PASADO, PRESENTE…Y MÁS PASADO
"Le voy a seguir pidiendo a la Ciudad de Buenos Aires que sea parte de un país, y deje de votar y pensar como una isla. El otro día me causó alguna gracia esta idea de que los mayores soberbios del país, estaban reclamándole a Cristina su condición de soberbia" (Alberto Fernández – Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner)
Uno puede tomarlo para la risa, pero el nivel de intolerancia de los militantes de nuestra democracia, es realmente preocupante. Estamos en manos de intolerantes descarados y declarados. Quienes, sin embargo, acusan alegremente de fascistas, a cualquier ciudadano que opina distinto. Independientemente de lo que cada uno piense u opine de la Presidenta electa, es lamentable saber que ningún adversario saludó a la ganadora de las últimas elecciones. Me refiero, claro, a la senadora de la provincia de Buenos Aires que vive y vota en Santa Cruz. Habla mal de todos. También de Cristina Fernández.
Juan Pablo Feinmann, referente cultural de cierto sector progresista de esta Argentina consentida para el descaro, es el autor de la sentencia que sigue: “el pueblo es pelotudo”. La frase no es el corolario de algún estudio científico o sociológico de masas. No, Feinmann lo dijo muy suelto de cuerpo, cuando conoció los resultados de las elecciones porteñas, donde Mauricio, que es Macri, recibió una catarata de votos. Esa extrañeza sucedió en la Argentina del “siglo pasado”, quiero decir que ocurrió en la Argentina de hace 3 meses. Quizás algún desprevenido se extrañe al leer una frase tan fascista en boca de un “progre”, pero ya no resulta extraño escuchar la intolerancia del progresismo vernáculo, ese que gusta mentirse de izquierda.
Lo que sí resulta patético, es la impunidad verbal del progresismo argentino. Tras las últimas elecciones presidenciales, las que ganó Cristina Elizabeth Fernández Wilheim de Kirchner, otro referente de nuestro progresismo intolerante, también de apellido Fernández, (me refiero a don Alberto), tildó de “isleños” a quienes votaron en contra de la candidata para la que él trabaja ahora. Traducción del vocablo “isleños” para la gente común: “los que viven en una nube de pedos”. Recordemos que Alberto Fernández no se ha privado de trabajar para ningún paladín de nuestra democracia. Desde Cavallo para acá, estuvo con todos. Declaraciones aparte, lo que me interesa apuntar, es la intolerancia descarada de quienes manejan o piensan dictatorialmente nuestra democracia.
Voté por primera vez a los 18 años. Cuando Raúl Alfonsín llamó a plesbicito para ver si convalidábamos o no, la entrega de parte del territorio argentino a Chile. Fue el 25 de noviembre de 1.984. Y durante varios meses los argentinos estuvimos hablando de aquellas tres islas: Lennox, Picton y Nueva. Conclusión: la entrega se convalidó, en el mismo acto en que se olvidaron las islas.
Y fue precisamente Raúl Alfonsín quien enarboló el primer slogan para fanatizarnos con ésta democracia berreta de Argentina. Alfonsín repetía: “Con la democracia se come, se cura y se educa…” ejem, es una lástima que un cuarto de siglo después, varios millones de argentinos estén marginados de esa democracia utópica que mentía la propaganda del mandamás radical de entonces.
MURALESLlevamos un cuarto de siglo viviendo en una democracia ininterrumpida. Es decir, quienes terminan este año sus carreras universitarias, han nacido en democracia. Y esto, que tendría que ser un dato esperanzador, deja de serlo cuando advertimos que los mayores, es decir, quienes hemos educado a la generación que sólo conoce la democracia, en lugar de haberlos educado para el futuro, para la verdad y la tolerancia, les hemos enquistado con ahínco y esmero, la mentira y la intolerancia del pasado. Y les metimos odio, y le inculcamos el resentimiento.
El martes pasado, caminando por la avenida Crámer, pasé frente a un colegio de la Ciudad de Buenos Aires. Ese día pasé dos veces, de ida…y de vuelta, en un lapso de tres horas. Sobre las paredes del frente del colegio, una decena de estudiantes, junto a un par de profesores, estaban abocados a la hermosa tarea de pintar murales multicolores. Es una forma de expresión artística que a mí me gusta mucho. Ahora, grande fue mi sorpresa cuando, tres días después, volví a pasar por la escuela, y ví los murales terminados.
Los alumnos que pintaban merodeaban los 16 años de edad. Pensemos, nacieron, aproximadamente, en 1.991. Ellos pintaban con esmero, bajo la atenta dirección de un par de profesores cincuentones. Dos de esos murales se reproducen aquí. Lástima, me dije. Qué pena ver a los chicos de la democracia, acusando odios mal curados de otros. Me dio rabia ver a los de mi generación, inculcando en los chicos sus odios mal curados. El odio a las Instituciones de la República, que son en definitiva, instituciones de la democracia.
