida que va avanzando en la vida, va perdiendo relaciones, va perdiendo puentes con los amigos, con la familia, y al final uno llega solo, como un Cristo… Y los puentes se rompen, pues hay cosas que antes lo unían a ciertas personas, y que ahora ya no…
La metáfora del río…
Así es…somos un río que se va, y en otro río tan fugitivo como su propio cauce. El tiempo de los relojes es un río. Es el tiempo de la entropía, la desorganización de la materia que va avanzando. Y el otro tiempo es el tiempo de la duración. En el tiempo de la duración navega mi identidad, digo yo, y en el tiempo de la entropía, navega la duración. Entonces, se va moviendo el río del tiempo, y se va moviendo el río de nuestro tiempo que es la duración. Un tiempo nos mata y un tiempo matamos, el tiempo de los relojes nos mata, pero el tiempo de la duración lo matamos nosotros.
¿Piensa mucho en la muerte?
No es que piense en la muerte, estoy como Unamuno, el quería apostar a la eternidad de la vida…pero le faltaban fichas. Claro, todos aspiramos a que haya otra cosa. A ver, la muerte es algo inevitable, y mi profesión de médico me ha llevado a convivir con ello, y como algo inevitable, uno tiene que tenerlo en sus cálculos. Pero no vivir pensando en la muerte. Lo que muere en nosotros, es la vida que no hemos consumido, esa vida en la cual uno se ha negado a muchas cosas. Por eso Borges dice Me arrepiento de haber vivido como he vivido. Porque en última instancia, uno siempre cree ser el otro. Y este “otro” ya está en el hombre, 2.000 años antes de Cristo. El hombre necesita un “otro”, que soporte esta vida, como una especie de brazo fuera del plato, para que toda esa fantasía nos permita soportar esta vida. Nuestra realidad, es la ilusión que nos forjamos de la vida, porque la vida concreta en sí, es muy pobre. La ilusión de la vida, es más que la vida concreta, porque la ilusión de la vida nos permite soportar la vida concreta. Son salvavidas que le tiramos a la vida para que no nos hunda…
¿Como la religión…?
Bueno, el hombre es un ser religioso. Necesita re ligarse con el todo. Pero cuidado, el occidental es un mundo fuera de otro mundo. Y el oriental es un mundo dentro de otro mundo. Para el occidental, vivir es pensar en la muerte, y para el oriental, no existir es el paraíso. Los occidentales queremos llegar al cielo, pero con nuestro infierno, con nuestra identidad. Ese es el problema, ¿cómo vamos a gozar del cielo si pretendemos llevar toda la carga de nuestra identidad de la tierra? Para gozar el cielo tendríamos que perder la identidad. Y eso los orientales lo saben bien.
Ha escrito sobre la palabra y la realidad. ¿Cómo ve al periodismo?
La palabra irrumpe en el silencio como un ladrón de la verdad. La palabra media lo ajeno, y al mediar lo ajeno, que es el mundo, la palabra nunca puede representar al mundo, sino que es solo una aproximación. “La palabra señala siempre la sombra de un objeto que huye”, escribí hace mucho tiempo.
Y la del periodismo, es siempre una visión restringida de la realidad. El periodismo ve siempre una faceta, la que el periodista elige. Además, yo creo que la mucha información, desinforma. El periodismo es la literatura efímera de un día. Y a su vez, todo es ideológico. Si yo digo “un policía abatió a un delincuente”, es más bien un hecho deportivo. Pero si yo digo, “un delincuente mató a un policía”, es un hecho dramático. Por eso, la palabra que se elige es siempre ideológica. Yo siempre al periodismo lo leo críticamente. Creo que la realidad no está en lo que se dice, sino en la crítica que uno hace.
Horacio R. Palma
Nota: Agradezco la paciencia y la amabilidad de Eise Osman.
Yo aporto pensamiento, porque la experiencia es un traje viejo que nadie quiere. Es difícil pensar críticamente y ser político. Porque ser político sería aceptar cosas que la crítica mía no aceptaría. No quiero decir con esto que yo tenga la verdad, sino que digo que así, tengo la libertad de criticar.
Prefiere la libertad…
La libertad es coraje. En última instancia, cada uno soporta la angustia que la libertad le provoca. La libertad crea angustia. Y decidir, es esta jugado. Y cuando uno se jugó, allí cesó su libertad. Yo tengo una estructura de pensamiento, claro, pero mi libertad está en al paso de una estructura a otra.
Usted es de una generación que leyó a los Clásicos. ¿Se los recomendaría hoy a los chicos?