En los murales, aparece la imagen de la sangre en el ojo bajo un pañuelo blanco. Un uniformado amedrentando a un ciudadano. Una bota militar pisando una cruz ensangrentada. Pasado, pasado y más pasado. Rencor, rencor y más rencor. Una generación frustrada de adultos, entrampando el futuro de sus hijos, que son el futuro, con un pasado de odios estériles.
EL NEGOCIO DEL ODIO
Hay muchas agrupaciones lucrando con el odio y el resentimiento. Y gran parte del gobierno actúa en ese sentido, echándole más leña el fuego.
Victoria Donda acaba de ser electa diputada por la provincia de Buenos Aires. Ella asegura que en su asunción jurará así: “Por la patria, los 30 mil desaparecidos, Evita y el Che”. Victoria admite que consiguió estar en la lista por ser una “nieta” nacida en la Esma. Léase: Por conveniencia de algunos. Ella, que es el futuro, acepta la “transa”, y asume condicionada por el pasado trágico de un sector al que no le conviene cerrar heridas. Su negocio es mantenerlas bien frescas y sangrantes.
Hace unos días, el Fiscal General ante la Cámara Federal de Rosario, reconoció que el secuestro, tortura y asesinato del Coronel Argentino del Valle Larrabure, en manos de ERP en 1.974, es también un delito de Lesa Humanidad. Imprescriptible. Sin embargo, ni el gobierno, ni ninguna organización de Derechos Humanos de Argentina, se alegró por ello. Es más, el gobierno, evidentemente molesto por tal fundamento, que desnuda la verdad de aquella guerra civil de los 70 que el gobierno está empeñado en ocultar, redobló la apuesta del pasado vengador, y contraatacó con más pasado, pidiendo formalmente que se busquen los restos de Santucho (temerario jefe del Erp) en las dependencias militares.
Arturo Larrabure, hijo del coronel asesinado por dicha agrupación terrorista (muchos de sus antiguos miembros son hoy encumbrados funcionarios del gobierno), una y otra vez ha “tendido la mano del perdón”. Pero siempre lo dejan con la mano extendida.
Hace tiempo que los muchos rencores de quines manejan nuestros organismos de derechos humanos, han desvirtuado los motivos de sus reclamos. Para ellos, la política de reflotar una y mil veces los rencores del pasado, es un negocio millonario que se niegan a abandonar. Por ahora, la historia de Argentina tiene pasado, presente…y más pasado. Lástima.
Juan Pablo Feinmann, referente cultural de cierto sector progresista de esta Argentina consentida para el descaro, es el autor de la sentencia que sigue: “el pueblo es pelotudo”. La frase no es el corolario de algún estudio científico o sociológico de masas. No, Feinmann lo dijo muy suelto de cuerpo, cuando conoció los resultados de las elecciones porteñas, donde Mauricio, que es Macri, recibió una catarata de votos. Esa extrañeza sucedió en la Argentina del “siglo pasado”, quiero decir que ocurrió en la Argentina de hace 3 meses. Quizás algún desprevenido se extrañe al leer una frase tan fascista en boca de un “progre”, pero ya no resulta extraño escuchar la intolerancia del progresismo vernáculo, ese que gusta mentirse de izquierda.
Lo que sí resulta patético, es la impunidad verbal del progresismo argentino. Tras las últimas elecciones presidenciales, las que ganó Cristina Elizabeth Fernández Wilheim de Kirchner, otro referente de nuestro progresismo intolerante, también de apellido Fernández, (me refiero a don Alberto), tildó de “isleños” a quienes votaron en contra de la candidata para la que él trabaja ahora. Traducción del vocablo “isleños” para la gente común: “los que viven en una nube de pedos”. Recordemos que Alberto Fernández no se ha privado de trabajar para ningún paladín de nuestra democracia. Desde Cavallo para acá, estuvo con todos. Declaraciones aparte, lo que me interesa apuntar, es la intolerancia descarada de quienes manejan o piensan dictatorialmente nuestra democracia.
Voté por primera vez a los 18 años. Cuando Raúl Alfonsín llamó a plesbicito para ver si convalidábamos o no, la entrega de parte del territorio argentino a Chile. Fue el 25 de noviembre de 1.984. Y durante varios meses los argentinos estuvimos hablando de aquellas tres islas: Lennox, Picton y Nueva. Conclusión: la entrega se convalidó, en el mismo acto en que se olvidaron las islas.
Y fue precisamente Raúl Alfonsín quien enarboló el primer slogan para fanatizarnos con ésta democracia berreta de Argentina. Alfonsín repetía: “Con la democracia se come, se cura y se educa…” ejem, es una lástima que un cuarto de siglo después, varios millones de argentinos estén marginados de esa democracia utópica que mentía la propaganda del mandamás radical de entonces.
MURALESLlevamos un cuarto de siglo viviendo en una democracia ininterrumpida. Es decir, quienes terminan este año sus carreras universitarias, han nacido en democracia. Y esto, que tendría que ser un dato esperanzador, deja de serlo cuando advertimos que los mayores, es decir, quienes hemos educado a la generación que sólo conoce la democracia, en lugar de haberlos educado para el futuro, para la verdad y la tolerancia, les hemos enquistado con ahínco y esmero, la mentira y la intolerancia del pasado. Y les metimos odio, y le inculcamos el resentimiento.
El martes pasado, caminando por la avenida Crámer, pasé frente a un colegio de la Ciudad de Buenos Aires. Ese día pasé dos veces, de ida…y de vuelta, en un lapso de tres horas. Sobre las paredes del frente del colegio, una decena de estudiantes, junto a un par de profesores, estaban abocados a la hermosa tarea de pintar murales multicolores. Es una forma de expresión artística que a mí me gusta mucho. Ahora, grande fue mi sorpresa cuando, tres días después, volví a pasar por la escuela, y ví los murales terminados.
Los alumnos que pintaban merodeaban los 16 años de edad. Pensemos, nacieron, aproximadamente, en 1.991. Ellos pintaban con esmero, bajo la atenta dirección de un par de profesores cincuentones. Dos de esos murales se reproducen aquí. Lástima, me dije. Qué pena ver a los chicos de la democracia, acusando odios mal curados de otros. Me dio rabia ver a los de mi generación, inculcando en los chicos sus odios mal curados. El odio a las Instituciones de la República, que son en definitiva, instituciones de la democracia.
En los murales, aparece la imagen de la sangre en el ojo bajo un pañuelo blanco. Un uniformado amedrentando a un ciudadano. Una bota militar pisando una cruz ensangrentada. Pasado, pasado y más pasado. Rencor, rencor y más rencor. Una generación frustrada de adultos, entrampando el futuro de sus hijos, que son el futuro, con un pasado de odios estériles.
EL NEGOCIO DEL ODIO
Hay muchas agrupaciones lucrando con el odio y el resentimiento. Y gran parte del gobierno actúa en ese sentido, echándole más leña el fuego.
Victoria Donda acaba de ser electa diputada por la provincia de Buenos Aires. Ella asegura que en su asunción jurará así: “Por la patria, los 30 mil desaparecidos, Evita y el Che”. Victoria admite que consiguió estar en la lista por ser una “nieta” nacida en la Esma. Léase: Por conveniencia de algunos. Ella, que es el futuro, acepta la “transa”, y asume condicionada por el pasado trágico de un sector al que no le conviene cerrar heridas. Su negocio es mantenerlas bien frescas y sangrantes.
Hace unos días, el Fiscal General ante la Cámara Federal de Rosario, reconoció que el secuestro, tortura y asesinato del Coronel Argentino del Valle Larrabure, en manos de ERP en 1.974, es también un delito de Lesa Humanidad. Imprescriptible. Sin embargo, ni el gobierno, ni ninguna organización de Derechos Humanos de Argentina, se alegró por ello. Es más, el gobierno, evidentemente molesto por tal fundamento, que desnuda la verdad de aquella guerra civil de los 70 que el gobierno está empeñado en ocultar, redobló la apuesta del pasado vengador, y contraatacó con más pasado, pidiendo formalmente que se busquen los restos de Santucho (temerario jefe del Erp) en las dependencias militares.
Arturo Larrabure, hijo del coronel asesinado por dicha agrupación terrorista (muchos de sus antiguos miembros son hoy encumbrados funcionarios del gobierno), una y otra vez ha “tendido la mano del perdón”. Pero siempre lo dejan con la mano extendida.
Hace tiempo que los muchos rencores de quines manejan nuestros organismos de derechos humanos, han desvirtuado los motivos de sus reclamos. Para ellos, la política de reflotar una y mil veces los rencores del pasado, es un negocio millonario que se niegan a abandonar. Por ahora, la historia de Argentina tiene pasado, presente…y más pasado. Lástima.
2 comentarios:
che lenguaraz, votaste por primera vez en el plesbicito al que llamo alfonsin, para ver si convalidabamos la entrega de todo lo que nuestros heroicos militares perdieron por no saber cumplir con su unica tarea, defender a la patria, y al mismo tiempo quisieron tomar para si una tarea que nunca les correspondio, que es gobernar a la patria, en fin, demostraron que para gobernar una nacion, no sirven, para defender a la patria no sirvieron nunca, para lo unico que sirven es para matar gente, eso lo hacen bien, pero ojo ehhh, que un dia, les pueden dar la orden de matarse entre ellos, y ahi te quiero ver lenguaraz, no vas a parar de putear, bahhh, igual que ahora, que defendes asesino y le decis hijo de puta a santucho, y encima, continuas diciendo puta..tiva, la verdad, son un leguaraz de poca monta, ni siquiera uno que se precie
Cambio: Lenguaraz de poca monta, por Anónimo re montado.
Abrazo, y gracias por pasar por aquí.
Horacio Palma
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