Mirá, a cada época corresponde una escritura. Y a cada época corresponde una forma de interpretar al mundo. Los Clásicos son Clásicos, precisamente porque lo que ellos han dicho, todavía tiene vigencia. Pero a veces no tiene vigencia la forma en que los Clásicos lo dijeron…yo sí les recomendaría El Quijote, porque el El Quijote es la puntita del nacimiento de la burguesía. Ese mundo feudal del que se mofa El Quijote, representa el primer atisbo del nacimiento de la burguesía.
Usted gusta mucho del Quijote, de hecho, en su obra hay muchas referencias
El Quijote tiene muchas lecturas. Pero a mí lo que me gusta es la posición de Sancho. Porque ser amigo, a pesar de saber que el otro es loco, es ser más que amigo. Como decía un amigo mío, si mi amigo es tuerto, yo lo miro de perfil. Siempre digo que la única forma de abarcar El Quijote, es haber roto los puentes con la realidad aparente. Me gusta mucho esta imagen de los puentes…uno a medida que va viviendo, que va formándose o deformándose, uno va rompiendo puentes. Y al final, uno termina como Cristo, solo, y sin puentes. Porque uno, a medida que va avanzando en la vida, va perdiendo relaciones, va perdiendo puentes con los amigos, con la familia, y al final uno llega solo, como un Cristo… Y los puentes se rompen, pues hay cosas que antes lo unían a ciertas personas, y que ahora ya no…
La metáfora del río…
Así es…somos un río que se va, y en otro río tan fugitivo como su propio cauce. El tiempo de los relojes es un río. Es el tiempo de la entropía, la desorganización de la materia que va avanzando. Y el otro tiempo es el tiempo de la duración. En el tiempo de la duración navega mi identidad, digo yo, y en el tiempo de la entropía, navega la duración. Entonces, se va moviendo el río del tiempo, y se va moviendo el río de nuestro tiempo que es la duración. Un tiempo nos mata y un tiempo matamos, el tiempo de los relojes nos mata, pero el tiempo de la duración lo matamos nosotros.
¿Piensa mucho en la muerte?
No es que piense en la muerte, estoy como Unamuno, el quería apostar a la eternidad de la vida…pero le faltaban fichas. Claro, todos aspiramos a que haya otra cosa. A ver, la muerte es algo inevitable, y mi profesión de médico me ha llevado a convivir con ello, y como algo inevitable, uno tiene que tenerlo en sus cálculos. Pero no vivir pensando en la muerte. Lo que muere en nosotros, es la vida que no hemos consumido, esa vida en la cual uno se ha negado a muchas cosas. Por eso Borges dice Me arrepiento de haber vivido como he vivido. Porque en última instancia, uno siempre cree ser el otro. Y este “otro” ya está en el hombre, 2.000 años antes de Cristo. El hombre necesita un “otro”, que soporte esta vida, como una especie de brazo fuera del plato, para que toda esa fantasía nos permita soportar esta vida. Nuestra realidad, es la ilusión que nos forjamos de la vida, porque la vida concreta en sí, es muy pobre. La ilusión de la vida, es más que la vida concreta, porque la ilusión de la vida nos permite soportar la vida concreta. Son salvavidas que le tiramos a la vida para que no nos hunda…
¿Como la religión…?
Bueno, el hombre es un ser religioso. Necesita re ligarse con el todo. Pero cuidado, el occidental es un mundo fuera de otro mundo. Y el oriental es un mundo dentro de otro mundo. Para el occidental, vivir es pensar en la muerte, y para el oriental, no existir es el paraíso. Los occidentales queremos llegar al cielo, pero con nuestro infierno, con nuestra identidad. Ese es el problema, ¿cómo vamos a gozar del cielo si pretendemos llevar toda la carga de nuestra identidad de la tierra? Para gozar el cielo tendríamos que perder la identidad. Y eso los orientales lo saben bien.
Ha escrito sobre la palabra y la realidad. ¿Cómo ve al periodismo?
La palabra irrumpe en el silencio como un ladrón de la verdad. La palabra media lo ajeno, y al mediar lo ajeno, que es el mundo, la palabra nunca puede representar al mundo, sino que es solo una aproximación. “La palabra señala siempre la sombra de un objeto que huye”, escribí hace mucho tiempo.
Y la del periodismo, es siempre una visión restringida de la realidad. El periodismo ve siempre una faceta, la que el periodista elige. Además, yo creo que la mucha información, desinforma. El periodismo es la literatura efímera de un día. Y a su vez, todo es ideológico. Si yo digo “un policía abatió a un delincuente”, es más bien un hecho deportivo. Pero si yo digo, “un delincuente mató a un policía”, es un hecho dramático. Por eso, la palabra que se elige es siempre ideológica. Yo siempre al periodismo lo leo críticamente. Creo que la realidad no está en lo que se dice, sino en la crítica que uno hace.
Horacio R. Palma
Nota: Agradezco la paciencia y la amabilidad de Eise Osman.
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